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Fuego En La Tormenta

Fuego En La Tormenta

Status: Terminada
Genre:Mafia / Romance oscuro / Traiciones y engaños / Juego del gato y el ratón / Completas
Popularitas:25.5k
Nilai: 5
nombre de autor: America Blancas

El destino de los Ling vuelve a ponerse a prueba.

Mientras Lina y Luzbel aprenden a sostener su amor en la vida de casados, surge una nueva historia que arde con intensidad: la de Daniela Ling y Alexander Meg.

Lo que comenzó como una amistad se transforma en un amor prohibido, lleno de pasión y decisiones difíciles. Pero en medio de ese fuego, una traición inesperada amenaza con convertirlo todo en cenizas.

Entre muertes, secretos y la llegada de nuevos personajes, Daniela deberá enfrentar el dolor más profundo y descubrir si el amor puede sobrevivir incluso a la tormenta más feroz.

Fuego en la Tormenta es una novela de acción, romance y segundas oportunidades, donde cada página te llevará al límite de la emoción.

NovelToon tiene autorización de America Blancas para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Cenizas del corazón

Capítulo 8: Cenizas del corazón

Decir que me sentía tranquila después de ver esa maldita foto de Rita abrazando a Alexander sería como decir que Luzbel era florista o que Sofía era una santa.

No.

Mentira descarada.

Me ardía el pecho.

Me dolía el orgullo.

Y sobre todo… me dolía el alma.

No porque Alexander fuera mío —porque nunca lo fue, al menos no oficialmente— sino porque, aunque no se lo había dicho, mi corazón ya había firmado un contrato ridículo: “me gusta el mafioso emocionalmente inestable”.

Y ahora, mi subconsciente estaba pateándose a sí mismo.

Abrí Instagram otra vez, como una masoquista profesional.

La historia ya no estaba, pero ya era demasiado tarde.

La imagen de Rita colgada del cuello de Alexander estaba impresa en mi retina, grabada en mi memoria emocional, como un tatuaje invisible que ardía cada vez que parpadeaba.

Lo peor no era Alexander.

Era Rita.

La bruja sabía perfectamente que me gustaba él.

Nunca habíamos sido amigas, pero desde aquel día que cuidamos al bebé en la mansión de Lina, se me notaba hasta en la frente que Alexander me traía loca.

Y ahí estaba ahora, ocupando un espacio que no le correspondía, disfrutando de algo que era mío en fantasía, aunque no en realidad.

“Cálmate, Daniela. No eres celosa. Solo odias la traición, la hipocresía… y los brillos que Rita se pone en el escote. Respira.”

Pero mi pecho no quería respirar.

Mi corazón quería venganza.

Mi dignidad pedía distancia.

Y mi cerebro… solo quería una copa de vino y terapia urgente.

Así que decidí ir a la única persona que siempre me bajaba los humos sin necesidad de palabras: mi padre, Fernando Ling.

—Me alegra que hayas venido a cenar —dijo, con una sonrisa tranquila mientras servía arroz jazmín y pollo teriyaki—. Aunque normalmente vienes cuando algo te molesta… o cuando quieres chantajearme con tu mirada de drama queen.

—Ay, papá, que exagerado —le respondí rodando los ojos mientras me sentaba—.

—¿Estás bien? —preguntó, con un dejo de preocupación.

—Estoy… sobreviviendo —dije, removiendo la comida con los palillos—. A veces me gustaría tener un botón de reinicio para el corazón, ¿sabes?

Me observó en silencio unos segundos, como si pudiera ver directamente lo que mis bromas ocultaban: una bomba a punto de estallar.

—¿Es por Lina? —preguntó suavemente.

Lo miré sorprendida.

—¿Qué?

—Tu hermana… bueno, Lina. Sé que no ha querido hablar conmigo mucho y lo entiendo. No voy a forzarla a que me incluya en su vida solo porque compartimos sangre. La paternidad no se impone. Se gana.

Me mordí el labio.

—No es por eso… pero me alegra que lo entiendas. Lina te necesita, aunque aún no lo sepa del todo. Y tú estás siendo paciente. Eso es bueno.

Hubo una pausa cómoda.

Rara.

Y entonces solté lo que en realidad había ido a decir:

—Papá, quiero cambiarme a la universidad en línea.

—¿Qué? ¿Por qué? Si estás a punto de terminar…

—Porque quiero pasar más tiempo con Lina… con mi sobrino —dije, esbozando una sonrisa que intentaba ser genuina, pero que en realidad estaba llena de nostalgia y ansiedad.

Entrecerró los ojos.

—¿Y también tiene que ver con esa tal Rita y ese tal Alexander?

Abrí los ojos como platos.

—¡¿Qué?! ¿Tú sabes todo?

—Tengo que saber todo de mis hijas. Y por cómo arrastrabas los pies cuando llegaste, asumí que tenía algo que ver con esa cara de “quiero asesinar con una cuchara el postre”.

Solté una carcajada.

—Papá, deberías ser detective.

—Lo soy, en la vida de mis hijas —dijo con una seriedad que me hizo tragármela—. Y créeme, cambiar de ambiente puede ayudarte a sanar. Pero asegúrate de que sea por ti, no solo para evitar lo que duele.

Tragué saliva.

Maldito viejo lobo de mar, sabio.

Siempre sabía.

—Lo pensaré —murmuré.

