CAPÍTULO 17

Han pasado dos días desde ese “accidente” con la bestia, Shin despertó de un profundo sueño, ya va entiendo que cada que tiene un encuentro por primera vez con alguien, termina sumamente cansada; recordó que, cuando Natku la llevó a la recamara, inmediatamente se desmayó en cuanto se sentó en la cama. Se dirigió al baño y preparó un baño de burbujas en la tina donde se sumergió y dejó que el agua jabonosa la relajara. No dejaba de pensar en cómo había terminado en la celda de Leyai, precisamente ahí, pues el calabozo tiene numerosas celdas. También analizaba la diferencia que hay entre los hombres que la habían tocado, cada uno tiene su propia forma de seducirla, incluso podría asegurar que Natku es una combinación de ellos, aunque aún le faltaban varios por experimentar…

Natku: ¡Buenos días, Shin!

El ojos verdes apareció de pronto recargado en la puerta del baño, observándola y eso la sacó de sus pensamientos.

Shindra: ¿Desde cuando estás ahí?

Natku: Acabo de llegar, no estabas en la cama… ¿en qué piensas?

Shindra: En lo que pasó con el animal, pensé que lo estaba haciendo bien con mi entrenamiento, no creí que le hacía daño a la cría…

Natku: No fue tu culpa, todos llegamos a la conclusión de que Leyai manipuló el suceso a su favor, para que estuvieras con él.

Shindra: ¡Ese maldito engreído!

Natku: Shin… ¿cómo te trato?

Shindra: Fue muy brusco, en verdad me lastimó, me duele el vientre.

Natku se acercó a la tina y entró, Shin se sorprendió y dió un sobresalto.

Natku: Tranquila, mis habilidades me permiten curar heridas, no te muevas, confía en mí.

La ojos zafiro se relajó y, por debajo del agua, sintió como algo se adentraba en ella, se quejó un poco y los espasmos que tenía empezaron a bajar de intensidad, un frio agradable invadió su bajo vientre y el ambiente se hundió en un aroma de menta fresca. Natku terminó y salió de la tina, Shin se sentía mejor, como si lo que hubiera pasado con Leyai se esfumara de sus recuerdos, se relajó más y se hundió hasta el cuello del agua jabonosa.

Natku: Tomate tu tiempo, te veo más tarde.

Shindra le sonrió en forma de agradecimiento y se quedó sola a disfrutar su baño. Por otro lado, los humanos estaban sentados en medio de la selva junto con nueve de los diez maestros y Hank. Entre árboles de enormes hojas que les daba sombra sin llegar a las penumbras, esperaban a Natku para saber la situación de la futura madre; después de un rato, el faltante llegó.

Hank: Que bueno que llegas, Natku. ¿Como están las cosas con la señorita Shin?

Natku: Ya despertó y se dio un baño, la dejé en la recamara para que siguiera descansando.

Tayue: Leyai escapó, hay que encontrarlo…

Hayate: Pero es bueno ocultándose…

Hank: Es cierto, solo nos queda no perder de vista a la señorita Shin.

Issei: Por esto también queremos su ayuda, humanos, ¿serían nuestros ojos si en algún momento Shin se queda con ustedes?

Kenta: ¡Claro que sí! No hay problema.

Duke: Sabemos que si se presenta algo peligroso no podrán hacer mucho, pero con lo que vean y nos lo digan, será de ayuda.

Nawako: Nosotros, por nuestra parte, cada vez que entrenemos a Shin, la escoltaremos hasta la presencia de Natku, quien sería su principal cuidador.

Hank: De acuerdo, pero esto no se le dirá nada a la señorita Shin, hay que llegar al fondo de esto, ¿quedó claro?

Todos: ¡Si!

Tres días después, en uno de los jardines de entrenamiento, nuestra protagonista se hallaba adiestrándose junto con Nawako, ahora la actividad consistía en encontrar al verdadero ilusionista en medio de varias siluetas provocadas por él.

Nawako: Debes concentrarte, no permitas que ningún ruido se adentre en tu cabeza, solo así podrás ubicarme con facilidad.

