Capítulo 8

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Ella estaba hablando animadamente, estaba mal lo que estaba haciendo, pero por más que intentaba apartar mis ojos era imposible.

-¿Qué pasa? - se da cuenta de mi mirada, se mira ella por encima. - ¿Por qué me miras tanto? - se vuelve a mirar estirando su camiseta mirando sus pechos para después mirarme a mí.

-Nada, solo que me sorprende que te pongas ahora collares y esas cosas – le quito importancia poniendo de por medio la cadena fina que llevaba puesta.

No era de ponerse esas cosas así que también me extrañaba que se las pusiera ahora.

-¿Te gusta? Es nueva me la regalaron – me dice ella sonriendo. - Si te gusta tanto puedo regalártela a ti así me recordaras – vuelve a sonreír.

-No, te la regalaron a ti, además se ve mejor en ti – niego con mi cabeza.

-Tengo algo de dinero ahorrado puedo comprarte una a ti, vi unas cuantas que te quedarían genial – ella sigue insistiendo y yo me pongo serio.

-Ponte sujetador – me levanto incomodo pensando en que podría venir mi padrastro y decirla algo que la pueda herir.

-Me encantaría, pero es que no tengo y están caros – me dice ella bajando su voz, como si estuviera avergonzada.

-¿Cómo que no tienes? - frunzo mi ceño.

-Bueno es que nuestro padrastro acuérdate que dejo de comprarnos cosas, mama no tiene mucho dinero lo poco que tiene lo gasta en algo de comida y la ropa que tenía me está quedando pequeño - como siempre nuestro padrastro tenía la culpa de todo.

Entonces cuando sus palabras se repiten en mi cabeza me doy cuenta que ella no está avergonzada por no tener sujetadores de su talla si no que hay algo más.

Ella se está convirtiendo en una mujer y lo más seguro que haya tenido su primer periodo y nadie estaba a su lado para tranquilizarla.

-Hermanita... - la llamo. - ¿Te vino ya tu primer periodo? - la pregunto y siento sus nervios aparecer.

-No entiendo porque me preguntas eso... - su cara cambia a una de asustada dándome la espalda.

-Oye... es algo normal no te preocupes, no quiero incomodarte solo quiero saberlo si necesitas algo sabes que puedes contar conmigo – levanto su barbilla para que me mira.

-Si ya me bajo mi periodo – baja su cara avergonzada, sus mofletes estaban ardiendo.

-Entonces si ya te vino... ¿Cómo compras las cosas que necesitas cuando te viene? - pregunto interesado.

-No las compro porque no me llega el dinero cuando lo tengo, me las tengo que buscar de otras maneras, no digo nada porque no quiero molestar a mama ya bastante tiene y menos a ti... - escucharla me parte el alma, no me gusta verla así.

-Entonces como lo haces... - sigo insistiendo.

-Es vergonzoso decirlo, pero como lo hacían antes de que se inventaras los tampones y las compresas... - ladea su cara para no mirarme a los ojos. - Me pongo trapos viejos para no manchar y con eso tiro como puedo... - expulso el aire sin creérmelo que este así, tiene que ser super incomodo.

Así era la pobreza te llevaba a cosas así...

-Está bien no te preocupes, quédate aquí voy a salir no tardó en llegar... - me muevo rápido porque ella intenta detenerme.

No pienso dejar que siga así, es mi hermanastra y tengo que ayudarla en todo lo que ella necesite, me encargare de eso...

Camino hasta él supermercado más cercano, cuando entro camino hasta el pasillo donde están las cosas femeninas.

Veo algunas chicas que me miran extrañadas al mirar las cosas del periodo.

Cojo compresas y tampones por lo menos una caja de tampones y dos bolsas de compresas normales para que tenga un tiempo.

Me acerco hasta la caja donde la chica que me atiende me sonríe, pero luego me mira extrañada al verme con lo que cogí.

Saco un billete pagándola ella me da un papel que se trataba de su número de teléfono, salgo del supermercado y la primera papelera que veo es donde tiro el número de aquella chica desconocida.

Vuelvo a casa encontrándome algún que otro amigo por el camino no sin antes pasarme por una tienda femenina donde vendía ropa interior, al principio no me acuerdo de la talla, pero cuando voy viendo me acuerdo de un día en la que escuche a mi madre decir la talla del sujetador de mi hermanastra.

Abro la puerta acercándome al salón pequeño donde estaba sentada en el sillón esperándome.

-Aquí tienes – la tiro las dos bolsas que ella las coge levantándose del sofá.

-No puede ser Ryan... - dice ella mirando por encima. - Antes de que vea lo que me trajiste siéntate a comer tranquilamente – me dice ella caminando de nuevo a la cocina.

-Vale – la sigo sentándome en una de las sillas.

