Cansebero

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HADES

CAPÍTULO 15

Cerbero

Hades se dirigió hacia la multitud del Olimpo con una furia helada en sus ojos. Cada palabra que salía de su boca estaba cargada de una intensidad feroz, como si cada sílaba fuera una promesa de venganza. Su voz resonó en la sala, quebrando el bullicio alegre de la celebración.

—¡Escuchen bien, malditos bastardos del Olimpo! —rugió Hades, su tono helado como el acero—. Todos ustedes que están aquí para presenciar la coronación y la repartición de tierras son unos crédulos manipulados. Quiero que me escuchen claramente, todo el reino del Olimpo. Soy Hades, y volveré. Haré que todo este reino se convierta en polvo. Eso ténganlo por seguro. Volveré y verán de lo que soy capaz.

Su mirada se clavó en Zeus, que estaba al frente del escenario con una expresión de superioridad despreciativa. La multitud quedó en silencio, absorbiendo la amenaza que emanaba de Hades.

Zeus, con una mezcla de desdén y frialdad, respondió con una voz tranquila pero cargada de autoridad.

—¿Eso es todo lo que tienes que decir? Si es así, llévenselo.

Con una siniestra precisión, dos guardias se acercaron a Hades, rodeándolo con una amenaza constante de lanzas. La multitud observaba con una mezcla de fascinación y repulsión, sus murmullos se elevaban en un zumbido de desaprobación mientras los guardias arrastraban a Hades a la salida

—¡Volveré, solo esperen! —gritó Hades, su voz cargada de una desesperada determinación mientras lo arrastraban hacia el exterior.

El bullicio de la celebración se reanudó casi inmediatamente. La multitud se sumergió nuevamente en el frenesí de la coronación y la fiesta. Los dioses y sus aliados se dispersaron, celebrando con entusiasmo mientras el nuevo rey del Olimpo, Zeus, se preparaba para su discurso. El banquete, elaborado y opulento, servía a una clientela influyente: empresarios, comerciantes y alquimistas que dominaban la economía del Olimpo.

Hades, por otro lado, se encontraba en un carruaje sombrío, escoltado por un contingente de guardias. La atmósfera en el carruaje era tan opresiva como la del reino al que se dirigía. Los pensamientos de Hades giraban en torno a la traición y la humillación que acababa de experimentar.

—Maldición —murmuró Hades para sí mismo, su voz temblando de furia contenida—. Caí completamente en su trampa. Jugó conmigo por completo. Soy un imbécil.

Al llegar al reino de las Tinieblas, el contraste con el Olimpo era abrumador. La vasta extensión del reino era una sinfonía de sombras y desolación. La oscuridad se extendía infinitamente, una manta pesada que envolvía todo a su alrededor. El sonido constante de las almas en pena creaba una cacofonía perturbadora, amplificando el vacío de la existencia que ahora enfrentaba Hades.

—Ja, ja, ja —se rió Hades con un toque de amargura—. Este lugar se asemeja al interior de Crono, pero con naturaleza, aunque tan distinta. La oscuridad es tan densa que apenas se puede ver. Y el sonido de las almas es verdaderamente irritante.

Se dejó caer al suelo con un suspiro de agotamiento, la desesperanza envolviéndolo como una fría bruma. La idea de pasar una eternidad en esta penumbra era casi insoportable. Cerró los ojos, deseando no despertar nunca más, cuando un sonido inesperado interrumpió su abatimiento.

Un aullido distante, seguido por unos ladridos, llamó su atención. Hades se incorporó con un sobresalto, intentando localizar el origen del sonido. Al mirar hacia abajo, vio a un cachorro de tres cabezas luchando contra la corriente de un río que fluía en la oscuridad.

—¿Un cachorro? —murmuró Hades, su voz llena de   determinación—. Maldición, se va a ahogar a este ritmo. ¿Qué hago? Este acantilado es muy profundo. Si me tiro, probablemente moriré. Pero si no actúo rápido, el cachorro morirá. Maldición, mi vida es un desastre. Si muero, ¿qué más da?

Sin más opciones, Hades se lanzó al vacío, cayendo pesadamente en el río. Su caída fue violenta; golpeó una roca y quedó inconsciente brevemente. Sin embargo, el llanto del cachorro lo despertó de su desmayo, y con una energía renovada, nadó hacia la superficie. Con gran esfuerzo, logró agarrar al cachorro y se aferró a un árbol caído que flotaba en el río.

El viaje a través del río fue una prueba de resistencia, pero finalmente llegaron a una playa. Hades arrastró al cachorro hacia la orilla, y al observar al pequeño ser, notó su peculiaridad.

—Un perro de tres cabezas —murmuró Hades con una mezcla de sorpresa y resignación—. Interesante. Parece que es recién nacido. Bueno, será mejor encontrar un refugio, parece que va a llover.

Hades empezó a buscar un lugar para resguardarse de la tormenta inminente. El cachorro lo seguía de cerca, a pesar de los intentos de Hades por alejarlo.

—Vete de aquí —ordenó Hades—. Busca a tu madre o a tu especie.

A pesar de las órdenes, el cachorro persistió, aferrándose a la presencia de Hades con una fidelidad silenciosa. Finalmente, la lluvia comenzó a caer con fuerza. Hades y el cachorro se refugiaron bajo un árbol grande que ofrecía algo de protección contra la tormenta.

El frío y la lluvia se intensificaron, y Hades observó cómo el cachorro temblaba de manera visible. Con un suspiro resignado, se quitó su abrigo y lo envolvió alrededor del cachorro, acomodándolo en sus piernas para calentarlo.

—Sabes —dijo Hades con un tono suave—, al igual que tú, he vivido toda mi vida en la oscuridad. No creo que vayamos a salir de ella.

Mirando al cachorro, Hades se dio cuenta de que necesitaba un nombre. con  determinación, le habló al pequeño ser.

—Necesitas un nombre. ¿Qué te parece Borto?

El cachorro emitió un gruñido bajo, señalando su desaprobación.

—¿No te gusta? —preguntó Hades—. ¿Qué tal Tiro?

El cachorro volvió a gruñir, esta vez con más firmeza. Hades sonrió levemente y decidió.

—Ya sé, desde ahora te llamarás Cerbero.

El cachorro aceptó el nombre con un gruñido satisfecho, y Hades lo sostuvo cerca, sintiendo una extraña conexión con el pequeño ser a pesar de la oscuridad y el frío que los rodeaba.

—Sí, Cerbero. Así será —murmuró Hades, mientras la lluvia continuaba cayendo a su alrededor, mezclándose con el sonido de las almas y la tormenta.

CERBERO

CONTINUARÁ...

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