La escuela Manutara, era un gran establecimiento educacional, ya que daba enseñanza desde el preescolar hasta los últimos cursos antes de ir a la universidad. Los edificios estaban separados entre los de primaria y secundaria, y en este último era donde trabajaría Elisa.
Llega caminando desde su casa, puesto que, al vivir en una zona céntrica, todo le quedaba cerca. Pensaba que sería una buena idea comprar una bicicleta, ya que veía a muchos estudiantes llegar de esta manera, además de tener una amplia área de estacionamiento para estas.
Camina al interior del colegio y miraba cómo los estudiantes se saludaban entre ellos y murmuraban al verla, quizás preguntándose quién será. Le encantaba ver a los muchachos y la alegría del primer día de clase, donde se reunían con sus amigos.
Llegando a una sección antes de dirigirse a la dirección, estaba un inspector revisando los uniformes de los estudiantes, que consistían en camisa de mangas cortas con una corbata estilo escocesa, para los hombres pantalones del mismo diseño de la corbata y para las mujeres una falda plisada de similares características.
— Buen día soy Elisa, la nueva maestra de ciencias — saluda al inspector que le miraba interrogante.
— Buen día señorita, mi nombre es Tomás. Siga por ese pasillo y doble a la izquierda, vera la dirección
— Gracias
Elisa caminaba ya por ese pasillo vacío, tenía todas sus esperanzas en que ese día sería excelente, esto marcaba el inicio de su vida laboral, con ello su ansiada independencia económica y dejar de ser una carga financiera para sus padres. Todo concluiría ese día con la visita de Hori en la tarde, aquello la emocionaba y ya quería que la mañana avance deprisa para salir y verlo en la puerta del colegio esperando por ella.
Toca a la puerta de la dirección e ingresa. Ya adentro el director llamado Matahi habla con ella, le da información básica sobre los lineamientos del establecimiento y otras pautas, luego la invita a que vayan juntos a la sala de maestros donde vería a sus demás colegas.
Para Elisa fue satisfactorio ver que todos eran tan amables en darle la bienvenida, esto la ayudaba a no sentirse tan fuera de casa y es que desde que había llegado, siempre todos fueron cordiales con ella en aquella hermosa isla.
— Si necesitas algo o si los muchachos te exasperan, cuéntanos, entre todos nos ayudamos y hacemos psicología— le decía una mujer que debía de tener aproximadamente 50 años.
— Así es, cuando eso pasa, salimos todos a tomar unas copas — continuaba hablando un hombre de barba y cabello largo, con apariencia hippie y que dictaba la asignatura de filosofía.
— Yo opino que salgamos a un almuerzo este sábado en casa de Turi para celebrar el inicio de clases y dar la bienvenida a Elisa —dice el director Matahi
Todos aprueban la moción y lanzaban bromas por la buena idea que por fin daba el director. Elisa sentía que había ingresado a un club de amigos y estaba segura que sus colegas serían un gran apoyo en su nueva vida.
— Bienvenida, espero que te sientas a gusto aquí. Soy Mateo, imparto la asignatura de matemáticas — le ofrece la mano para saludar a Elisa
— Mucho gusto. Todos son muy amables — estrecha la mano de aquel profesor.
— Si necesitas algo, por favor, siéntete en confianza de pedirme lo que sea. Como ya notarás, también fui el nuevo hace un par de años y sé lo difícil que es estar lejos de casa.
— Si, es difícil, pero este lugar es tan hermoso y su gente es tan agradable que no puedo quejarme
Elisa se quedó charlando con Mateo, que tenía 27 años, con cabello castaño oscuro al igual que ella y ojos cafés claro, y que ya estaba en la isla desde hace 3 años. Los dos eran los maestros más jóvenes que estaban impartiendo clases a los estudiantes de secundaria y era agradable tener a alguien de aproximadamente su edad entre sus colegas para tener charlas más entretenidas según su edad generacional.
La campana de inicio de clases suena y todos van a sus respectivas aulas. Existían de dos a tres cursos por nivel y en cada sala había aproximadamente 30 estudiantes como máximo, algo que le agradaba a Elisa, puesto que la enseñanza podría ser más personalizada y dedicarse a reforzar las materias a algún estudiante que le fuera más difícil su asignatura.
