Denuevo en la Oscuridad

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HADES

Capítulo 9: De nuevo en la Oscuridad

En la profunda negrura del interior de Crono, Hades se encontraba nuevamente sumergido en la abrumadora oscuridad. A su alrededor no había más que silencio y vacío, un vacío que conocía demasiado bien. La frustración y la ira hervían dentro de él, mezcladas con una tristeza profunda que nunca lo había abandonado.

—Hades: Otra vez estoy en la oscuridad... ¿Por qué? ¿Qué hice mal para merecer esto? ¿Será solo por haber nacido? ¿Es este mi destino? ¡Que se pudran los dioses! Son ellos los culpables de todo este sentimiento de tristeza y odio. ¿Acaso hice algo mal? Incluso mi propia familia me teme y me odia solo porque me parezco a Crono. Si tuviera otra oportunidad de demostrarles lo que valgo y hacerles pagar... eso me pasa por confiar en otras personas. ¡Voy a salir, no importa cómo! ¡Voy a salir y me encargaré de hacerlos pagar a todos, lo JURO! —gritó, mientras las lágrimas corrían por su rostro, llenas de furia y desesperación.

La oscuridad era casi palpable, envolviendo a Hades en un manto de desesperanza. Sus pensamientos oscilaban entre la rabia y la tristeza, convencido de que su vida no sería más que un eterno ciclo de oscuridad y lamento.

—Hades: No lo voy a permitir de nuevo. No sé qué voy a hacer, pero si creen que me voy a rendir, están equivocados. Regresaré y les haré pagar por todo. Toda mi vida me han hecho creer que no merezco nada más que oscuridad, que soy la personificación de la oscuridad. Pues, en eso les daré el gusto. Si quieren que sea oscuridad, lo seré. Me convertiré en la oscuridad del mundo. Seré el peor monstruo que se recuerde, el monstruo que temerán en sus pesadillas —se dijo a sí mismo, con una determinación renovada y peligrosa.

Mientras tanto, en el exterior, la batalla continuaba ferozmente.

—Zeus: ¡Todos, ataquen! ¡No dejen que tenga la oportunidad de atacarnos!

—Poseidón: ¡Maldición, es muy fuerte! No le estamos haciendo nada.

—Hestia: No tenemos oportunidad. Resiste todos nuestros ataques.

—Hera: No solo eso, sino que sabe cómo vamos a atacar. Lee nuestros movimientos. Si seguimos así, vamos a morir todos.

—Zeus: ¡Maldición! A este paso, tendremos que huir.

La batalla contra Crono no mostraba progreso alguno. Cada vez era más evidente que sus esfuerzos eran en vano y que la victoria se alejaba más con cada momento que pasaba. De repente, un aura oscura comenzó a emanar desde el interior de Crono, una energía fría y neutra que parecía destinada a consumirlo todo. Los hermanos sintieron escalofríos al experimentar ese poder oscuro y frío, que parecía mirarlos con ojos de desprecio.

De repente, esa aura emergió del interior de Crono en forma de oscuridad. Los hermanos quedaron en shock al ver a Hades, quien había logrado escapar del interior del titán.

—Hestia: ¡Hades, estás bien!

—Zeus: ¿Cómo demonios salió del interior de Crono? —pensó, incrédulo.

—Hera: ¿Cómo lograste escapar del interior de Crono?

—Hades: Hablaremos luego. Primero tenemos que derrotar a Crono. Ahora escuchen, en un momento les daré instrucciones. Solo escúchenme y hagan lo que les diga, o moriremos —ordenó Hades, con una voz que no admitía objeciones.

El aura que rodeaba a Hades era atemorizante, pero al mismo tiempo les daba esperanza de que tal vez, solo tal vez, podrían ganar contra Crono. Crono miró a Hades con ojos asesinos, su presencia era tan imponente que dejaba a todos temblando. Pero Hades cerró los ojos por un momento y, al abrirlos, su aura se transformó en una sed de sangre que le devolvió la mirada asesina a Crono.

Los hermanos quedaron paralizados al ver el enfrentamiento de miradas entre Crono y Hades. La segunda parte de la batalla estaba a punto de comenzar. Las auras de ambos oponentes se podían sentir a kilómetros de distancia. De la sombra de Hades emergió una daga negra como la noche. Hades blandió la daga mientras Crono, desde sus manos vacías, materializaba nuevamente su enorme martillo. La batalla se reinició con una intensidad renovada.

Ambos contendientes estaban casi igualados en fuerza y habilidad, pero aún quedaba una brecha entre ellos. Hades, a pesar de su nuevo poder, apenas podía mantenerse a la par de Crono. De repente, en un ataque sorpresa, una de las garras de Crono atravesó el hombro de Hades.

—Hades: Su poder sigue siendo muy fuerte. Apenas puedo luchar contra él. Este es el verdadero poder de un dios con habilidades de gobernante. Es impresionante. Pero su tamaño lo hace vulnerable. Si logro que baje la guardia y lo ataco, tendré una oportunidad de derribarlo.

La batalla era feroz, y los hermanos observaban con asombro la habilidad de Hades, cuyo poder se había multiplicado sin entrenamiento o artefactos que lo elevaran. Incluso el casco de Hades parecía ahora una mera decoración.

—Zeus: ¡Maldición! ¿Cómo se hizo tan fuerte sin ninguna ventaja? Maldición, tengo que volverme más fuerte. No puedo dejar que me opaque así —pensó Zeus, furioso y envidioso.

Mientras tanto, Hades vio finalmente una brecha para atacar directamente a Crono. Con un movimiento rápido y preciso, cortó los tobillos de Crono con su daga negra. El titán cayó al suelo con un estruendo.

—Hades: ¡Poseidón, moja todo el cuerpo de Crono rápido antes de que sus tobillos se recuperen!

—Poseidón: ¡Sí, enseguida!

—Hades: ¡Zeus, lanza un rayo cuando Poseidón haya mojado el cuerpo de Crono! Así lo entumeceremos y quedará paralizado.

—Zeus: ¡Sí, enseguida! —pensó, maldiciendo tener que seguir las órdenes de Hades.

Tal y como Hades indicó, los hermanos hicieron lo que les dijo. Crono quedó paralizado por los ataques combinados. La batalla parecía haber cedido ante los hermanos.

—Deméter: Al fin acabó. Crono ha muerto.

—Zeus: No ha muerto. Solo quedó paralizado. Estará así por un tiempo. Necesitamos hacer algo para que no pueda volver a atacarnos.

—Hades: Todavía existe el Tártaro.

—Zeus: El Tártaro... sí, es la mejor opción que tenemos. No podrá escapar de allí. Lo tendremos encarcelado. Avisaré al resto de los cíclopes que no vinieron a la batalla para que nos traigan medicina y nos ayuden a trasladar el cuerpo de Crono lo antes posible. ¿Vienes, Hades?

—Hestia: ¿Hades? ¿Dónde está? No lo he visto desde que mencionó el Tártaro. ¿A dónde se fue?

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