EL CASTIGO

Cuando Jacinto y Miguel escuchan mi voz se quedan congelados y no quieren voltear a verme, perdón por interrumpirlos pero pregunte si van algún lado, Jacinto voltea temeroso y me dice, perdón patrón no sabíamos que andaba por aquí, a sí Jacinto, tengo una duda, acercándome a él lentamente, me puedes explicar a donde llevas toda esa mercancía que no repartirse y que a mí me cobras, patrón yo, agachando la mirada y moviendo su sombrero y tú Miguel no pensé que no supieras contar si no jamás te hubiera contratado, fíjate nada más, todo el trabajo de la gente de esta hacienda equivale a una bolsa de frijol o azúcar y entonces el desgraciado aquí soy yo no, muy bien señores ¡Quitemos las caretas! ¡Ya estuvo bien de tanto abuso! Esta me la pagan.

Jacinto: Muy bien Álvaro esta bien hablemos entonces, eres un pobre ¡estúpido! demasiado confiado, que vas a hacer tú solo contra nosotros dos, ya casi toda tu gente esta en tú contra, cosa que yo me he encargado de hacer, crees que vas a poder detenernos ni lo sueñes, con un solo movimiento mío o una orden, la gente que tú le pagas por tu seguridad vendrá a detenerte, los tengo comprados, así que más te vale que nos dejes ir y no te interpongas si no quieres salir lastimado.

Álvaro: No me digas y desde cuando "Los patos les tiran a las escopetas" y ahora soy Álvaro, ya no soy tu patrón, ¡¡no sé cómo pude confiar en una rata asquerosa como tú!!, ¡¡pero eso se acabó!! Lo agarro de las solapas y lo aviento hacia afuera, comienzo a golpearlo y Miguel trata de detené, también me lo quito de encima siempre fui bueno para los golpes y entrenado desde niño para el combate, como buen Hacendado, Jacinto echa un chiflado y vienen tres hombres más a detenerme, esa era la señal para llamar a mis, hombres tenía que atrapar a los traidores, estos maleantes aparecen, me alcanzan a propinar un golpe y en eso llegan mis hombres, fuertemente armados apuntándoles a los cinco a la cabeza, dejándolos totalmente inmóviles, me enderezó y me sacudo y me acerco a Jacinto y le doy un fuerte golpe haciéndolo sangrar, maldito hijo de #$%& ahora si vas a saber lo que es traicionar a Álvaro Salvatierra.

Atrás de mis hombres veo una alivio a mi alma, mi Aurora con cara de preocupación, pasa por un lado, se acerca a mí, me comienza a revisar y a tocar para cerciorarse si estoy bien, le agarro sus manos y le digo que estoy bien, entonces Jacinto la ve y le dice maldita hija de perra, tú le dijiste, pero esto no se va a quedar así, me las vas a pagar y mis hombres lo callan de un cachazo.

Llévenselos y no me importa como sáquenles donde tienen el dinero que me robaron, en un momento los alcanzo, tomo Aurora de la mano y me dirijo a la casa grande, le llamo a mi nana y le digo que busque a Juancho que quiero hablar con él.

Aurora: Me preocupé mucho temía que algo le sucediera a Álvaro, cuando vi que iban más hombres tras él, inmediatamente los hombres que acababa de contratar fueron en su ayuda, corrí al verle y quise cerciorarme, que estaba bien, me tomo de la mano y me llevo dentro de la casa, llamo a Juana y yo le pide que me trajera compresas de agua fría, para curarle el golpe que tenía en la cara, así lo hizo, regreso con lo que le encargue, comencé a curar a Álvaro con el agua fría y un trapo poniéndoselo en la cara y limpiando la herida que tenía en el labio, él se dejaba gustoso y agarraba mi cintura yo le quitaba las manos y él las volvía a colocar, le dije estate quieto pareces chiquito, déjame curarte o te tengo que amarrar, --Tú puedes hacer lo que gustes conmigo-- me puse muy roja y comencé a reír, en eso llega Juancho, perdón patrón pero me mando a llamar.

Si Juancho, quiero que reúnas a toda la gente de la hacienda, peones, campesinos, servidumbre, que no falte nadie, tengo algo importante que anunciarles en la entrada, ahí los veo, --Si patrón yo me encargo-- y se va.

Aurora: Horas más tarde, Álvaro se reúne con sus hombres, yo me voy con Carmen y Juana a la entrada de la hacienda, para escuchar lo que él tenía que decir, me quedé sorprendida al ver la gran cantidad de gente que trabaja en este lugar, más de quinientas personas estaban reunidas ahí, en eso sale Álvaro y comienza a decir:

Mi gente, este día me dirijo a ustedes porque necesito, que se enteren de una verdad muy importante, sé que todos ustedes piensan que soy un cruel tirano, que los explota y les paga una miseria, pero las cosas no son así, yo soy uno de los hacendados que más les paga a su gente, con su vale de pago, ustedes podían comprar tres veces más cosas que las que recibían, pero la persona que robaba era Jacinto el capataz, tanto a mí como a ustedes, se dedicó por años a ser sus fechorías, pero eso el día de hoy, se acabó. Tráiganlos ordenó a mis hombres estaban, atados con las manos por detrás y los hincaron en el suelo.

Estos hombres que están aquí, son cómplices de Jacinto, serán llevados a la prisión de la capital, pero esta rata asquerosa que esta aquí, ella será juzgada por nosotros, no tendrá esa suerte de solo la cárcel, sé las atrocidades que ha cometido y el abuso a ustedes, recibirá un azote, por cada una de las personas que daño, violo o maltrato, hasta que termine con su castigo, ya veremos si sobrevive, se determinará que haremos con él, dicho esto llévenselo, los afectados los espero en la casa de castigo más tarde.

Aprovecho que estamos todos reunidos, para presentarles a su nuevo capataz, Juancho puedes venir aquí conmigo por favor, felicidades por tu nuevo puesto, comienzo aplaudir y todos gritaron de alegría, se ve que fue la mejor decisión, se nota que es querido y apreciado por todos. Juancho no lo podía creer no podía ni hablar, se le salían las lágrimas de la emoción por su nombramiento y busco a su amor Carmen con la mirada.

Pensé otra buena idea de mi adorada, Aurora que mujer, inteligente, hermosa, bondadosa, sencilla, todo lo que he estado buscando en una mujer la volteó a ver, le sonrió y me sonríe.

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