CAPÍTULO 6

Después de unos momentos, ambos se separaron para agarrar un poco de aire, él pasó una de sus afiladas garras sobre la blusa blanca de ella y poco a poco la cortó para dejar al descubierto el ajustador beige y un pecho agitado con una piel de gallina, - no, por favor, ¿cómo puedo escapar de aquí?... – pensó la humana.

Issei: Cierra tus ojos...

Le ordenó, ella obedeció soltando una lágrima, él bajó a su cuello para besarlo lentamente escuchando un gemido ahogado, rasgó por completo la prenda de la chica y acarició todo lo que encuentró a su paso, no había tiempo que perder, quería hacerla suya en ese instante. Tomó una actitud intensa y ardiente mientras lamía los hombros de la humana, los mordía con suavidad y rasguñó delicadamente sus brazos como gato en celo.

Shindra: E-espera...

Issei: Me llamo Issei…

Shindra: I-issei…

Mencionó su nombre en tono de deseo, él se emocionó más ante tal gesto, ella aferraba sus brazos en la cintura del apuesto hombre como diciéndole que no parara, que lo disfrutaba mucho. Issei alzó la falda negra hasta las caderas, separó sus piernas y se acomodó entre sus muslos, ella flexionó una de sus piernas para sentirlo mejor y empezó el jadeo entre ambos. El albino estaba tan ocupado en el faje que olvidó por completo que estaba utilizando su hipnosis mental con Shin, ella recuperó su conciencia, pero no quería ser tan evidente, ya había ideado un plan de escape, solo había que probarlo en el momento justo.

Ella acarició el cabello claro de Issei, él volvió al cuello, dejó al descubierto sus colmillos y la mordió. Shin se quejó y rasguñó su espalda, él la liberó, la alzó y la sentó en su regazo, con sus piernas abiertas y la recargó en el árbol. Era ahora o nunca, ella lo distrajo con una faena de caderas mientras lo incitaba a gemir, lentamente se recargó en él hasta que lo recostó sin dejar de hacer el movimiento de vai ven. El corredor, desviado por el placer, no se dio cuenta que ella tomó sus brazos y los acercó peligrosamente a las raíces del árbol, hasta que no pudo moverlos.

Rápidamente Shin se separó de él tapándose el pecho y salió disparada hacia el puente de madera. Issei dio una maroma para jalar su brazos, pero las raíces eran muy fuertes y le tomaría un poco de tiempo escaparse, sonrió y vio que la chica cruzaba el puente sin mirar atrás, - eres muy lista, Shin.. - pensó, se ocupó del árbol y, después de varios tirones, pudo zafarse, pero ya era tarde, ella había cruzado a la superficie rocosa y las reglas dictaban que no había que entrometerse en terreno ajeno ni ser dos contra uno en este ritual.

Después de haber corrido un largo tramo, las piernas de la humana ya no podían avanzar, le faltaba el aire y tomó un pequeño descanso debajo de una roca. Ahora se encontraba en otro tipo de lugar, como un desierto de rocas enorme, donde te podías perder con facilidad o caer si no tenías cuidado. Tocó sus labios y no podía negar que los besos de Issei eran abrumadores, en verdad le transmitían toda su entrega en ellos, su lengua podía recorrer toda su cavidad y sus caricias eran suaves y cariñosas. Se enamoró de esos ojos violeta tan hermosos, que parecían dos joyas brillantes y con ese cabello blanco le daba una apariencia misteriosa.

Ella estiró las piernas, se levantó y caminó para conocer mejor el lugar. Hizo un nudo en su blusa dejando al descubierto un poco de su abdomen, cepilló su cabello con sus dedos y acomodó su falda larga, ya un poco desgarrada. - ¿Cómo les estará yendo a mis amigos? – pensó mientras tocaba las rocas de distintas texturas. Pasadas un par de horas se adentró a una cueva amplia para poder dormir un poco. Se recargó en una peña y cerró sus ojos. Unos minutos después escuchó el deslizamiento de varias rocas, eso la alertó y sospechó que Issei la había ubicado. Se levantó y sigilosamente empezó a buscar dentro de la cueva algún rastro de vida; caminó más adentro hasta que la oscuridad se apoderó de su entorno. Asustada, buscó la salida, pero lo que no sabía era que las cuevas eran sumamente engañosas y perdió el camino de regreso.

