—¿Este es el jefe?
— Si
Un anciano que llega a los 80 años. Sorprendente.
Ya veo porque le tienen respeto todos aqui, en su pueblo. Un pueblo tranquilo de casas humildes y pobres. Tendrían unas casas mejores si el anciano no fuese tan terco en estar de mi lado hace dos años.
Sé que hace una semana fue por amenaza, pero los dos años atrás fueron por terquedad del anciano al que estoy mirando.
Su cabellera esta totalmente blanca, al igual que su barba; las arrugas se notan en su rostro y lo encorvado que esta me indica que usa un bastón como apoyo para su cuerpo. Nunca lo había visto, ya que Danna es la encargada de esta zona y la del norte.
¿Por qué estoy aqui?
Para distraer mi mente y no pensar en hacer lo mismo que vi... aquel día. Una situacion que... de pensarla se me humedece la entrepierna. Aunque la mayor razón es porque el anciano ha puesto condiciones para que mis hombres esten por aqui.
Desventaja de tener un territorio bastante extenso.
Algunos soldados resguardan cada pueblo que esta cerca de mis limites. No son muchos por suerte, y la cantidad de soldados no pasan de diez. Así los intrusos se les hace difícil ir a la mansión, ya que la mayoría del territorio esta vigilado.
Hay dos defensas que deben pasar:
En cada pueblo, que como dije, hay un máximo de 10 soldados o menos, esos son los que están cercanos al territorio y cada entrada, tambien la salida, es vigilada por los mismos. Ellos dan aviso de movimientos extraños y si su fuerza es inferior a ellos, los dejan pasar para la segunda defensa, ya que matarian humanos innecesariamente.
La segunda es la centrada, los que están en las sombras. Están esparcidas a mitad de territorio, al pendiente de todo lo que pase los limites de mas de un kilómetro o mas despues de los pueblos. Estos se rotan cada tres horas y varían entre novatos y expertos, dependiendo de quien toque vigilancia.
La ultima es cuando se ganan el premio por llegar a la mansión, algunas veces, ya que no se los puedo entregar por estar en alguna investigación o misión. La mansión la protegen traficantes donde se incluye a Annie y otros mas que no están aquí, por ahora.
Las pocas personas me miran a mi y a Danna con extrañeza y con miedo. A la castaña, imagino que es por su vestimenta que siento se la estan comiendo con la mirada los hombres. Un casuit negro que le marca todas sus curvas, tacones del mismo color, el cabello semi ondulado, su rostro con un maquillaje básico y su mirada que es totalmente tierna.
Si no supiera lo que hace, estoy segura que la tomaría como alguien totalmente inocente. Evitaré seguir detallandola.
Por lo que me dijo mi acompañante, el anciano impuso condiciones por la amenaza. Condiciones bastante exigentes.
— Un pueblo tranquilo para un anciano bastante terco— suelto lo bastante fuerte para que el mencionado se vuelva. Al parecer su audición es buena, aun, ya que se voltea completamente, dejando de estar de costado.
— Una terquedad que mantiene la paz en este pueblo.
— De ser asi ¿Qué significa el que te hayan amenazado?
Sus ojos me escanean y forma una linea en sus labios. Si la terquedad lo mantiene en paz. ¿Me dice que prefiere hacer la paz con otros que conmigo? ¿Es lo que debía hacer para que aceptará? ¿Amenazarlo? Podría haberlo hecho sin necesidad de su aprobación, pero de ser asi, estos humanos se alertarían con intrusos y también con los no intrusos y sería mas caótico.
— Esa molestia se fue al ver que no cedería por ambas partes— asegura. Apoya ambas manos en el bastón y me mira serio— ¿Quién es usted?
Porque la amenaza la quite yo.
Meto las manos en los bolsillos del pantalón y miro a los lados. Siento varios ojos sobre mi.
— La dueña de todo lo que esta detras de tu pueblo, anciano— espeto, volviendo los ojos a él.
— De ser asi. Sería usted y no la señorita que esta detrás suyo, que fuese hablado conmigo hace dos años— habla tranquilo, cambiando mirada entre Danna y yo.
— Tienes el privilegio de verme la cara— comento, evitando el sarcasmo.— Este pueblo estarán mis hombres y tu, le daras uno de esos huecos para guardar las armas— impongo, señalando las casas como ejemplo. El ríe.
Suelta un suspiro cansado y vuelve a mirar a Danna, Ignorandome completamente. Evito acercarme para amenazarlo con mis garras.
Que me ignoren no es algo que me guste.
El anciano suaviza sus facciones y sonríe tranquilo cuando la persona detras de mi se acerca a él. Frunzo el ceño. Mucho mas cuando el anciano le toma la mano y le deja un beso en el dorso.