Ella me lo calienta dejándomelo en la mesa, saca las cosas de las bolsas abriendo la boca sorprendida al ver dos sujetadores, uno negro y otro era rojo.

-Dios mío Ryan son preciosos te tuvieron que valer un montón – dice ella emocionada tocándolos, eran caros, pero no me importaba lo hacía por ella por su bienestar. - Enserio muchas gracias por todo lo que me compraste de verdad, ahora mismo me voy a probar los sujetadores – rodea la mesa hasta llegar a mi dejando un rápido beso en mi mejilla para salir después corriendo escaleras arriba.

Me quedé parado mirando hacía las escaleras, después comencé a comer pensando en ella.

Unos minutos después sus pasos se escuchan bajando las escaleras.

Se queda quieta a una distancia para después darse la vuelta abriendo sus brazos, feliz.

-¿Te gusta? - me pregunta emocionada.

Me la quedo mirando, ella tenía unos pechos ni muy grandes ni muy pequeños normales, eran bonitos no voy a mentir.

Con solo verlos puedo llegar a imaginarme cosas que no pueden ser, lo que no me esperaba para nada es que lo dijera enserio lo de enseñarme como le quedaba, fue una sorpresa para mí.

Tenía puesto el sujetador rojo que la quedaba muy bien con su tono de piel, estaba sin su camiseta y su pelo largo suelto dejándola aún más preciosa y sexy.

Su pelo se deslizaba por su espalda hasta llegar a su culo, me maldigo a mí mismo por estar teniendo tal pensamiento, me provoca cosas indecentes, nunca le había visto así de preciosa con su figura perfecta.

No era alta era bajita, pero admito que para la edad que tenía su cuerpo era increíble, cintura pequeña, grandes caderas, sus pechos perfectos, sus piernas gruesas y sus nalgas que nunca me fije en ellas hasta ahora.

¿Qué mierda me estaba pasando con ella?

-Te queda demasiado bien – le digo serio pero sincero.

-Si, me encanta me gustó mucho también el otro, tienes un buen gusto diste en el clavo – sonríe ella feliz.

-Si te pega con tu color de piel y con tu pelo suelto – la digo endureciendo mi mandíbula.

Ella pega un pequeño grito feliz tirándose a mi para darme un abrazo fuerte sintiendo sus pechos contra mi pecho.

-No sabes lo que te agradezco por esto, los necesitaba de verdad – se separa dejando otro beso en mi mejilla. - Eres el mejor hermanito – se separa.

-De nada hermanita – miro a un punto para no mirarla a ella.

Me vuelve a besar para después salir corriendo de nuevo escaleras arriba.

Me remuevo en la silla sintiendo como mi miembro crecía dentro de mis pantalones.

-¡MIERDA! - pego con mi puño cerrado a la mesa haciendo saltaran los cubiertos.

Me levanto de malas maneras acercándome al grifo para abrirle y comenzar a echarme agua fría por mi cara y detrás de mi nuca.

Mi respiración se acelera, es como si el lado perverso de mí quisiera salir de dentro de mí.

-¿Qué cojones te pasa Ryan? ¿Eh? Eres un completo idiota por pensar en cosas así - me digo en voz baja.

-Mierda no puedo pensar así es una niña - vuelvo a decirme pegando una patada no muy fuerte al mueble.

Estaba enfadado conmigo mismo por pensar de esa manera...

No paraba de repetirme en mi cabeza que ella era una niña que se trataba de mi hermanastra...

-¡Ryan! - de nuevo su voz y sus pasos bajar. - ¿No tienes acaso hambre? - siento como me abraza por detrás pegándose sus pechos contra mi espalda.

No me lo ponía nada fácil...

Ladeo la cabeza viendo el plato donde todavía había mucha lasaña.

-Si – me doy la vuelta haciendo que ella se separase, tengo mi cuerpo en tensión ella me mira fijamente.

-¿Te encuentras mal? - pasa su mano por mi pelo mojado. - Tienes que comer no me gustaría que te pusieras malo por no comer – sonríe. - Te guarde zumo de naranja – se aparta sacando el zumo de la nevera que estaba escondido.

Aprieto mis manos en el mostrador tensando mis músculos no se si podre aguantar esto.

Me muevo sentándome en la silla.

-¿Te puedo hacer una pregunta? - la digo serio tocando mi pelo.

-Si claro – me mira ella detenidamente desde el fregadero.

-¿Tú ya tuviste algún novio?

La miro serio esperando a que su respuesta sea un rotundo no...

Para el próximo capítulo tenemos que llegar a 220 👍

Elena

Ryan

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Comments

Veronica Guerrero

Veronica Guerrero

si está buenísima

2022-01-07

0

Daniela

Daniela

ahí dios mío mas

2022-01-05

0

Daniela

Daniela

uno más por favor

2022-01-05

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