A Shin todo le dio vueltas, se enderezó un poco y notó sangre en su cabeza por el impacto, su espalda estaba adolorida y su mano estaba hecho un desastre. Miró frente a ella y se da cuenta que cayó en un calabozo húmedo y frio.
Leyai: Ha pasado tiempo, Shin…
Esa voz le dio escalofríos, volteó y vio al dios de la oscuridad, recargado en los barrotes impregnados de hollín. Ella se sobresaltó, pero no pudo moverse bien, su columna estaba lastimada y se levantó con dificultad, caminando hacia la reja, apenas la tocó y un capo de fuerza la aventó hacia el muro, lastimándola más.
Shindra: ¡Rayos, eso me dolió!
El ojos rojos soltó una leve risa y se le acercó un poco.
Leyai: No puedes irte.
Shindra: ¡¿Por qué no?!
Leyai: ¿No lo sabes? Este es mi aposento temporal, una prisión, y has caído aquí por accidente.
Shindra: No entiendo…
Leyai: Es decir, no puedes irte hasta que te hayas entregado a mí por completo, como con Natku. Las reglas dictan que, si aún no cargas al primogénito en tus entrañas e invades cualquier aposento que no sea el de Natku, entonces el dueño de ese alojamiento tiene derecho de tenerte completamente, ¿entiendes? Así que este es mi aposento desde hace días y pues, ya estás aquí, a mis pies.
La chica no recordaba eso, era lógico, aunque nunca pensó que Leyai se encontrara en este lugar y para mala suerte, había caído en la celda exacta que lo aprisionaba.
Shindra: No te daré el gusto…
Ella se levantó con dificultad y, rápidamente, Leyai le cerró el paso con su cuerpo, chocando su mano contra la pared.
Leyai: No te preocupes, yo me encargaré de hacer todo el trabajo.
El oscuro la cargó y la recostó a toda prisa en un futón grande, se puso encima de ella y le arrebata esos labios con un beso intenso y desesperado, la chica trató de empujarlo, pero él era más fuerte. Ella golpeó el pecho de Leyai, él tomó esas muñecas inquietas y las aprisionó arriba de su cabeza; en un momento de rabia, la morena hizo un movimiento con su boca y mordió al tipo. El ojos rojos se vio obligado a separarse y ella aprovechó para darle un cabezazo que lo hirió en la nariz y dejó libre sus muñecas; con un movimiento lento, Shin se enderezó para salir de ahí, pero el azabache reaccionó rápido y la jaló de una de sus piernas antes de que se levantara completamente, mirándola con ojos de despiadado.
Leyai: Eres la primera mujer que me lastima el rostro, esto lo pagaras caro…
El hombre inmediatamente mordió su cuello, ella gritó ahogadamente y sintió como le inyectaba una solución desde sus colmillos. Las fuerzas de la chica se fueron perdiendo y su mareo aumentó más, siguió consiente de lo que pasa alrededor, pero con poca movilidad en su cuerpo, el ojos carmesí la liberó y contempló la mirada retadora, pero débil de la chica.
Leyai: Ahora, al fin podrás ser mía.
Por otro lado, los humanos regresaron al castillo y, en el gran salón, están todos se reunieron.
Kenta: ¿Y Shin?
Shun: La bestia la atacó con su cola y fue a parar al calabozo.
Tayue: No puede ser…
Hank: No hay forma de llegar allí, de seguro se habrá activado el campo de fuerza que obliga a la humana a estar con el dueño del aposento.
Mako: ¿Está con ese tipo de ojos rojos?
Natku: Si, y no hay marcha atrás…
Las palabras del ojos verdes sonaron vacías y tristes, su pareja tenía que entregarse al señor de la noche si quería salir de allí y, de pronto, recordó las palabras del ojos-rojos, (el destino se pondrá a mi favor y tendrás que compartirla conmigo antes de que llegues a embarazarla) , lo que sugirió que algo tuvo que pasar para que se diera ese “accidente” con el Santari.
Natku: Tamayo, según tu evaluación, ¿qué crees que haya ocurrido con el Santari adulto?
Tamayo: Algo tuvo que asustarlo mucho o deben haber bloqueado su sentimiento de empatía porque no reaccionó ante los sentimientos de Shin con su cachorro.
Natku: ¿Y que lo podría asustar así?
Tamayo: Una invasión a su camada, una pelea entre machos o el ataque de un Jalenko.
Hank: ¿Qué piensas, Natku?
Natku: Tengo la impresión de que ese accidente fue provocado… por Leyai.
Tayue: Puede ser…
Kai: Pero ¿cómo lo logró?
Tamayo: Lo más seguro es que se haya comunicado con sus mascotas para el revuelo…
Kinto: Maldito astuto…
Duke: Pero ya se había tranquilizado la bestia, ¿por qué le dio un colazo a Shin?
Tamayo: Estas criaturas odian ser montadas, cualquier cosa que se les ponga encima, automáticamente la retiran.
Hank: Lo siento mucho, Natku, pero la señorita Shin ya está con alguien más, y las reglas, son las reglas.
Natku bajó la cabeza y se retiró del gran salón.