El cabellos morados se había clonado una docena de veces y, como primera lección en su tipo, esperaba que la castaña pudiera encontrar al verdadero sin estar en medio de una pelea, ya con el tiempo, la dificultad se elevaría. Shindra cerró sus ojos y filtro cada uno de los ruidos, con la ayuda del entrenamiento de Shun, el apartar los sonidos de su mente no era gran problema; de pronto, un par de agujas finas, aterrizaron en su cuello y la sacaron de su atención. La chica se quitó las agujas que eran transparentes y Nawako, que deshizo su habilidad, las tomó y las observó.

Nawako: ¡¿Que rayos es esto?!

Shindra: Nosotros le decimos agujas de bordar.

Luego, un olor a anís con azúcar derretida capto de inmediato la atención de la chica, quien comenzó a correr en dirección al castillo. Nawako trató de seguirla hasta el interior del lugar, pero no era buen corredor y se le perdió entre los pasillos. Por otro lado, Tamayo abrió la puerta de su recámara y, con una velocidad apresurada, entró un pequeño animal rojizo con manchas negras, sus pequeñas alas de murciélago estaban amarradas con una especie de collar hecho de flores blancas amaradas con un tipo de chicloso dorado, el chico tomó al animal antes de que entrara al baño y le quitó el collar.

Tamayo: Te lastima, ¿verdad? ¡Listo!

Las alas del animal empezaron a estirarse, lo llevó al balcón y el pequeñito emprendió el vuelo como un animal libre, luego el chico depositó ese collar en el buró y cerró la puerta de acceso para darse un baño, ya que sus ropas estaban manchadas por darles de comer a las bestias de un pantano. Regresando con Shin, ella seguía corriendo entre los pasillos, ubicando ese olor que la guiaba hasta cierto lugar, subió las escaleras con rapidez, llegó a un piso donde el olor era más intenso, pero había varias puertas en un mismo pasillo, así que se tomó el tiempo para encontrar esa puerta. Mientras caminaba y alzaba su nariz para inhalar esa fragancia, su cuerpo empezó a sudar y su corazón a palpitar, sus mejillas se volvieron un poco coloradas y la desesperación por encontrar lo que desprendía ese aroma la hizo caminar más aprisa y desabotonar un par de botones de su ligera blusa. Se detuvo frente a una puerta y, sin pensarlo, abrió y entró, encontrándose con una alcoba parecida a la de Natku, pero sin esas hojas secas en el piso ni esas lianas colgadas en el techo. Ese olor a anís era muy intenso y esos efectos secundarios que provocaban en ella se intensificaron; se quitó sus zapatos, desabotonó por completo su blusa, se quitó su falda y desamarró su coleta. De repente, la puerta del baño se abrió y salió Tamayo con una toalla envolviendo sus caderas y otra toalla que usaba para secarse su cabello.

Tamayo: Pero ¡¿qué…?!

La humana estaba algo confundida por el aroma, trató de dar un paso en frente, pero cayó torpemente sobre su retaguardia, el rubio se le acercó preocupado y tocó su mejilla.

Tamayo: Shin, tienes fiebre… ¡espera!, voy por Natku…

El maestro animal se dirigió a su puerta, pero el campo de fuerza le impidió siquiera tocar la perilla, - ¡Rayos! Olvidé lo que había comentado el Gran maestro… - pensó el chico, - ahora… ¿debo estar con ella para poder salir? ¿o tenerla para que se le baje la fiebre? – el joven entró en un dilema, volteó y se agachó hacia la chica.

Tamayo: Emm… Shin, sé que esto no debería de pasar, pero…

Shindra se acercó al joven, alcanzó sus mejillas con sus manos y lo jaló para besarlo con súplica, él se sorprendió y tiro la toalla que traía suelta. Poco a poco correspondió el beso, nunca había sentido unos labios tan delicados de una mujer, aunque ella no estuviera en sus cabales; la cargó sin separarse y la recostó con delicadeza en la cama, una causa extraña los había puesto en esa situación y el instinto animal de Tamayo empezó a despertar mientras más duraba el beso, aunque no fuera el primer hombre entre las piernas de la morena, no quería lastimarla en su primer encuentro con él, así que siguió lento y calmado, acariciando esa piel morena de su pareja. En otro asunto, en el jardín…

Natku: ¡¿Perdiste de vista a Shin?!

Nawako: ¡Lo lamento! Se me escapó, corre tan rápido...

Hayate: Tranquilízate, Natku. Al menos no ha salido del castillo, todos nosotros estamos fuera de las recamaras atendiendo nuestros deberes...