Los ojos no se apartan de esa unión, y tampoco de la suave expresión que lleva la mujer cuando aparta un mechón de cabello que se interpone en su vista. Algo que no había visto en ella desde que la conozco.
— Es por su bien— le dice, acariciando la mano del anciano que aun no suelta.
Definitivamente no me agrada como usa esa voz con el anciano. Aprieto mis puños por la extraña sensación que aparece.
— Llegarán mañana— aviso, viendo como sus dedos aun acarician la mano del anciano— El que se imponga le irá peor— advierto, levantando la mirada al hombre
Volteo para comenzar mi regreso a la mansión. Ese toqueteo no me agrada. ¿Que tanto lo tocaba? o mas bien ¿Por qué lo trataba como si fuese su pareja? Esa suavidad de voz y esa suave expresión...
Mierda.
Niego con rapidez, queriendo espantar esa extraña sensación que estaba o quería surgir. Es demasiado extraño.
Visualizo la camioneta donde llegamos sin mirar a los lados y camino erguida. Sin embargo, los ojos siguen en mi. El viento golpea mis mejillas y alborota mi cabello sacando algunos mechones de pelo. Suelto un bufido y los regreso detras de la oreja.
Un olor peculiar llega a mi olfato en direccion al viento, que hace que me detenga en seco.
¿Dónde esta? Ese olor a lobo dudo que sea uno de los humanos.
Dejo la mirada fija en el auto, por lo que me percato que hay una diferencia en él de cuando llegamos. Eso fue aproximadamente hace unos 20 minutos que pisamos este lugar y el viento estaba contra mi cara, así que los olores que estaban a mis espaldas no los captaría del todo.
Un seguro quitarse y a los segundos de eso, una explosión que me hace retroceder a pesar de estar lejos de eso. Mis pies se arrastran en la arena y cubro mi cara con la mi brazo encorvandome.
— ¿Trampa?
La algarabía no se hace de esperar con gritos de humanos llenando el lugar. El auto esta totalmente en llamas y los que estaban cerca de él, malheridos. Al menos fueron dos. Danna llega a mi lado y detras de ella el anciano.
— ¿Que esta pasando?— exige detras de mi.
Lo ignoro. Pensé que le daria un infarto por lo que ve. Lástima.
— Lobos. Cuatro en total— informa cuando volteo a mirarla.
— Cinco— agrego, ignorando al anciano que me ve mal y empeora al no entender— En aquella pocilga, esta uno; los otros nos están rodeando.
Que hayan explotado algo que es mio no me agrado y con el estado que ya me encontraba, que se podría decir era molesto, el enojo esta bastante notable.
Al parecer a ellos no les importa que los vean en su forma de bestia, porque están caminando a mi lugar en sus cuatro patas, y digo que es a mi sitio porque ignoran a los humanos.
Muestro mi sonrisa maliciosa cuando mis ojos están ellos y sus gruñidos se escuchan donde muestran sus colmillos bastante largos.
— Encargate de aquel— ordeno a la mujer que sé que me mira.
Las garras se alargan en mis dedos y adelanto pasos para mejor vista. Hubiese ocultado mi naturaleza pero si a ellos no les importa andar en cuatro patas ¿Por qué me va a importar a mi mostrar los garras?
— De saber que me recibirían tan bien hubiese adelantado mi llegada a este pueblo...— comento alegre siendo rodeadas por las bestias. Gruñen mas alto— Ya que escuchar chillidos es un estimulo— agrego gélida.
Aun se escuchan los gritos de los humanos asustadizos con algunos insultos sobre nosotros. "Monstruos" "Demonios". Muestro mi sonrisa mas divertida.
No pensé que me iban a alagar. De ser asi hubiese sacado mis garras hace minutos.
Y como no me atacan, yo procedo a llevar la iniciativa. Desaparezco frente a ellos y me ubico debajo de uno de los cuatro, clavando con rapidez mis garras, una y dos veces. Las retraigo y mi mano se adentra sacando algunos de sus organos. Mi cara se arruga por el olor cuando salgo debajo del lobo llena de sangre.
Y es lo que me dan. Evado unos colmillos que iban a mi cabeza y unas garras que iban a mi abdomen. Desaparesco de esa mortalidad y lanzo una patada al costado de la bestia que no estaba atacando. El segundo chillido llega. Los demas no se detienen de atacar y reciben mas de mi parte que yo de ellos.
Su inexperiencia es muy notable y sus movimientos son torpes. Están desorientados.
El segundo cae cuando le desgarro su garganta y el tercero lo acompaña por el inutil movimiento de atacar mi espalda. Desaparezco de su vista y me ubico en su costado golpeando fuertemente sus costillas que las escucho crujir cuando se parten. Sus chillidos de dolor son muy constantes y fuertes, así que lo dejo para encargarme del pateado.
— Débiles. Su alfa debe estar decepcionado...— sonreí— Ya veo el porqué los enviaron aqui.
