LA PRIMER PELEA

Aurora: Estuve platicando un buen rato con Carmen hasta que regreso Juancho, Álvaro no había vuelto, estaba arreglado el problema de Jacinto, así que estuve recorriendo la hacienda y fui a la Capilla que se encontraba dentro de ella, estaba muy hermosa sumamente cuidada, llena de flores, nada que ver con la Capilla cerrada y abandonada de mi época, me senté un rato y me puso a rezar, tratando de buscar consuelo a mi situación, porque dentro de todo soy creyente y pienso que hay un poder superior que nos mira, entra una las chicas de la servidumbre a limpiar y poner flores nuevas, cuando me mira se pone roja y me dice que lo siente que no quería interrumpirme, ya se iba cuando la detengo, espera no te vayas le digo.

¿Cómo te llamas? Soy Lupe me dice y me comenta que ya pronto va a ser la fiesta de la virgen y que se organiza una misa y una celebración con todos los trabajadores de la hacienda, que es un evento muy esperado por todos y el patrón ordena que siempre debe de haber flores y tiene que estar limpio su altar, la dejo para qué siga limpiando, y me quedo reflexionando que bonitas tradiciones eran estas, lástimas que con el pasar de los años se pierdan.

Regreso a la casa, entro a mi habitación era muy bonita, muy parecida a la de Álvaro, la cabecera también estaba tallado a mano pero más sencilla que la de él, pero más pequeña, nos separaba una habitación, no sé si sería la de sus padres, pero escuche cuando salía, corrí abrir quise alcanzarlo pero no pude, quería saber como le había ido, aunque la verdad deseaba estar con él me agradaba su compañía, volví a mi cuarto cerré la puerta y de repente escucho el tren, mi corazón se acelera, recordé el día en que llegué, salgo corriendo rumbo al cuarto de Álvaro, intento entrar y nada tenía llave, de "pronto" los murmullos, me quedé paralizada tratando escuchar no entendía lo que decían, se escuchaban dentro de la habitación, solo unos segundos y después silencio, triste y decepcionada regreso a mi cuarto y me acuesto a dormir.

A la mañana siguiente, como siempre Álvaro, me esperaba a desayunar, al verme me regalo una sonrisa y como todo un caballero se pone de pie para acomodarme la silla, tomo asiento y le doy las gracias, me empieza a contar que anoche descubrió Jacinto y que le pidió a un amigo ayuda para reclutar gente nueva y que espera que pronto le responda, me voltea a ver y se da cuenta que no le estoy prestando atención, me pregunta que me pasa y le digo que anoche escuche los murmullos y guarda silencio.

Acaso te quieres ir, me dice, ¡¡Qué si me quiero ir, claro que me quiero, ir!! Le respondo, este no es mi tiempo, ni mi casa, no tengo familia y a nadie.

--Me tienes a mí-- a si quien eres tú, apenas te conozco, no sé nada de tu vida, solo sé que estoy aquí y no sé por qué, comienzo a llorar me paro y me voy a mi habitación muy enojada, por suerte él solo se quedó ahí, sin moverse, cierro la puerta y me pongo a llorar como loca.

Álvaro: Sus palabras me dolieron no sé por qué, pero ella tiene razón, no me conoce, no sé que tiene esa mujer, "que me hizo", porque "no quiero que se vaya", hay algo en ella que siento la necesidad de protegerla, quiero abrazarla, ir con ella y consolarla.

Se me ocurrió una idea, le hablo a Juana y le digo que me preparen una de mis carretas que voy a salir, llegó a la habitación de Aurora, toco la puerta, pregunta quien y le digo si puedo pasar, abre y entro ya estaba más tranquila, pero se le notaba que había llorado, le digo que si puede acompañarme, que le tengo una sorpresa, suspira y acepta, la tomo de la mano, me la da y salimos juntos, afuera ya estaba la carreta preparada, subo en ella la ayudo a subir y nos marchamos.

Aurora: Estaba en mi habitación ya más tranquila, me sirvió llorar me desahogué, en eso tocan a la puerta era Álvaro, me pide si puede pasar, le abro y me dice que tiene una sorpresa que lo acompañe, me da la mano yo le doy la mía y salimos juntos, afuera había una carreta de esas que se ven en las películas, solo caben dos personas adelante, toda destapada con un espacio en la parte de atrás para echar cosas, dos caballos para arrastrarla, él sube y luego me da la mano para ayudarme, toma las cuerdas que controlan a los caballos dijo arre y partimos.

Me llevo a recorrer sus tierras, desde que había llegado no había salido de la hacienda, realmente estaba todo despoblado, solo campo y sembradíos, me dijo vez, hasta dónde llegue tu vista, esas son mis tierras y más allá, ya lo creo pensé los hacendados de estos tiempos eran dueños de grandes extensiones de tierra, él creyó que eso me asombraría, pero no dije nada solo levante los hombros y él comenzó a reír, le pregunte de que se reía y me dijo que si hubiera sido otra mujer al enseñarle esto se abalanzaría a sus brazos, ah si pero yo no soy como todas las mujeres, esa fue mi respuesta y se quedó callado, entonces le pregunté que era lo principal que sembraba, el maguey para la fabricación del pulque de ahí el nombre de la hacienda "El Maguey", por donde pasábamos había maguey, él me explicó que tarda entre ocho y doce años en llegar a su madurez, para poderle extraer el agua miel y luego trabajar en su fermentación, por eso es que había tanto sembrado, esa era la bebida más fuerte para la gente del campo de esa época y era un gran negocio.

Paseamos toda la tarde platicábamos y reíamos, cuando empezaba a oscurecer regresamos a la casa, un peón recibe la carreta y se la lleva para guardarla y limpiar a los caballos

Entramos a la casa y nos dirigimos a las habitaciones para descansar, me deja en la puerta de la mía y cuando me disponia a entrar, le digo gracias me la pase muy bien hoy, me detiene tomándome de las dos manos y me da unos pequeños besos en cada una de ellas y me dice fue un placer, "casi me derrito" se da la media vuelta y entra a su habitación, entro en la mía cierro la puerta y me recargo en ella, ¡Que hombre! de verdad, ya no hay hombres así en mi época y si los hay, están en peligro de extinción.