Horas más tarde, me encontraba en la mansión de Lina.

O bueno, en el palacio que Luzbel le había comprado.

La casa tenía más metros cuadrados que mi dignidad emocional.

Cada habitación parecía un recordatorio de cómo la vida podía ser excesiva, abrumadora y a la vez preciosa.

Lina me recibió con una bata de seda, ojeras de madre reciente y esa paz que no se consigue en una farmacia ni en un retiro espiritual.

—¡Por fin! —me abrazó con fuerza—. Extrañaba a mi hermana chillona.

—Y yo a mi hermana mártir… digo, mamá mártir —repliqué, riendo mientras la abrazaba de vuelta.

Después, al entrar a la sala y ver a Belian, casi se me saltaron las lágrimas.

—¡Qué grande estás, bebé monstruo! —le dije mientras lo cargaba con cuidado.

—Va a ser alto como su papá —respondió Lina con orgullo—. Y con su carácter. Así que Dios nos agarre confesadas.

Nos sentamos juntas, tomando té de jazmín, viendo fotos del bebé, riendo y compartiendo historias.

Pero mi mente seguía anclada en Alexander y en Rita, recordando cómo esa sensación de pérdida podía quemar más que cualquier otra emoción.

—Quiero que hagamos un viaje —solté de repente, rompiendo la calma de la tarde.

—¿Qué? —preguntó Lina, arqueando una ceja.

—Sí, tú y yo. Una escapadita. Solo hermanas. A algún lugar donde no haya pañales, hombres peligrosos, ni Rita, ni redes sociales.

—¿Te hizo algo Rita? —preguntó con curiosidad, pero con un toque de diversión.

—Solo digamos que, si la veo otra vez, voy a necesitar una coartada y una pala —le confesé, y ambas nos echamos a reír.

—¿Y el bebé? —preguntó Lina, un tanto seria.

—Puede quedarse con Luzbel. Que lo críe unos días sin supervisión femenina. A ver si sobrevive —dije, entre risas, mientras imaginaba el caos que eso podría provocar.

—Suena tentador —dijo Lina, pensativa—. ¿Dónde quieres ir?

—Donde sea. Playa, cabaña, el fin del mundo… solo quiero pasar tiempo contigo.

Lina asintió, comprendiendo lo que necesitaba: desconectarme del caos, de los hombres complicados y de la presión constante de mi vida.

—Hecho. Te lo mereces. Y yo también —dijo, sonriendo mientras me tomaba de las manos.

En ese instante, sentí una paz que no había experimentado en semanas.

A pesar de los desastres amorosos, las traiciones de pseudoamigas y los mafiosos irresistibles… yo tenía una familia.

Tenía a Lina.

Y eso, por ahora, bastaba.

Mientras la noche caía, me recosté en el sofá, sosteniendo una taza de té caliente.

Miré las luces de la ciudad a lo lejos, y por primera vez, me permití soñar con algo más allá de Alexander, de Rita y del caos que ellos traían.

Mi corazón aún estaba herido, sí, y la sombra de Alexander no desaparecería de la noche a la mañana.

Pero había algo poderoso en esa elección: yo podía decidir cómo caminar por mi propio camino, con la libertad de equivocarme, de reír, de llorar y, sobre todo, de vivir.

Porque, al final, no se trataba de olvidar a Alexander ni de ignorar lo que sentía.

Se trataba de recordar que yo era más que un corazón roto, más que celos, más que historias en Instagram.

Yo era Daniela Ling, y esta vez, caminaría hacia mí misma antes que hacia cualquier hombre, cualquier amigo traicionero o cualquier sombra del pasado.

1
Ale Must
cuando se tiene un presentimiento y tu corazón te dice que no es ahí, pues huye, porque nunca se equivoca
Maria Muñoz
Escritora, las dos historias fueron maravillosas, la felicito continúe así
Luimer Viloria
lo sabía! sabía que ese era el plan 🤭
Luimer Viloria
lo sabía! sabía que ese era el plan 🤭
Luimer Viloria
creo que precisamente este es el gran plan secreto que solo ellos 2 podían poner en marcha...
Lourdes Adriana Macias Agraz
Me encanto muy bonita historia
GRACIAS
mafer Mata
Felicidades Autora
mafer Mata
Felicidades Autora
America Blancas
He creado una nueva novela se llama Amor bajo contrato, vayan a Leerla
Klaudia Ospina
exelente gracias escritora ✍️🥂🍾
Klaudia Ospina
muchas gracias escritora ✍️🥂 me han gustado las dos novelas y ame cada personaje 🥰 y su final me gustó mucho felicidad después de la tormenta 👏
Beatriz Romero
esta muy interesante la novela me gusta mucho
Maya
Esta loca esa mujer se revuelca con el y después lo desecha
Maya
Tontas deberían hacerlos sufrir y más esa tonta de linda y porque entrenaron tanto si no hicieron algo bueno
Maya
Tal vez será que esa amara es una soplona
Maya
Mucha despectativa 😂
Maya
Esa chica estúpida porque no le cuenta a su padre lo sucedido
Maya
Que estúpido si el amigo pudo casarse y el porqué se complica la vida buscando zorras
Stella Romero
por favor actualicé TODO no quiero perder el hilo chileno como otras novelas ..
America Blancas: en una hora se sube actualización ❤️
total 1 replies
Stella Romero
linda muy misteriosa
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