Testamento

...— — — ...

Ulises ve entrar a Edith. Se sorprende al verla. No sabía que frecuentaba ese tipo de lugares.

— Edith, ¿qué haces aquí.? — Pregunta el.

— Yo ... Una amiga me dijo de este lugar y vine a conocerlo.

— ¿Nos sentamos juntos?

— Me encantaría.

Los dos van a una mesa y ordenan, Ulises se sorprende con la elección de Edith, es lo que Gabriela siempre pedía.

— Me alegra que estés bien. No me gustaba verte triste.

— Claro, la justicia es primero. — Edith sonríe.

El mesero llega con la comida y los dos empiezan a comer. Edith no está acostumbrada a comer picante así que termina enchilada.

— ¿No sabías que esa comida era picosa.? — Ulises contiene su risa. La cara roja de Edith le parece graciosa.

— Claro que lo sabía. — Responde ella jalando aire con la boca. — Pero está más picosa de lo que recordaba. Su cerebro le dice que puede comer picante, aunque su boca no lo tolera.

Ulises se ríe de ella, está toda colorada, entiende el por qué en su cita con Gabriela ella se rió tanto de el.

— Toma. — Le da un vaso de agua.

Gabriela se lo toma de inmediato, no le agrada que el cuerpo de su hermana no tenga tolerancia a muchas cosas.

— Ya me tengo que ir, me dio gusto verte.

— A mi igual, adiós. — Se despiden con un beso en la mejilla.

...— — — ...

En la casa de los padres de Gabriela se está llevando a cabo la lectura del testamento, los padres de Gabriela no habían querido leerlo tenían la esperanza de que ella estuviera viva pero hace dos días encontraron su cuerpo así que Fernanda la abogada que también es amiga de Gabriela dijo que ya no podían retrasar la lectura.

Ella comienza.

— Yo Gabriela Belmonte en pleno uso de mis facultades mentales ...

El departamento que tengo en (nombre de la colonia) se lo dejo a mi sobrino Arturo Gutiérrez Belmonte, la cuenta de banco en ++ es para mí madre y la de ++ es para mí sobrino Arturo, mis vestidos Chanel se los dejo a Liliana porque siempre me decía que cuando yo muriera se los heredará.

Cuando Liliana escucha eso se suelta en llanto, obviamente ella nunca lo dijo enserio, a pesar de que las dos parecían perros y gatos se querían mucho.

Por último, las joyas que tenía son para Erika y Liliana, Fernanda será la encargada de dividirlas.

— Esa fue su última voluntad. — Dice Fernanda terminado así la lectura. Guarda el documento y se encarga de dividir los bienes de Gabriela que tal vez no eran muchos pero si demasiados para el tiempo que duró trabajando.

...— — — ...

Al día siguiente en la escuela le avisan a los alumnos que irán a un campamento escolar y todos se emocionan.

Gabriela recuerda que nunca pudo ir a uno de esos campamentos por qué eran muy costosos. Ahora no tiene un centavo pero si unos padres millonarios, Aunque no sabe si ellos aceptarán. Tampoco tiene la confianza para pedirles dinero. No está acostumbrada a eso. Ni siquiera con sus padres verdaderos lo estaba.

— Mamá. ¿Puedo hablar contigo.? — Le pide a la señora Oriana.

— Claro amor. Dime qué pasó.

— Es qué... En la escuela organizaron un viaje con todos los alumnos. — Hace una pausa.

— ¿Y.? — Pregunta su madre.

— Bueno. Yo me preguntaba si puedes pagarlo. — Pregunta nerviosa.

— ¿Estás jugando conmigo.? — Pregunta su madre incrédula.

— Lo siento. Si no puedes lo entiendo. — Gaby se levanta de dónde está sentada.

— Espera. — Su madre hace que de nuevo se siente. — Claro que puedo pagarte lo. No tengo ningún problema.

— ¿De verdad.? — Pregunta sorprendida.

— Si. De verdad.

— Muchas gracias.

— Te llevaré a comprar ropa para el campamento.

— Ya tengo bastante ropa en mi armario.

— Pero esa es para la ciudad. No tienes nada para el campo. Y hace mucho que no vamos de comprar. Dame el gusto. — Ella ve la mirada anhelante de su madre, no es capaz de negarse.

— Está bien. — Responde y sube a cambiarse de ropa. Luego baja y junto a su madre y chófer se van al centro comercial.

Oriana le compra muchas cosas. Algo que su verdadera madre nunca hizo, en primer lugar por qué no tenían dinero para hacerlo y en segundo por qué si lo hacía con ella tendría que hacerlo con el resto de sus hermanas y aunque en su adolescencia solo vivía con Erika y Liliana el dinero no alcanzaba. O eso le decían siempre los adultos.

— Mira hija, ese vestido te quedará hermoso. — Le dice su madre..

— Mamá voy a un campamento, no creo que pueda necesité un vestido, ya tengo muchos en mi armario.

— Dame el gusto de ver cómo te queda.

Por complacer a su madre Gabriela va y se prueba el vestido, a Oriana le gusta tanto como se le ve que se lo compra.

— Mamá enserio no es necesario que lo compres. Yo no necesito tanta ropa. — Debate Gabriela con su madre.

— Claro que la necesitas. Ya deja de llevarme la contraria y acepta las cosas que te doy. ¿Entendido.? — Esa mirada tierna hace que Gabriela no pueda responder con algo negativo.

— Entendido.

En la noche la familia de tres integrantes cenan juntos, desde que Gabriela regresó p a casa no ha querido cenar con ellos para no ver la cara de su padre, está muy sentida con el, mientras a Edith le daba todo a manos llenas ella tenía que trabajar muy duro para lograr sus objetivos, pero lo que más coraje le da es que siempre estuvo para Edith, que le dió todo el amor que ella nunca pudo recibir.

Tal vez la vida la está compensando, ahora tiene una mamá consentidora, un papá que la apoya incondicionalmente y la oportunidad de vivir experiencias que antes no pudo.

Por un lado está feliz pero no puede evitar pensar en su verdadera familia, preguntarse como están sus padres, sus hermanas, o preguntarse cuanto tiempo estará en un cuerpo que no es el suyo, se pregunta si un día la verdadera dueña del cuerpo volverá.

— ¿En qué piensas hija.? — Le pregunta Federico..

— Cosas de la escuela. — Observa el rostro de su padre y ve ojeras alrededor de sus ojos.

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