Jugando a lo prohibido

  Maite con el

tiempo, se había hecho muy amiga de Clara y en una ocasión la invito a su casa

para tomar un café.

Estaban

solas en la sala cuando de repente le dijo que se iba a dar una ducha. Ella

seguía hablando con Clara mientras se iba desnudando delante de ella. Al

principio no se le hizo raro, pero cuando le dijo que la acompañara al baño

para seguir hablando y de paso si podía frotarle la espalda, empezó a sentirse

un poco incomoda.

Fingió

normalidad y no le dio importancia, lo único que la conversación que había

comenzado de lo más normal había tomado un rumbo sexual.

Ella le pregunto

si había tenido relaciones más allá de lo tradicional. Como por ejemplo

utilizar juguetes; ser complacida por otras zonas erógenas. O con personas del

mismo género.

A Clara

aquellas preguntas le daban vergüenza y lo negaba. También le pregunto si

alguna vez había tenido una experiencia lésbica. Clara negó con la cabeza a lo

que ella le respondió que ella sí.

Clara se

quedó un rato pensativa. ¡Aquella mujer pelirroja con pecas y pechos

exuberantes, enjabonada por todas partes ¿la estaba queriendo seducir? ¿la

estaba incitando a probar una experiencia nueva?

La idea en

su cabeza la emocionó. La situación era morbosa, pero por perjuicios, se sintió

incómoda y un poco violenta.

Para romper

aquel silencio Clara le pregunto cómo había sido su experiencia y porque había

dejado aquella relación.

Maite le

conto que cuando era más jovencita conoció a una mujer que le enseño lo que era

el amor y como amar.

Decía que

las mujeres sabemos lo que nos gusta y como complacernos. No sabía porque, pero

se sentía atraída hacia aquella mujer y quería hacer el amor continuamente. Se

volvió una obsesión hasta provocar la ruptura en aquella tormentosa relación.

Maite le

comentó que desde entonces no había vuelto a estar con otra mujer y que la

relación que tenía con Frank era solo sexual.

Clara le

comento que en una ocasión a ella le habían propuesto hacer un trío. Ella un

chico y su novia, pero que ella no acepto porque moralmente no le atraía aquello.

Maite se dio

por enterada y no hizo ningún comentario más, se vistió y llevo a Clara hasta

su casa. Por el camino Maite le comentaba que tenían que ir los cuatro a pasar

el fin de semana al pueblo de ella, para cambiar de aires y relajarse.

Cuando Julián

se enteró de la invitación se animó mucho y acepto encantado. Clara no las tenía

todas consigo y no le comento nada de la conversación que habían tenido ellas.

Llego el fin

de semana y Clara, Julián, Frank y Maite pasarían el fin de semana en el pueblo

de ella.

A Luna la

habían dejado en casa de los padres de Julián y no tenían que preocuparse por

ella.

Visitaron el

pueblo, cenaron en una tasca y luego fueron a una salón de baile.

Ya entrada

la noche se fueron a casa de Maite.

Era bastante

acogedora y con amplias habitaciones, decoradas rústicamente que congeniaban

con el entorno.

Frank había

descorchado una botella de champán y llenando cuatro copas.

El ambiente

estaba muy animado y las risas y los toqueteos ardían. Maite agarro a Clara de

la mano y se la llevo a uno de los dormitorios; iban a ponerse algo cómodo para

la noche.

Mientras se

desvestían para ponerse sus respectivos camisones, irrumpieron sus parejas en

el dormitorio. Ellos decían que venían a echarles una mano. Clara y Maite

estaban solo en tanga y tenían los pechos al descubierto. Julián se acercó a

Clara mirando con lujuria el cuerpo de Maite, mientras que Frank besaba a Maite

y miraban con deseo a Clara.

Hicieron el

amor los cuatro en aquella cama, mirándose continuamente una pareja a la otra.

Julián le estaba propinando a Clara el coito y Maite le hacia una felación a Frank,

hasta que este llego al clímax.

Viendo a

aquella excitante pareja, Julián se estremeció y culmino al momento. Luego

cuando acabaron, los chicos propusieron hacer un intercambio de pareja, pero

Clara y Maite habían comenzado a hacerse caricias entre ellas y no tenían

intención de invitar a ninguno de ellos, pues ellas aún no habían acabado.

Maite les

decía que si querían que mirasen. Clara tenía un ligero puntillo del champán y

se estaba dejando llevar por Maite; cuando de pronto Julián se levantó todo

enfadado y salió como huyendo de la habitación. Clara se asustó y fue tras él,

pero este se había vestido rápidamente y salía corriendo a la calle.

Clara y los

demás se vistieron y salieron a buscarlo.

 Clara se sentía aturdida, confusa y no comprendía

su reacción al haberse ido de aquella forma, pero pronto descubrió, que había

sido por celos.

Él había

deseado a Maite y se la había imaginado fornicando, mientras contemplaba a

Frank como se beneficiaba a Clara. Pero cuando vio que Maite había escogido a

Clara para el intercambio se sintió celoso y lleno de rabia hacia Clara.

Él se volvía

esa misma noche para la ciudad con Clara o sin ella.

No pasarían

la noche allí. Después de aquello no volvieron a quedar con Frank ni Maite. No

volvieron hablar más del tema porque Julián se enfadaba.

 Pasado

un tiempo Julián y Clara se mudaron a otra casa que era más grande y estaba más

cerca de la ciudad y de sus familias.

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