-¿Ahora qué hago? - se preocupó; tocando la pared recorrió el lugar y rogó encontrar al menos la luz del sol. No tardó mucho para ver una iluminación roja al fondo, se dirigió hacia esa dirección y encontró un amplio espacio de piedra laja de color sangre, la luz provenía del sol que se adentraba en un amplio domo. Se alivió y miró de cerca el muro, tenía grabaciones extrañas, hechas con un cincel de manera maestra, escuchó pasos y cuando se volteó, un brazo limitó su huida, unos ojos color marrón la veían hambrientos y sonrió triunfante.

Kinto: Bienvenida a mis aposentos, Shin…

Shindra: ¿Qué... quieres...?

Ya sabía la respuesta, pero preguntó asustada. La presencia del chico le ponía los pelos de punta, se notaba que era de armas tomar, daba miedo, pensaba que, si hacía un movimiento en falso, la mataría. Tragó un poco de saliva y ocultó su mirada con su cabello, los ojos del chico eran tan penetrantes que la desnudaban.

Kinto: Sabes muy bien a lo que he venido, por ti... y por tu cuerpo.

Esto último se lo dijo al oído, un horrible escalofrío recorrió el cuerpo de la chica y empujó al joven para poder escapar, corrió por donde había entrado, pero antes de llegar allí algo sujetó su tobillo y lo jaló, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera. Kinto la detuvo con su látigo, tirada en el piso la empezó a jalar hacia a él, ella se sostuvo de lo que pudo, pero el hombre tenía una fuerza impresionante, de un tirón ya la tenía a sus pies.

Kinto: ¿A dónde vas?

Shindra no podía moverse del miedo, solo se limitó a temblar y retroceder de a poco, él se agachó y, como una bestia asecha a su presa, se le acercó, ella soltó un par de lágrimas, su corazón palpitaba demasiado rápido y sudaba frío. Kinto le sonrió de manera malévola, sabía que estaba aterrada, bloqueada, sin poder respirar bien. La chica chocó contra un muro, su cabeza se lo advirtió, pensaba que debía moverse, pero su cuerpo no respondió, no hizo nada. Sus ojos azules habían perdido el brillo pacífico que los caracterizaba, ahora eran mates con gotas en los bordes, esperando el siguiente movimiento del dominante.

En el castillo, los humanos estaban en un gran silencio, nadie hablaba de lo sucedido en el salón. Tafy y Karimen pintaban sus uñas, Amei abrazaba una almohada, Fumiko estaba recostada en la amplia cama mirando hacia el techo, Mako se encontraba sentado en una silla con una pequeña mesita, con sus manos entrelazadas bajo su barbilla, y Kenta había salido al balcón para olvidar ese momento tan incómodo de Shindra. Después de un largo rato, Hank abrió la puerta, todos se sorprendieron y se le acercaron impacientes.

Amei: ¿Qué ha pasado?

Hank: Ha escapado, Issei no pudo retenerla.

Fumiko: Que alivio...

Kenta: Cuéntenos, por favor.

Hank: Mmm... pues creí que Issei la tenía bajo su control, pero cometió un error, se distrajo demasiado y ella aprovechó eso para escapar.

Mako: ¿Qué hizo?

Hank: Issei tiene la habilidad de hipnotizar, es el más veloz y mejor buscador que tenemos, pero la hipnosis necesita mucha disciplina. Él... en verdad... mmmm, en su idioma sería... que... le estaba haciendo el amor...

- ¡¿Ah?! -, quedaron todos estupefactos.

Hank: Eso hizo que la chica pudiera salir de su transe e idear un plan. El árbol donde estaban suele ser muy caprichoso con lo que toca sus raíces enterradas, así que Shin lo guio hacia esa trampa y lo amarró allí. Eso fue una idea genial.

Amei: ¿Y dónde está ella?

Hank: Fue al laberinto de las rocas, a esconderse, pero allí se encuentra Kinto, el más rudo de nosotros. Su mejor habilidad es controlar la materia rocosa, espero que pueda con él.

