CAPÍTULO 7

Ya es de noche y en el balcón del castillo se encontraban Fumiko y Kenta, conversando.

Fumiko: ¿Tú crees que Shin esté bien?

Kenta: Eso creo, sino ya estuvieran esos dos aquí... como una pareja...

Fumiko: Te gusta Shin, ¿verdad?

Kenta: Si, pero no tengo oportunidad. Ella pertenece aquí, yo solo soy un pobre hombrecillo.

Fumiko: Bueno, a veces no siempre tenemos lo que deseamos.

Kenta: Lo sé…

Fumiko: Busca otras alternativas, ya verás que las encontrarás.

La ojos negros lo dejó solo en el balcón y entró a la recámara. Kenta no podía dormir, no tenía noticias de Shin y mientras más pasan los días, más oportunidades tenían esos tipos de hacerle daño.

Kenta: Cuídate mucho, Shin...

Por otra parte, Shindra abrió lentamente sus ojos, su cabeza le daba vueltas y su ropa estaba empapada, lo último que recordaba era que tropezó y cayó a un lago dentro de la cueva, tal vez se golpeó con una roca y se desmayó, quien sabe, todo era confuso.

Kai: Buenos días, Shin...

Kai, el de cabellos celestes estaba sentado en una silla, a dos metros de la cama donde estaba la chica, ella no estaba despierta del todo, así que le tomó un momento reaccionar al saludo.

Shindra: ¿Y tú quién eres?

Kai: Lo siento. Mi nombre es Kai, soy un hombre del mar. Mi don se basa en la manipulación del agua y de todo lo que pertenece a ella.

Shindra: Entonces eres uno de los que me están buscando, ¿verdad?

Kai: Así es, pero a mí no me interesa ser padre del primogénito… aunque está mal visto que no trate de cortejarte… Bueno, eso ya lo resolveremos después.

Shindra: ¿No intentarás obligarme?

Kai: Si te refieres al cortejo, no. Estate tranquila.

Eso alegró a Shin, los otros dos fueron muy pervertidos y tocaron de más, estuvieron a un pelo de lograrlo. Kai la observó de pies a cabeza y se ruborizó, en verdad era hermosa y también quería tenerla entre sus brazos, pero el ser insistente e intenso no era lo suyo. Sacó del closet una bata blanca de baño y se lo entregó.

Kai: Toma, quítate esa ropa mojada o enfermarás, saldré un rato.

Ella se quedó sola, se desvistió y tomó la bata, era muy extraña la habitación, como si los Picapiedra hubieran modernizado los muebles de su casa. Salió y quedó maravillada con lo que vio, una especie de estanque de agua cristalina dentro de una cueva húmeda y amplia. En la orilla estaba Kai, sentado, con las piernas dentro del agua.

Kai: ¡Ven! No le temas al agua.

Ella se acercó y metió sus pies desnudos al estanque, pataleó un poco y el movimiento del agua sonó en todo el espacio gracias al eco.

Shindra: ¿Cómo llegué aquí?

Kai: Este es uno de mis escondites favoritos, estás aguas están conectadas con diferentes partes de este mundo, así que intuyo que caíste en una de esas conexiones y la corriente te arrastró hasta acá. Te encontré aquí, boca abajo, por suerte respirabas y te acosté en la cama hasta que despertaste.

Shindra: Entiendo. Muchas gracias, Kai.

Kai: Voy a nadar un poco.

Se adentró al agua y se perdió. Shindra se relajó y pensó en lo que había pasado con Kinto. A diferencia de Issei, Kinto era muy apasionado, tenía un fuego vivaz en su interior y su forma de tocarla era un poco degenerada. Sus besos tenían movimientos rápidos, difíciles de seguir y, aunque daba miedo el tipo, sentía que podría ser un buen amante. Sacudió su cabeza por pensar en esa tontería, ambos habían intentado aprovecharse de ella, pero no podía negar que cada uno tiene su manera excitante de.... cortejarla.

Kai: ¿Quieres que te enseñe a nadar?

Esa voz la sacó de sus pensamientos, el ojos aqua la miraba desde el agua, sonriente. Ella asintió, él se acercó y ofreció su mano, la tomó y se metió al agua.

Kai: Primero tienes que acostumbrarte al líquido, siéntelo, patalea un poco, hazte amiga de ella.

Kai la paseó por todo el estanque sin soltarla, la verdad, el agua no era tan mala, en todo el trayecto pataleaba y sin darse cuenta, él la había soltado y sólita avanzó un par de metros.

