No era necesario que ocultaran todo. Yo, Bianca Chevalier, primera princesa de este imperio y heredera del archiducado Chevalier, rompo mi compromiso contigo, duque Paul Mesellanas. — Bianca habló con tanta fuerza en su voz que todos escucharon con claridad.
Bianca se dio la vuelta, ignorando el torrente de lágrimas que caían por las mejillas de la novia. Los presentes la miraban con desaprobación, considerando que había arruinado un momento tan especial y que había ofendido a la novia.
Pero, ¿quién era la verdadera ofendida? ¿La mujer que lloraba desconsolada porque su matrimonio había sido opacado, o la mujer que había sido traicionada por su prometido y decidió enfrentarlo ante todos?
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Quiero que me ayudes a conquistar al gran general.
— Cariño, bienvenida. No sabía que vendrías. —Adanis le dio un fuerte abrazo a su sobrina, olvidándose de los protocolos sociales; estaba feliz de ver a Bianca, a quien vio nacer.
—Tía, lamento no haberte avisado de que vendría, pero necesito un favor inmenso. —Bianca estaba sonrojada hasta las orejas.
—¿Libros? —preguntó Adanis, curiosa al ver el sonrojo tan pronunciado de su sobrina.
—Sí y no, el tema principal no son los libros, es el gran general. —Bianca habló despacito, bajando la cabeza; parecía un pequeño cachorro regañado.
—Hablaremos en la biblioteca; presiento que será largo y tendido. —Por la actitud de su sobrina, Adanis intuyó que algo había pasado entre ellos, la última vez que Bianca pregunto por su hijo, fue hace muchos años.
—Te escucho, estoy aquí para ti. —Adanis sirvió té para ambas; no quería que el personal se enterara de una conversación tan íntima y delicada.
—Tía, se que lo que pedire es muy osado, pero eres la unica que me puede ayudar.— Bianca suspiro pesadamente soltando el aire retenido en sus pulmones.
— Quiero que me ayudes a conquistar al gran general. Sé que estoy pidiendo mucho, pero tú eres su madre y lo conoces bien. Yo ni siquiera sé qué es lo que le gusta o le desagrada. —Adanis tuvo que sujetarse de la mesa para no perder el equilibrio por la petición de Bianca.
— Bianca, comprenderás que el gran general es mi hijo y su bienestar me preocupa profundamente. No puedo darte los secretos para desnudar su alma, especialmente si tú no tienes la intención de desnudar la tuya. La ruptura de tu compromiso es reciente; ¿estás segura de que quieres darte a la tarea de conquistar el corazón de mi hijo? — Adanis habló con serenidad, aunque la incertidumbre brillaba en sus ojos.
— Tía, entiendo que tu posición es delicada, especialmente porque estamos hablando de tu preciado hijo. La ruptura de mi compromiso no es un impedimento para mis sentimientos. Si bien es conocido en la familia que yo estaba enamorada del duque Paul Mesellanas, en este momento no pienso en él. Desde la ruptura del compromiso, Paul Mesellanas no está en mis pensamientos. Sin embargo, desde que el gran general llegó a mi vida, no he dejado de pensar en él ni un instante; mi ser lo reconoce, aunque mi mente debate al respecto. Las ansias de verlo día tras día me consumen.
Bianca apretó su labio inferior con determinación, como si buscara el valor en ese pequeño gesto. Luego, alzó la mirada y se encontró con los ojos de su tía, desafiando la propia incertidumbre que la envolvía.
— Quiero darme la oportunidad de conocerlo; él me conoce mejor que yo misma. Quiero observar en detalle sus acciones y sus gestos, y construir una relación basada en el respeto y la confianza.
— Bianca, comprendo que quieras darte una nueva oportunidad, pero hay una pregunta que me causa mucha intriga. Desde que asumiste tu responsabilidad como princesa, tu dulzura y autenticidad han sufrido un cambio radical. La presión, el peso de la corona y las responsabilidades por el bienestar de los príncipes y del pueblo han dejado una huella muy profunda en ti. Sin embargo, si algún día se presentara un dilema crucial para el imperio, uno que exigiera una decisión de gran calado, ¿qué prevalecería en tu corazón: tus sentimientos por mi hijo o tu deber como princesa? — indagó Adanis, con una chispa de curiosidad en sus ojos.
Bianca salió de la biblioteca con una confianza renovada. Se instaló en la habitación que le fue asignada para pasar la noche, pero su curiosidad fue mayor y salió a recorrer los pasillos. Su tía le dijo que la habitación del frente era de Nikolai, pero hacía años que no la habitaba, pues él ya tenía una vasta propiedad. Bianca lo sabía bien; ella había estado en ese lugar.
Impulsada por su insaciable curiosidad, Bianca decidió darle un pequeño vistazo a la habitación. Sin embargo, un sonido proveniente del baño la puso en alerta. ¿Quién se atrevería a invadir ese espacio sin autorización?
Nunca dejes que comentarios inoportunos te hagan retroceder, eres talentosa, tu narrativa envuelve, es tan agradable leer tus novelas💐