Regresando a la actualidad.

Ulises está destrozado por qué Gabriela se casa mañana, el quiere impedir esa boda. No le importa nada, lo único que quiere es estar con la mujer que ama. La busca en el trabajo pero ella salió temprano. Va entonces al departamento, toca pera nadie abre. Por suerte aún tiene la llave que ella le dió.

...— — — ...

En otra parte de la ciudad Gabriela está hablando con Maximiliano.

— Mañana nos casamos, déjalo ir. — Le pide Gabriela..

— Tú sobrino es mi seguro de que harás lo que yo quiero. — Sonríe satisfecho.

— Por favor, te lo ruego, mi hermana está desesperada por encontrarlo.

— ¿Y creés que por la desesperación de tu hermana voy a ceder.?

— Serás mu esposo. ¿No puedes hacerlo cómo un regalo de bodas adelantado.? — Intenta negociar Gabriela.

— No chiquita. Eso no va pasar. Dejá de preocuparte tanto por tu familia. Después de todo ellos nunca se han preocupado, es más, Arturo ni siquiera es tu padre. — Dice el con mucha seguridad..

— ¿De que hablas.? — Pregunta Gabriela confundida.

— Habló de que el señor Federico Reyes es tu padre biológico.

— Eso es imposible. Deja de decir tonterías, mi padre es Arturo Belmonte.

— No querida, tu madre y el señor Federico tuvieron una aventura, tu eres el producto de una infidelidad, ¿acaso nunca te preguntaste por qué tú supuesto padre era tan indiferente contigo.? — Gabriela se lo preguntó infinidad de veces. Pero nunca hayo una respuesta.

— Mientes, Arturo es mi padre. — Niega Gabriela.

— Aparté de ti, ¿quién de tus hermanas tiene los ojos verdes.? — Pregunta Maximiliano.

Gabriela se pone a pensar, Liliana y Erika tienen los ojos marrones, Rebeca, Mía y Juliana son de ojos miel. Sus padres tampoco tiene los ojos del color que ella.

— El señor Federico tiene los ojos verdes mientras tú "padre" el señor Arturo es de ojos marrones, ¿todavía piensas que miento.?

— Un par de ojos no significan nada.

— Pero esto si.— Le pasa una prueba de ADN, donde indica que Federico es padre de Gabriela.

— ¿Por eso quieres casare conmigo?, no es para que Ulises se distraiga con tu caso y pierda, es para que puedas manipular al señor Federico. — Ahora todo tiene sentido en la cabeza de ella.

— Bingo.

— ¿Por qué conmigo?, ¿no tiene más hijas.? — Buen podría utilizar a una de ellas, piensa Gabriela..

— Sólo una mocosa de 15 años, no soy un asaltacunas, además tu me gustas más que ella.—Le acaricia el rostro, acto seguido ella mueve la cabeza.

— Eres un desgraciado.— Se mete a su auto y conduce a toda velocidad, en el camino llama a su madre.

— Hija que bueno que llamas, ¿ya sabes algo de Arturito.?

— Mamá, ¿por qué mis ojos son verdes.? — Pregunta conteniendo las lágrimas.

— ¿Por qué preguntas eso.? No es momento.

— ¿Arturo Belmonte es mi padre.? — Ya no puede controlar la irá que siente. Las cosas que le ocultó su madre le causaron mucho sufrimiento.

— Claro que sí.

— YA BASTA MAMÁ. — Grita desesperada. — Dejá de mentir, mejor dime si Federico Reyes es mi padre. — Su madre se queda callada. — Por eso mi padre me trataba con tanta indiferencia, por eso nunca me apoyo en nada. El también sabía que yo no soy su hija.

— Las cosas no son como tú crees, el no sabe que tú no llevas su sangre.

— ¿Por qué lo engañaste?, ¿por qué tuviste que serle infiel.?

— Nuestro matrimonio pasaba por un mal momento, tu padre quería tener un hijo varón y siempre eran niñas, no se cómo paso, yo trabajaba en casa de Federico cuidando a su madre, el era un hombre muy atractivo y solo ... solo fue una vez hija te lo juro.

— No me importa si fue una, dos o mil veces.

— Hija.

— ¿Tienes idea lo más que la pasaba por la indiferencia de mi padre.?

— Hija.

— Además, en el momento en que te presente a mi padre biológico tu dijiste no conocerlo, no tuviste los pantalones para decirme el es tu padre, se lo callaron, los dos son unos cobardes.— Diciendo eso y manejando frenéticamente no ve que su auto se salió del carril, otro auto viene de frente y ella para esquivarlo se sale del camino, desafortunadamente está en un puente y su auto cae en el agua.

Días después despierta en el hospital, para su sorpresa ve a su padre biológico y a la esposa del mismo.

— ¿Por qué está usted aquí.? — Le pregunta a la esposa del señor Federico, la señora Oriana.

— ¿Hija que clase de pregunta es esa.? — Gabriela se queda perpleja.

— Hija, ¿por qué intentaste suicidarte.? — Pregunta su padre. A lo que ella se sorprende. No puede creer que la llamé de ese modo enfrente de su esposa.

— Yo no intenté suicidarme, tuve un accidente por manejar a exceso de velocidad.

— Tú no sabes manejar, es más ni auto tienes. — Afirma su madre.

— Claro que tengo auto, y yo no soy su hi... — Un doctor entrá.

— Me avisaron que ya había despertado, ¿se siente bien señorita Reyes.? — Pregunta el doctor.

— ¿Cómo me acaba de llamar.? — Gabriela observa sus manos, son pequeñas y están muy bien cuidadas. — Dios ¿que ésto.? — Intenta levantarse pero su madre la detiene.

— ¿Qué intentas hacer.? Acaba de despertar.

— Necesitó un espejo, rápido un espejo.

Oriana le pasa un espejo, Gabriela ve un reflejo que no es el suyo, está en shock, se pellizcar y siente mucho dolor. No puede creer lo que ve y se desmaya, cuándo vuelve a despertar su madre le pregunta que le pasa.

— ¿Cómo me llamó.? — Se apresura a preguntar.

— ¿Hija que pregunta es esa?

— Dime rápido, ¿cómo me llamó?

— Edith Reyes.

— ¿Edith Reyes.? — ¿Soy su hija.? ¿Pero que pasó conmigo, con mi yo verdadero. — ¿Sabes algo de Gabriela Belmonte.?

— Ella murió hace dos semanas. — Gabriela suelta una lágrima.

— ¿Estoy muerta?, ¿cómo es eso posible?, no puedo estar muerta. — Pone sus manos en su rostro para cubrir sus lágrimas.

— Amor no estás muerta, estás viva.— La abraza para consolarla.

— No me entiende, yo no soy ... — Al sentir los brazos de Oriana recuerdos inundan su mente, recuerdos de Edith Reyes y Oriana Sandoval. Ella se siente más extraña aún. Pues la calidez de Oriana le es muy familiar, y se siente feliz a su lado.

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