Kai: ¡Bien! Aprendes rápido. Con práctica todo te será más fácil.

Shindra: Kai, quiero que me cuentes, que pasará después del cortejo.

Kai: Veamos... si te entregas por completo a uno de nosotros, lo siguiente es que te liberarás de todas las persecuciones que has tenido hasta ahora. Después llegaras al castillo donde están tus amigos y podrás verlos de nuevo, pero no como su compañera de escuela, sino como ama de nuestro mundo. No podrás embarazarte de inmediato, debe haber varios intentos hasta que se logre y de eso se encargará el afortunado que llegue tenerte primero

Shindra: ¿En verdad es tan importante ser el primero?

Kai: Por un lado, está en crear el primogénito, el más poderoso de todos los que nazcan de la generación; por otro lado, está el probar a una humana especial hecha sólo para nosotros. No tenemos hembras y sin ti, nos volveríamos locos. Siendo directo, tú serás la primera mujer de nuestras vidas, y la única.

Shindra: Entonces ¿voy a acostarme con todos, tarde o temprano?

Kai: Si, pero sólo somos diez.

- No más... - piensa Shindra con tono irónico.

Kai: Shin... en verdad eres muy linda, y cuando llegue mi turno, te prometo que seré romántico y tranquilo, como las aguas.

Shindra: Gracias, Kai. Me hubiera gustado que fueras el primer hombre de mi vida.

Kai: Je, sería el segundo, no me gustaría dominarte. Ven, te mostraré la salida, ¡ah! pero antes debo decirte que nos sumergiremos por mucho tiempo, y necesitarás respirar bajo el agua, p-para eso debo besarte, espero que no te moleste.

Shindra se le acercó y lo besó tiernamente. Al separarse se hundieron en las aguas y nadaron hasta la salida. Después de nadar un rato, a unos diez metros, pudieron visualizar la salida hacia otro estanque. Kai no pudo acompañarla, pues estaría invadiendo el escondite de uno de sus compañeros, así que se despidió de ella con un saludo y regresó a las profundidades – suerte… - le deseó el hombre del mar.

La joven llegó a las montañas, era algo frío y desolado, había pinos, cuevas, arbustos espinosos y caminos estrechos que no llevaban a ningún lado en particular. Buscó un lugar donde pasar la noche y algo de comer, estaba hambrienta; caminó por los senderos y encontró fruta seca colgada en lo alto de un pino ancho. Empezó a escalar apoyándose en las ramas que rodeaban el tronco, cuando llegó a los frutos, la rama que pisaba se rompió y cayó, pero unos brazos detuvieron su desplome contra el suelo.

Hayate: Si no te atrapo, te hubieras lastimado de gravedad.

Shindra: Tú eres...

Hayate: Mi nombre es Hayate, manejo los truenos y las tormentas eléctricas, y éste es mi lugar de práctica.

Shindra: Entiendo. Pues, ¡gracias...!

Hayate: ¿Querías alimentarte? Puedo recolectar para ti.

Shindra: N-no te preocupes, puedo hacerlo sola, ya puedes bajarme.

Hayate apretó sus manos en los muslos de la chica y le sonrió.

Hayate: No lo creo. Ahora estás conmigo y no dejaré que te vayas.

Shindra se asustó, no tenía fuerzas para huir, su apetito era intenso.

Hayate: Vamos a mi guarida.

Shin no protestó y bajó su cabeza. Él se la llevó a su guarida, en el camino escuchó varias veces el rugir del estómago de la joven y lanzó una pequeña risa.

Hayate: Te prometo que te alimentaré, a cambio quiero que seas obediente a mis órdenes, ¿de acuerdo?

Shindra: ... Lo prometo...

Ambos llegaron a una cueva amplia con una fogata en el centro. Hayate bajó a Shin y la posó en un amplio tapete suave, le acercó un poco de sopa caliente de hiervas y ella, gustosa, lo comió. Sabía muy rico, nunca había probado algo así y pide un segundo plato que lo devoró en minutos.

Shindra: Gracias, estuvo realmente delicioso, fue mejor que comer frutos secos.

Hayate: Los frutos secos no deben digerirse, son venenosos.

Shindra: Ah…

-¡F*ck, casi la…! – pensó avergonzada.

Hayate: Shin... ¿no te acuerdas de nosotros?

Shindra: Mmmnn... No, no lo creo. ¿Debería recordar?