Hayate: Dejémosle solo, tiene que pensar en lo que sucederá después con la señorita Shin.
Más tarde, en la alcoba de Natku, él observó que las flores azules de las lianas en el techo comenzaron a lanzar una gota de líquido rojo, similar a la sangre. El cabello de hoja no pudo evitar sentirse muy celoso, esas flores eran la única manera de saber cómo se encontraba su pareja y le habían indicado que el encuentro entre ella y Leyai había comenzado, miró el cielo a través de la ventana y tocó su corazón – ¿por qué me siento tan celoso, si es parte de nuestras tradiciones…? - dijo para sí, - esto es extraño… -. Mientras tanto, en el calabozo del sótano, la chica trataba con todas sus fuerzas no soltar ningún sonido, su cuerpo no le responde sus órdenes y cada vez se siente más mareada, con un dolor de cabeza empieza a atormentarle.
Leyai: No trates de contenerte o si no, mi veneno acabará matándote.
Shindra: ¡Suéltame…!
Leyai: Vamos…, no te resistas más, solo déjate llevar y te prometo que lo disfrutarás mucho…
Shin derramó un par de lágrimas, su actitud rebelde acababa de ser pisoteada por la mordida en su cuello y su cuerpo se encontraba a la merced del tipo. A los pocos minutos ella dejó de luchar y el caballero al fin pudo tocarla en su entrepierna
Leyai: Bien, Shin. No te arrepentirás de esto…
Shin cerró sus ojos lentamente, inhalando el aroma del oscuro, – ¿por qué sus manos se sienten tan bien…? – pensó, el ojos rojos puso más empeño al escuchar el pensamiento de la humana, lamió su cuello y ella se dejó llevar por el acto; después de un rato de seguir así, Shin no aguantó más y llegó hasta su límite, recargando su cabeza en el cuerpo de Leyai.
Leyai: Con esto ya eres toda mía y puedo tenerte las veces que quiera…
Shindra: Ya… puedes… dejarme ir…
Leyai: Aun no, apenas estamos empezando ¿y ya quieres huir…? dije que puedo tenerte cuando se me plazca y ahora quiero estar contigo…
El pelinegro la recostó boca arriba y la desnudó, Leyai sonrió relamiéndose los labios y de un solo empujón entra en ella. Después el ojos rojos la levanta y la jala para sentarla en su regazo, ella toma la iniciativa y besa los labios del maestro, él acepta la ofrenda con agrado y la abraza sin perder la cadencia entre sus caderas. Mientras dura el beso, sus cabellos negros son recorridos por los dedos de la ojos zafiro, se separan para respirar y él acaricia su mejilla.
Leyai: Eres exquisita, mujer. Nunca pensé que mi primera vez sería tan excitante…
Ambos aceleran el ritmo y después de unos minutos, ambos terminan al mismo tiempo. Él se aferra a ella para después recostarla y descansar a un lado de ella, se tapan con un par de sábanas blancas y quedan mirando al techo.
Shindra: ¿Tu primera vez? No lo creo.
Leyai: ¿Por qué dudas?
Shindra: Gustas de tener chicas a quienes torturas, una forma de hacerlo es agredirlas, así que no creo que yo haya sido tu primer encuentro.
El ojos rojos soltó una risita.
Leyai: Tienes mucha imaginación, pero créelo, nosotros no podemos intimar con las humanas, a excepción de ti.
Shindra: Cierto, olvidaba que eres uno de ellos.
De pronto, apareció Natku dentro del calabozo de Leyai, portando ropa limpia para Shin, la pareja en la cama voltea a ver al ojos verdes y ella se levanta con una de las sábanas tapando su cuerpo.
Shindra: ¡Natku! ¿Como entraste?
Natku: El campo de fuerza que los rodeaba desapareció. Toma, te traje ropa… no fue gentil contigo, ¿cierto?
Shindra negó con la cabeza y tomó la ropa para empezar a vestirse.
Leyai: Pero le gustó mucho…
Natku: Por supervivencia, claro…
Ambos se miraron y un rayo de rivalidad nació entre ellos.
Shindra: No importa, al menos puedo salir de aquí.
Leyai: ¿Te la vas a llevar?
Natku: Claro, recuerda que ella me es dócil solo a mí, así que vengo por mi mujer para que vaya a dormir conmigo, dejare la puerta abierta para que te vayas como prometiste.
Shindra: ¿Como lo prometió?
Leyai: Así es, me prometió libertad a cambio de conocimiento.
Natku: Después te explico, Shin. Es hora de irnos.
Leyai: Oye, Natku, no puedo cumplir la promesa de no volver, tengo que ver a Shin, que también es mi mujer, las veces que yo quiera.
Natku: No hay problema, pero es bajo tu propio riesgo.
Natku cargó a Shin en sus brazos y la llevó a su alcoba. Leyai se quedó un poco asombrado ante la actitud del hombre verde, como si supiera que la chica nunca le correspondería como a él. Tomó sus ropas, se vistió y salió caminando de su prisión, perdiéndose entre las tinieblas de la noche.
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Comments
la_loca_por_el_yaoi🥵😏
me encanta 😻😻
2021-07-24
1