La bestia mira a los lados buscando salida. Su miedo es bastante notable, y si es alguien inteligente, ya se dio cuenta que huir es inutil. Así que busca la facilidad, deshace su transformación y se pone de rodillas inclinándo su cuerpo completamente hasta pegar la frente de la tierra.
Patético.
Mi cuerpo esta cubierto de sangre, una sangre que apenas soporto su olor. Cubre gran parte de mi cuerpo y ni se diga mis manos. Debo parecer un demonio mismo o un asesino serial. Tomo el arma que esta en la parte baja de mi espalda y quito el seguro mientras camino al chico que, debe ser unos años menor que yo.
Lástima.
— ¡Por favor!— suplica al sentirme— ¡Dejeme ir! ¡No volveré a este lugar!— lloriquea. Junta sus manos, reforzando su suplica.
Quizás si se fuese presentado frente a Danna. Pero, para su suerte justo hoy vine yo.
— ¿Quién te ha enviado?— pregunto apuntando a su cabeza. Su cuerpo tiembla y suave sollozos aumentan.
— ¡Por favor! ¡Mi madre me espera!— suelta entre sollozos algo que no me interesa.
— ¿Quién es tu alfa?— repito la pregunta de diferente manera. El niega repetidas veces.
— N-no... no lo se— murmura y sus manos se aprietan.
Odio las mentiras. Mucho mas cuando te suplican por algo. Al menos di la verdad y la persona consideraría dejarte ir. Es un riesgo, pero si vas a morir de todas formas, vale la pena intentarlo.
Estuvo equivocado al pensar que yo creería que no conoce a su alfa, el lider que le ordena. Al unico que debe obedecer mientras este en su manada.
— Tu madre estará contigo pronto.
Jalo del gatillo hasta descargar el arma. La cabeza del chico se esparce dejando ver parte de su interior. Me yergo mirando lo que hice sin ningún arrepentimiento y escucho mas insultos hacia mi persona.
Eso no deja que mis sentidos se nulen.
Mi cuerpo se mueve a un lado esquivando una bala que me lanzan y desaparezco cuando jalan del gatillo nuevamente. Me ubico frente a la persona que tiene una escopeta y diría que, apenas y puede con ella.
Danna viene a toda prisa cuando ve mis intenciones.
— ¿Te apetece morir? ¿Acaso te molestan vivir los 80 años que tienes, anciano?—pregunto, amenazo, alzándolo cuando lo tomo del cuello.
Él se remueve bajo mi agarre tratando con sus débiles manos de aflojar mi agarre. Apenas me mira y me muestra miedo con enojo.
Algo extraño, ya que no hice nada en su contra.
—M-monstruo— gruñe cuando el oxigeno le cuesta subir. Rio por lo bajo.
— Y tu, un humano que puede morir por dispararme— expongo seria— Desocupa un hueco para mis hombres y tendras tu anciana vida intacta.
Matar sin razón no es lo mio.
Lo suelto cuando sus manos arañaban la mia pidiendo que lo dejara respirar, sin embargo, la vampiresa ataja su caída y lo deja con delicadeza en el suelo.
— Esta bien. Respire— le dice y el anciano obedece— No somos sus enemigos, señor. El tener a la princesa de su lado es lo mejor ¿Lo consideraría?— pregunta y yo me volteo para retomar mi camino.
Suelto un bufido.
No soporto tal amabilidad y mucho menos que le hable con tanta suavidad.
Necesito sangre. No extraños sentimientos que quieren entrar en mi. Justo como ahora. Veo que llegan unos soldados en una camioneta y uno de ellos se aproxima a mi lugar con una de sus armas en mano.
Esto me hace recordar a los policías humanos. Siempre llegan después de lo que ocurre. O sea, tarde. Acaricio mi sien deteniendo mi paso. Mi cabeza duele y el olor que cargo lo esta empeorando.
— Su majestad— saluda con una reverencia
— Limpien todo. ¡Danna!— grito al ver que aun sigue con el viejo. El soldado se sobresalta— Si te vas a quedar a dormir, solo dime— espeto mirándola sobre mi hombro.
Ayuda a levantar al anciano. Y esa sensación surge nuevamente. Joder ¿Que mierda es eso?
Vuelvo la mirada al frente y reanudo mi paso. Los soldados restantes bajan de la camioneta y el otro sigue detras de mi. Hacen una reverencia y se yerguen mirándome.
— ¿Llaves?
— Aquí— entrega uno de ellos.
— Danna los guiará y ayudará a limpiar. Muevanse— ordeno y subo al auto.
Cierro mis ojos fuertes y suelto un largo suspiro. Solo necesito un baño y ya. Enciendo el motor y comienzo mi andanza ignorando el leve llamado de la castaña.
Supuse que se quedaría con el anciano.
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