Grayce pensaba que conocía el amor, pero su matrimonio con Seth se ha convertido en una prisión de desprecio y agresión. Cuando la misteriosa Dahlia, supuesta amiga de la infancia de Seth, entra en escena, las traiciones comienzan a salir a la luz, desmoronando la fachada de su vida perfecta.
En su desesperada búsqueda de libertad, Grayce se cruza con Cassius, un hombre cuya arrogancia y misterio la obligan a cuestionar todo lo que creía sobre el amor y la lealtad. ¿Puede un contrato con alguien tan egocéntrico y desafiante realmente salvarla de su pasado oscuro? ¿O solo la llevará a un nuevo abismo?
Lo que comienza como un acuerdo frío y calculado, se transforma en una pasión ardiente e inesperada, desafiando las sombras que han dominado su vida.
¿Hasta dónde llegará Grayce para reclamar su propia felicidad?
¿Podrá Cassius ser la chispa que ilumine su camino o será solo otra sombra en su vida?
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Capítulo 12
Me desperté con la luz del sol filtrándose a través de las cortinas, y con un ligero zumbido en el interior de mi mente, como si todo en mi alrededor estuviera en una danza lenta, casi hipnótica. Al encender mi teléfono, aún medio dormida, vi que tenía un correo nuevo. La punzante emoción se apoderó de mí; mi corazón latía con anticipación mientras abría el mensaje.
Con un suspiro entrecortado, leí.
«Estimado/a Grayce,
Gracias por su interés en el puesto de Coordinador y Asistente de Proyectos en Montgomery Corp. Nos complace informarle que ha sido seleccionada para una entrevista el día de hoy a las 2 de la tarde. Por favor, asegúrese de traer una copia de su currículum, ejemplos de trabajos previos y cualquier otro material que considere relevante para la conversación.
Atentamente,
Departamento de Recursos Humanos
Montgomery Corpᄏ
La oportunidad se desbordaba en mis entrañas como una corriente de energía renovadora. Sentí que este era un segundo aire, un ciclo nuevo que comenzaba. Era el momento de poner fin a la tristeza que me había acompañado durante tanto tiempo, de hacer algo por mí misma. Sin embargo, a medida que el nerviosismo crecía, mi mente se precipitó hacia el camino que deseaba seguir.
Si iba a dejar atrás la sombra de Seth, no podía permitirme distraerme. Decidí ignorar cualquier mensaje de él o de Dahlia, que probablemente intentaría buscarme para hablar sobre lo que había pasado. De hecho, ni siquiera quería escuchar sus voces resbalando en los ecos de mi pena. ¡Que se queden ahí, sintiendo sus propios vacíos! Quería prepararme.
Mientras me vestía, elegí una blusa blanca que resaltaba mi determinación y un pantalón negro sencillo, pero profesional. Añadí un toque de color con unos zapatos rojos que me hacían sentir poderosa, como si cada paso que diera acercara mi futuro hacia mí. Mirando mi reflejo, repetí el mantra que había forjado la noche anterior: «No sufriré más por un hombre al que no le importan mis sentimientos». Con firmeza, salí de casa y cerré la puerta detrás de mí.
Llegué a la oficina de Montgomery Corp con tiempo de sobra. Aunque la ansiedad pululaba en mi interior, cada vez que pasaba junto a una recepcionista sonriente, me sentía más y más segura. Mientras esperaba, revisé la lista de documentos que debía llevar: mi currículum impreso, ejemplos de mis diseños anteriores y algunas cartas de recomendación que había conseguido. Todo estaba en orden.
Finalmente, el reloj marcó la hora. Una recepcionista me llamó y, con una sonrisa de aliento, me condujo hacia la oficina del CEO. Mis pasos resonaban en el pasillo, y una mezcla de nervios y emoción me acompañaba. Sin embargo, cuando la puerta se abrió y entré, todas mis expectativas se desmoronaron como castillos de arena.
— Grayce Roosevelt, ¿no? —preguntó con un tono que me resultaba vagamente familiar.
Allí, detrás de un enorme escritorio de madera, sentado en una silla imponente, estaba Cassius. Un verdadero titán de la industria, un hombre que parecía haber salido de una revista de negocios, pero que también era el mismo egoísta narcisista que había arruinado uno de mis últimos días, en aquella calle, el día anterior. Mis labios se curvaron en una sonrisa irónica, un gesto involuntario ante la situación.
—Vaya, qué sorpresa… —comencé, tratando de contenerme, aunque la ironía en mi tono era innegable—. ¿Las empresas de alto nivel están buscando talento o solo se convocan viejas caras?
Cassius levantó la mirada y me sonrió, pero su mirada era fría, tan distante como el hombre que había conocido antes. —Grayce, parece que nuestros caminos están destinados a cruzarse. Aunque debo admitir que no esperaba verte aquí.
Un leve escalofrío recorrió mi espalda, mezclando el déjà vu con el malestar que me generaba su presencia. Recuerdos de la discusión de anoche con Seth regresaron. A pesar de que lo ignorara, los ecos del dolor parecían resonar aún más fuerte en esta habitación. Pero no era el momento de rendirse.
—¿Así que, Cassius? —dije con un tono desafiante—. ¿Prometes que habrá menos ego en esta entrevista? Porque, sinceramente, estoy aquí por una razón diferente a la que piensas.
Él frunció el ceño, sorprendido por mi audacia. Pronto volvió a su habitual actitud despectiva, intentando apoderarse del control de la conversación. Pero en lugar de dejarme intimidar, encontré fuerza en cada palabra que pronunciaba. No iba a dejar que Cassius se interpusiera en mi camino.
A medida que avanzaba la entrevista, me di cuenta de que no solo estaba compitiendo por un trabajo, sino defendiendo mi derecho a ser vista, valorada y respetada. Cada respuesta que daba resonaba con un ímpetu renovado. A cada insulto disfrazado de crítica, respondía con argumentos que mostraban mi valía.
Al final de la entrevista, mientras me despedía de Cassius, su expresión era una mezcla de ironía y frustración. Tal vez hoy, al igual que él, había subestimado lo que podía aportar. El eco de nuestro primer encuentro aún resonaba en mi mente, pero en esta ocasión, yo había tomado el control.
Salí de la oficina con una mezcla de adrenalina y confianza. Había enfrentado un desafío inesperado y, lo más importante, había logrado mantenerme firme. Ahora, más que nunca, entendía que mi futuro dependía de mí, y que no necesitaba la validación de nadie, ni siquiera la de un esposo despreciable.
El camino por venir sería difícil, pero por primera vez en mucho tiempo, estaba emocionada. Después de todo, en esta nueva etapa de mi vida, cada paso me acercaba más a encontrarme a mí misma, lejos de los ecos de un amor que parecía desvanecerse.