Dio media vuelta y salió de la recámara. Los chicos se quedaron en silencio, cada vez las cosas empeoraban para Shin y ellos no podían ayudarla. Dentro de la cueva, las muñecas de la ojiazul estaban atrapadas en unas esposas de roca adheridas al piso de sangre de pichón, sus piernas estaban abiertas para darle paso a las caderas de Kinto, mientras él deslizaba su mano sobre esos muslos morenos ,alzando esa prenda negra estorbosa. Más arriba, la blusa blanca se había ido, se encontraba a unos centímetros de la pareja que se comía a besos, él es el que lleva el ritmo del movimiento mientras ella busca respirar, el ojos marrones tocó el sujetador que tenía un broche en la parte de enfrente, ocupó sus dos manos para abrirlo y se escuchó un "clic".

Shindra: No..., no...

Murmuró suplicante, él dejó de besarla para contemplar esa mirada que le rogaba que se detuviera, esos ojos azules ya brillan un poco más, su cara estaba sumamente ruborizada, su frente sudaba y su cabello desparramado en el suelo la hacían lucir atractiva y sensual. Él sonrió de lado y empieza a besar, lamer y dar mordidas a su cuello, inconscientemente ella lo estiró y curveó más su espalda. Kinto siguió bajando, ella se sobresaltó porque él estaba yendo demasiado lejos y comienzó a sacudir su cuerpo para alejarlo.

Kinto: No me dejas alternativa.

En otro escenario del mismo lugar, Shindra está amarrada de los antebrazos por la espalda con una hilera de rocas que son usados como cuerda, su sujetador ya no está y un par de marcas de mordedura lucen en sus hombros. Kinto se recargó en una gran roca y sentó a la chica arriba de su regazo para abrazarla por la espalda y recorrer con sus manos todo lo que pudiera alcanzar. La joven no puede evitar recargar su cabeza en el hombro del cabellos café, él mordió el lóbulo de su oreja y despiertó en ella un electrificante piel de gallina.

Shindra: Por qué... yo... n-no quiero...

Kinto: Te lo diré porque estás siendo buena chica...

El ojos marrón empezó a dar besos a su espalda mientras le explicaba.

Kinto: En temporada de celo, elegimos a una humana para que podamos preñarla y que de ella nazca una nueva generación de nuestra especie. Tú eres la reencarnación de todas aquellas mujeres que han sido madres en este mundo. Por eso sólo eres tú y nadie más a la que acechamos, cortejamos y nos posamos entre tus piernas.

-Me sigue pareciendo estúpido… – pensó la mujer

Kinto: N-no puedo... esperar más.

Shindra: ¡E-espera…!

La chica empezó a fingir que le está gustando las caricias del maestro tierra, mientras ella movía sus manos para liberarse de la roca que la aprisiona.

Shindra: S-sigue… tocándome…

El cabellos café sonrió y continuó acariciándola. Tras unos minutos la humana quedó libre, el calor y el sudor que compartían ambos hizo que la piedra se humedeciera y se hiciera barro. Lentamente, entre jadeos, dirigió su mano al bolsillo de Kinto, quien portaba pequeños cinceles y cuchillos, tomó uno y curveó su espalda, luego le dio un cabezazo al ojos marrones y éste cayó de espaldas, ella posó todo su peso sobre él y amenazó su cuello con el arma blanca.

Shindra: Ahora han cambiado los planes.

Shin encajó el cincel en la mano del joven y huyó despavorida, llevándose la camisa de Kinto, corrió lo más que pudo en la oscuridad mientras se vestía y acomoda su falda. El hombre se había enfurecido y fue tras ella, está vez, si la alcanza, la tendrá, aunque le duela. La joven escuchó que su perseguidor se acercaba y, en un descuido, cayó dentro de un lago subterráneo que la succionó. Kinto llegó hasta donde la vio por última vez y se resignó, ya no hay marcha atrás, había logrado escapar.

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Comments

Martha Padilla

Martha Padilla

Que nervios 😦😦😦

2024-01-17

0

Azucena Guadalupe Cervantes López

Azucena Guadalupe Cervantes López

:o

2022-01-09

1

Serenity

Serenity

😶

2021-07-25

2

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Capítulos

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