El inicio de la jornada fue animado. Parte las clases con los estudiantes de tercer año y al terminar su hora, sentía que estaba enamorada de su profesión. Era muy satisfactorio la enseñanza, ver la cara de sus estudiantes prestando atención a la lección entregada y sobre todo, el respeto que sentía de parte de los jóvenes, ya que esto le atemorizada y pensaba que por verse como ellos, estos podrían propasarse, pero no fue así, al contrario, tenían una disciplina envidiable.
La mañana avanzaba y ya solo faltaba la última hora de clases antes de salir. Mientras caminaba por los patios en horarios del receso, ve a algunos muchachos haciendo algunas actividades. Chicas charlando entre ellas sentadas en el pasto bajo la sombra de un árbol, otros chicos bebiendo o comiendo y otros jugando en las zonas de las canchas. Es ahí a donde ve a Kauri y le hace un gesto de saludo con la mano. Este al verla, se dirige hacia ella corriendo.
— Hola maestra ¿Cómo ha sido su primer día de clases?
— Tranquilo, todos son muy agradables — decía Elisa sonriendo
— A si... hem... ¿no ha visto nada que le llame la atención? —preguntaba Kauri nervioso
— Si, que los estudiantes son respetuosos — Elisa comienza a reír. Mira que Kauri la miraba algo angustiado— ¿pasa algo Kauri?
— No, nada — mira en dirección a sus compañeros que jugaban a la pelota
— ¿Te preocupa que tus amigos te vean hablando conmigo?
— No, nada de eso— lanza una risita forzada
— Me veré a la salida con tu hermano, quizás más tarde pase a saludar a tus padres — comentaba Elisa sin cortar su sonrisa.
— Eso sería genial, estoy seguro que mis padres se alegrarán de verla. Bueno, ya me voy con mis amigos... la veré luego —se despide con la mano y se va corriendo donde los chicos que lo esperaban.
Elisa lleva sus libros y el acta de alumnos de aquellos estudiantes de cuarto año a quienes serían los últimos en darle clase ese día. Estaba algo ansiosa, puesto que era el curso de los grandotes, ósea, de los estudiantes que ese año se graduarían y muchos se marcharían a la universidad. Esperaba ser un referente y guía para aquellos jóvenes que pronto iniciarían la vida adulta.
Cuando ingresa en la sala, los estudiantes se levantan para saludarla formalmente. Elisa se presenta y comienza a hablarle a aquellos adolescentes que la miraban expectante al igual que los anteriores estudiantes de ese día y sabía que era por ser joven.
Elisa hablaba y daba una pequeña introducción sobre quién era ella, de dónde venía y esperaba que ese año académico sea provechoso para todos y lograr ser alguien cercana a ellos.
— Partiremos con un examen de conocimientos para saber en qué nivel están— dice Elisa y sus estudiantes comienzan a lanzar exclamaciones de descontento. Ella ríe y los calma— No se alarmen, es sin calificación y es completamente anónima, es para saber desde donde debemos partir y si es necesario reforzar algunas áreas antes de comenzar, así que no es necesario copiar.
Los estudiantes comienzan a reír y a lanzar suspiros de alivio. Elisa estaba contando a los estudiantes en las filas para saber cuántos exámenes debía entregar. Mientras contaba, se detiene al ver a uno de los estudiantes que estaba sentado en los últimos pupitres y queda impresionada. Pronto el mundo se detuvo y su mente trataba de hacer la conexión, pero no podía entender qué era lo que estaba pasando.
El estudiante que estaba ahí, era Hori.
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Comments
Yorly's
se les daño el delicioso al pobre hory debe de estar bien embolsado osea 💩💩💩jajajajaja
2024-09-17
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Yorly's
q cagada y sin papel 🤣 🤣 🤣 pensé q el ese día se iba a volar las clases pero fue pobre pelao el susto q debe tener
2024-09-17
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Maigualida Ramirez
wao que impacto al ver a hori
2024-09-09
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