Qué sean 400 mil

...Gabriela....

Por un momento me sentí te tarda ante la propuesta. Pero eso no estaría bien. Me hace falta el dinero. Lo conseguiré de alguna forma, no forzosamente debe ser salir con el idiota que detesto.

Fui al bar, voy a sacrificar mi orgullo, le pediré prestado a Liliana. Ella tiene, seguro que si. Y si no tiene le pido que venda alguno de sus bolsos Luis Vuitton.

— Hola Lili. — Le dí una sonrisa.

— ¿Cuánto necesitas.?

— Súper poquito. Siete mil pesos.

— Está bien, yo te presto.

— Gracias, gracias, gracias, eres la mejor.— La abrace.

— Lo voy a descontar de tu sueldo.

— Okey. No importa. Siempre y cuándo no me cobres intereses.

— Somos hermanas. Tu la fea de la familia pero igual compartimos sangre.

— ¿Tenías que llamarme fea.?

— Si.

— Okay. — No me quejé mas. Tener a la loca de Liliana es un alivio, a pesar de que parecemos perros y gatos es la única que me apoya siempre, Erika solo piensa en su hijo, y las demás viven en otros estados así que no soy muy cercana a ellas.

Por la noche volví a mi casa, lo que me sorprendió fue ver a todos preocupados.

— ¿Pasa algo malo.?

— Arturito está en el hospital. — Dijo mi madre con lágrimas en los ojos..

— ¿Qué le pasó.?

— Tiene pulmonía.— Mi madre estaba más preocupada qué la misma Erika, aunque a Erika no la había visto. Quizás estaba peor.

El celular de mi madre vibró y ella respondió. Luego se puso más pálida aún.

— ¿Mamá que tienes.?

— Tú hermana no puede pagar el hospital y no tenemos dinero. — Al menos eso de que no tenían dinero era verdad. Idiota, ¿por qué te alegras.? Tú sobrino está en el hospital.

— ¿Entonces.? — ¿Qué harían ahora.?

— No se, voy a pedir un préstamo en mi trabajo, tu padre pedirá otro.— Estaba a cinco segundos de volverse completamente loca.

Mi teléfono sonó, el número era desconocido para mí.

— ¿Quién habla.?

— Hola Gabriela, soy Sol, nos vimos está mañana.— Claro, la loca, imposible olvidarla.

— Ahora no es un buen momento. Dime lo que quieras rápido.

— Quiero lo mismo que en la mañana, que salgas con Ulises y te daré dinero.

— Te lo deje claro en la mañana, no saldré con ese imbécil, adiós.

Mi mamá y mi papá se fueron al hospital, yo me fui a mi trabajo, tenía la cabeza en todos lados excepto ahí.

Al día siguiente por la mañana mi mamá dijo que le habían negado el préstamo, mi papá parecía triste, Arturito es quien llena está casa de felicidad, siempre con sus ocurrencias y travesuras, es un niño fastidioso que a veces arruina mis tareas pero aún así lo quiero mucho.

— ¿Qué vamos a hacer.? — Preguntó mi madre desesperada.

— No sé.

— ¿Cuánto necesitan.? — No es que lo tenga, pero si menos debo saber.

— 50 mil.

No lo hagas Gabriela, el es tu sobrino, no es tu hijo, que Erika se las arregle como pueda. Tú no le dijiste que se casará y embarazara. En todo caso debiste decirle que se cuidará. Además te perderás un año si haces lo que tú corazón te está diciendo.

— Aquí hay 50 mil.— Le dí a mi madre una tarjeta de débito. Eran mis ahorros. Me dolió despegarme de ellos pero ya que. Salí antes de que me arrepienta de lo que hice, mi año está arruinado. Completamente arruinado.

Tomé el autobús y me pasé unas cuadras de dónde debía. Genial. Sólo a mí me pasan estás cosas. Bajé dónde pude y caminé a la universidad. Al llegar vi todas las instalaciones, quiero acordarme de está escuela antes de cambiar a una pública, estaba embobada cuando choqué con Sol.

— Hola.

— ¿Tú otra vez.?

— Te doy 200 mil si sales con Ulises. — ¿200 mil?, con eso podría pagar esté y el próximo semestre.

— Okey 300 mil, es mi última oferta.

— ¿Por qué quieres que salga con el.? — ¿No era ella quién lo hacía.? Al parecer no estoy bien informada.

— Jugo conmigo, y tú harás lo mismo con el. — ¿Lo que quiere es desquitarse.?

— ¿Yo.?

— Así es.

— ¿Por qué piensas que yo puedo hacer eso?, por si no te has dado cuenta no soy el tipo de chica que vuelve loco a cualquier hombre. — Ella me escaneó con la mirada. Hizo un gesto dónde comprobé que tengo razón.

— De eso me encargó yo. Te voy a pulir. ¿Aceptás?

— ¿Y si no cae.?

— Va a caer.

Perdí mi beca por tu culpa, además no es como si tú te vayas a enamorar de mí, eso es imposible así que.

— Aceptó. Pero solo un mes y si no cae no es mi problema.

— Dos meses.

— Entonces que sean 400 mil.

— Está bien, después de clases te llevaré a mi casa tengo que ponerte bella para que hagas bien tú trabajo.

— Quiero un adelanto. — Antes de que me corran de está universidad.

— Está bien, pero te lo daré después de la primera cita.

— ¿Y yo debo invitarlo.? — Nunca he invitado a nadie. No sé cómo se hace eso.

— Esperemos que sea el quién de el primer paso.