Tayue: Mmm... tengo entendido que Tamayo regresó... así que cabe la posibilidad de que... este con él.

Una corriente de frío pasó entre los maestros, sorprendidos ante tal declaración, el menor de todos ellos estaba acamando con Shin en estos momentos...

Natku: T-Tamayo...

Kinto: Espera, ¡morado!, ¿que fue exactamente lo que pasó en el entrenamiento?

Nawako: Shin y yo estábamos practicando cuando, de pronto, alguien lanzó unas agujas al cuello de la chica, las tomé y ella captó un olor, se echó a correr hacia el castillo, pero como en el cuarto nivel la perdí, de verdad es escurridiza.

Natku: Muéstrame las agujas.

Nawako le entregó las dos agujas, el chico verde probó la sustancia líquida y enseguida la escupió.

Natku: Están bañadas en una especie de sustancia de hierbas alucinógenas.

Nawako: Pero eso la hubiera mareado, ¿no?

Natku: Dijiste que se percató de un olor, ¿de qué se trataba?

Nawako: Ni idea…

Natku: Entonces esta sustancia elevó su sentido del olfato y siguió el aroma...

Shun: Hay que averiguar si realmente Shin está con Tamayo.

Issei: De eso me encargo yo.

El albino se elevó y con su vista empezó a buscar la alcoba de Tamayo, luego se percató de dos siluetas besándose frente a la puerta, se ruborizó y descendió lentamente.

Kinto: ¿Y bien?

Issei: Pues... Tamayo si está con Shin...

Duke: Entonces ¿Tamayo lo planeó...?

Tayue: Imposible, él no tiene malicia para eso, debe de haber otro involucrado.

Hayate: ¿Dónde está Kai?

Issei: Con los humanos, los llevó a una de sus cascadas favoritas.

Hayate: ¿Qué crees tú, Natku?

Natku: Creo que... Necesito pensarlo un poco más...

El chico verde se alejó de sus hermanos pensativamente, la única manera de atar cabos era preguntándole a Tamayo y a Shindra, pero eso sería hasta después de un largo rato, caminó hasta adentrarse a la selva para dar sus típicos paseos y despejar su mente. Continuando con la pareja, los besos continuaban desviándose un poco al cuello y a las orejas de la chica, él brotó sus colmillos y le dio esa típica mordida de pertenencia, después la liberó y la miró con lujuria.

Shindra: Por favor, continúa...

Tomo esos hombros abultados, lo haló hacia ella y lo besó de nuevo, Tamayo era sumamente caballeroso y se limitó a dar el vai ven lento para no lastimarla, ya que guardaba un instinto animal para una ocasión donde la chica estuviera completamente en su juicio y no sentir que se estaba aprovechándose del afrodisiaco que estaba en su organismo; ella, por su parte, aunque no entendía cómo había llegado a la recamara del señor de los animales, ese aroma a dulzor la atrajo como abeja a la flor y sintió unas ganas tremendas de estar con alguien, fuese quien fuese, afortunadamente para ella apareció el ojos naranjas casi desnudo y no dudo en atraerlo. El rubio trataba de controlarse, pues el encuentro sacaba su lado salvaje, miró que el collar se había marchitado y se detalle le llamó la atención, pero Shin lo sacó de trance.

Shindra: ¿Por qué te detienes, Tamayo?

Tamayo: ¿Qué?

El aspecto de la humana había cambiado, ya no tenía esa mirada perdida, su cuerpo se mantenía en equilibrio normal y le sonreía como si lo que estuvieran haciendo fuera normal.

Tamayo: Pero... ¿Cómo...?

Shindra: Debo admitir que, si me sentía mareada al principio, pero ahora me encuentro mejor.

Tamayo: Entonces... Lo que me dijiste... Y los besos...

Shindra: Fueron verdad...

Eso lo sorprendió, se ruborizó y bajó la cabeza, había calmado su impulso salvaje por mucho tiempo, ahora que tenía a su amada con él y estaba consciente de la situación, ya no podía controlarse y empezó a dejar salir su instinto animal.

Shindra: ¿Tamayo?

Tamayo: Shin... por mis poderes… yo soy un poco salvaje...

El cabello del chico empezó a crecer, sus uñas se alargaron, sus colmillos se hicieron grandes y su mirada se volvió más penetrante.

Tamayo: Entonces ya puedo hacerte mi mujer como debe ser....

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