Hayate: Hace tiempo, tú llegaste aquí siendo una niña pequeña y te enseñamos a sobrevivir en las diferentes tierras.

Shindra: ¿Quienes?

Hayate: Kai, Natku, Issei y yo, ¿no lo recuerdas?

Shindra: No.... ¡Por favor, cuéntame!

Hayate: Te encontramos cercas de un lago, desmayada. Era tiempo de celo y esperábamos con ansias tu llegada, pero cuando te vimos, eras sólo una niña. No podías ser progenitora, así que te adoptamos y empezamos a enseñarte nuestro estilo de vida. Todo iba bien hasta que se te contó la verdad de tu propósito aquí con nosotros, escapaste y después de una difícil búsqueda, nunca apareciste. Natku concluyó que habías regresado al mundo mortal y que más adelante podíamos volver a verte. Y no estaba equivocado, realmente volviste, pero acompañada… luego el tatuaje nos dio el aviso de que eras tú, nuestra mujer.

Lo último lo dijo acariciando la mejilla de la chica, viéndola con esos ojos plateados y grandes, como un par de monedas. Shindra sabía qué era lo que él esperaba, así que tomó la mano de Hayate y entrelazó sus dedos.

Shindra: Sigo sin recordarlo, pero gracias por tu honestidad.

El ojo-plata se acercó y tocó sus labios con los de ella en un beso muy inocente, pegó su frente y bajó sus manos para acorralarla.

Hayate: Sé mía, Shin. Entrégate por completo a mí y quédate conmigo.

La chica se limitó a asentir, él sonrió de alegría y besó apasionadamente a la humana, el sonido de sus labios se escuchó en toda la cueva y el cielo comenzó a relampaguear. La recostó sobre la alfombra sin dejar de besarla, acarició sus cabellos castaños y lacios, ella posó sus manos en el trapecio del joven y los deslizó hacia arriba, aterrizando del cuello hacia la nuca. El beso cobró un poco más de intensidad, la lengua del chico bailaba con ritmo agitado dentro de la cavidad de la joven y la guiaba a seguirle el paso.

Él se desvió hacia las orejas pequeñas y jugó con ellas, dándole besos y roses de mordidas. La chica bajó sus manos recorriendo los brazos fuertes de su compañero y jaló las mangas largas de su camisa blanca con botones, se retorció, sonrió ante los besos del hombre y, sin querer, su rodilla flexionada tocó la entrepierna del tipo. Hayate la miró, le mostró sus colmillos y ella se estiró el cuello, permitiendo la mordida, - se siente... bien... - dice ella en su mente ante el mordisco.

El señor de los truenos tomó por la cintura a la joven, la alzó y la puso contra la pared, de rodillas, dándole la espalda a él, la bata blanca se cuelga de los brazos de la chica solo dejando al descubierto sus hombros y parte de su torso. Shin escuchó el abrir de un cierre y se puso nerviosa, Hayate contempla esa reacción y sonríe, posa sus manos en la pequeña y curvada cintura de la chica y le susurró al oído.

Hayate: Has cumplido con mis órdenes sin chistar, como recompensa, no te tomaré.

Eso confundió a Shin, ya se había resignado en entregarle lo más valioso que tenía al maestro de las tormentas, ¡para que le saliera con eso!

Shindra: ¡¿Cómo?!

Hayate: Nunca pensé que cumplirías tu palabra, creí que te revelarías si empezaba a tocarte, pero accediste aún en contra de tus principios. Yo no soy el indicado para ser el padre del primogénito, es mucha responsabilidad para mí y yo quiero tener un hijo que sea libre como el viento sin tener una carga tan pesada como ser el primero de la generación.

Shindra: Entonces... ¿puedo vestirme bien?

Hayate: Si, adelante, pero quédate esta noche conmigo y abrázame.

Apagaron la fogata y se acostaron abrazados. Shin se sintió un poco decepcionada, Hayate era un romántico y pervertido a la vez, tenía un equilibrio perfecto de lo que era un hombre. Se sentía aliviada de que todavía tuviera la oportunidad de conservar su pureza e iba a luchar para que fuera de ese modo por más tiempo. Cerró sus ojos y se quedó dormida abrazada por Hayate, quien ya tranquilo, hizo que el cielo se despejara y dejara asomar la luz de la luna.

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Comments

Serenity

Serenity

🙃

2021-07-28

1

Jslf Akxj

Jslf Akxj

Pobre niña lo que tiene que sufrir.

2021-07-24

3

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