Creciendo

Dos años después….

Por fin llegaron las vacaciones de verano, y con ello el

regreso de los padres de Clara. Era tan feliz, ya se podía ir de aquel lugar y

nadie ni nada la iba a retener allí, solo deseaba huir.

Pensaba en el momento que se viera segura para poder contarle

a su madre por lo que había pasado. Pues ella no sabía nada y no entendía su

actitud hacia dicha persona y la reprochaba su conducta.

Llego el día, en que Clara se fue a vivir a Francia con sus

padres y al pasar unos meses de convivencia con ellos, se lo confeso todo a su

madre.

La reacción de su madre no fue como Clara se lo había

imaginado. Abatida por lo que su pequeña le estaba contando, su cara reflejaba

dolor y rabia. Estaba escuchando serenamente sin hacer preguntas. Clara tampoco

le conto todos los detalles, eran demasiado incómodos, se avergonzaba al hablar

de ello. -Con un gesto fugaz su madre se levantó sin poder mirarla a la cara y

se marchó a su habitación.

Clara se quedó muda, dudando de si se había ido por qué no la

creía o para que no la viera llorar, aunque tampoco lo entendía. En aquel

entonces no era consciente de la gravedad de lo ocurrido.

Al cabo de unos días, su madre rodeando el tema solo le pidió,

que no le comentara nada de aquello a nadie, ni siquiera a su padre pues podía

provocar una desgracia.

No sabe si su madre tuvo el suficiente coraje para reclamarle

a la persona que le había robado su inocencia, pero años después, se enteró que

tuvieron un enfrentamiento muy fuerte los dos. No sabe si fue a raíz de aquello

u otros asuntos.

Jamás se volvió hablar de aquello.

***

Empezó el colegio y como era de esperar Clara no sabía hablar

el idioma, y tuvo que estudiar mucho para ponerse al día.

La verdad que fue bien admitida por sus compañeros, pero ella

se sentía distinta. Entre que estaba entrando en la pubertad y estaba notando

un cambio radical físicamente, ella seguía sintiéndose fea y sucia.

Ya le empezaba a gustar algún chico que otro, pero era muy

tímida y tenía miedo a ser rechazada.

 Durante mucho tiempo creía

que no era virgen ni tenía la certeza de lo contrario, ya que su madre cuando

se enteró de aquello no la llevo hacer ningún reconocimiento médico por temor a

posibles represarías que pudieran surgir.

Fue creciendo con la duda.

Cinco años después…

Vacaciones de verano. Era el reencuentro con la familia y también

con” EL”.

 Aquella idea la

asqueaba. Ya habían pasado varios años de aquello, pero cuando se vio frente a

“El” y se le acercó para darle el beso y abrazo de bienvenida, sintió un asco

tremendo y volvió a recordarlo todo.

Pero esta vez lo entendió por primera vez. Se dio cuenta de

lo que él le había hecho, y empezó a coger sentido aquello que no conseguía entender.

Era repugnante como en décimas de segundo podía ver sus ojos aguados de emoción

y a la vez pensar que el también estuviera pensando en lo que le hizo.

En un “zas” se deshizo del abrazo y fingió cansancio del viaje.

En toda la estancia que estuvieron allí, Clara evito cualquier contacto, tanto

visual como de comunicación; se dedicaría a divertirse con sus amigas.

***

Ese mismo año, a sus catorce años recibió su primer beso.

 Era un chico de su

misma edad. Moreno de ojos negros. Se llamaba Mike, pero todos le decían el

indio.

A Clara no le gustaba mucho, solo le caía bien. Pero como las

demás chicas ya habían recibido su primer beso, ella no quería ser la

excepción.

Llego el día.

El indio y ella se habían apartado del grupo. Querían estar

solos para el primer beso. Iban agarrados de la mano, mirando disimuladamente

el entorno. Clara estaba muy nerviosa y no sabía que decirle y a él le pasaba

lo mismo. Luego se metieron por un camino que no tenía salida.  Había una piedra grande arrimada a un muro y al

llegar allí Clara le dijo:

- ¿nos sentamos aquí?

- vale…parece un sitio tranquilo. Le respondió.

Se sentaron uno al lado del otro y él le sostuvo la mano

acariciándosela, y le pregunta:

- ¿es tu primera vez?

- sí y estoy un poco nerviosa. Le contesto Clara

-para mí también… ¿estás lista? Le pregunto Mike

-no lo sé, probemos a ver qué pasa. Sugirió Clara.

Primero sus labios se tocaron y luego el abrió la boca y le

introdujo la lengua muy torpemente en la de ella. La experiencia no le gusto;

le mando parar, pues le estaba dando asco que le metiera la lengua en la boca y

la hacía sentir nauseas. Y le dijo molesta:

- ¡Para\, para\, ¡qué me estoy mareando!

Se sintió fatal y pensó en no besar a nadie nunca más. A él

en cambio le hizo gracia y le insistió en probar de nuevo, pero ella ya tenía

claro que no iba a repetir.

Con el tiempo se dio cuenta, que el beso que le había

producido tanto asco fue algo normal, pues la inexperiencia era la culpable y

no solo le había pasado a ella, sino que a las demás chicas el primer “Beso con

lengua “tampoco les había gustado.

 Se sintió aliviada al

poder compartir esa experiencia con las demás.

***

En las

vacaciones siguientes se enamoró de un chico; era alto moreno, ojos castaños,

tenía diecisiete años y era lo que se solía decir entonces

un “bollicao”

y se llamaba Jean.

Clara también se había convertido en una preciosa chica de quince

años, con un cuerpo bien dotado de curvas y de estatura media. Su fuerte era su

largo cabello negro y sus ojos oscuros que no habían perdido ese destello tan

peculiar que provocaban a quien mirara. (Ella aun no era consciente de ello en

aquel momento).

Durante todo el verano Clara se iba dando cuenta que era el centro

de atención, se sentía observada. Fue notando que los chicos y no tan chicos se

sentían atraídos por ella.

Empezó a sentir una satisfacción frenética. Necesitaba provocar,

pero de una manera muy dulce e inocente, como quien no quiere, pero si quiere.

 De repente es como si

se llenara de autoestima y que podía tenerlo todo. Siempre les decía

coquetamente y con voz picarona: -”me podéis mirar, pero no tocar”,

mientras soltaba su larga cabellera y la acariciaba.

La verdad que la aparente inocencia no la ayudo mucho y lo único

que conseguía era hacer creer lo que no era. Pero en esa época, eso le daba

igual y siguió coqueteando todo el verano.

Al final de las vacaciones fue cuando recibió su primer beso

de amor.

Clara estaba súper enamorada de aquel chico que había conocido

en un parque.  A Jean le pasaba lo mismo.

No tardaron en declararse, aunque fue él quien empezó a besarla. Ese beso le

hizo recordar el mal momento que había pasado en su primer beso, pero Jean no

se separó de sus labios. La abrazo con más fuerza y le propino otro beso de

tornillo, seguido de un tercero qué fue el definitivo para darse cuenta que era

el beso más maravilloso que había recibido; sintió lo que se suele decir

mariposas en el estómago.

Al cabo de unos días Clara regreso a Francia. Jean y Clara se

cartearon durante unos meses y aunque creía estar enamorada la distancia hizo

que aquel romance se enfriara.

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