Un CEO Para La Villana

EMMA:

Al llegar al lujoso auto un hombre vestido de negro me abre la puerta trasera y yo entro mientras le entrego la pequeña maleta con mis pertenencias.

—Gracias.

Le digo al caballero y este asiente cerrando la puerta tras él.

—¿Por cuántos días nos iremos?

—No lo sé, espero que no sea mucho.

Murmura y yo no digo nada durante el trayecto, hasta que él rompe el silencio.

—¿Qué?

—Si le duele.

Señala mi mejilla lastimada y yo la toco de manera automática.

—Es tolerable, así que no se preocupe señor Moretti.

—Alexandro.

—¿Disculpa?

—No estamos en la oficina, así que llamarme Alexandro.

—No sería adecuado.

Él frunce el ceño y me mira con ojos profundos.

—¿Por qué no sería adecuado?

Me pregunta y yo tuerzo los labios.

—No somos cercanos para llamarnos por nuestros nombres.

Moretti alza las cejas y se acerca a mi persona más de lo debido.

—¿No somos cercanos? Le recuerdo que estuve dentro de usted y saboree su piel con mi boca... Ahora ¿Tiene el descaro de decir que no somos cercanos?

Sus palabras hacen que mi rostro se vuelva rojo y mi respiración algo agitada por los recuerdos de este cuerpo.

—De acuerdo... Alexandro... No es necesario recordar el pasado ¿Feliz?

El hombre me mira con ojos profundos y después sonríe de medio lado.

—¿Te avergüenza que te diga lo que hicimos hace unos días? Aunque no deberías de culparme, tú fuiste la de la grandiosa idea.

Siento mi rostro volverse más rojo y giro mi rostro hacia la ventanilla del auto.

—Olvida lo que hicimos, será mejor que finjamos que nunca ocurrió.

—Eso no será posible pequeña pelirroja, dime, ¿Por qué no me dijiste que eras virgen?

Continúa hablando del tema como si fuera lo más normal del mundo y yo solo quiero que la tierra me trague.

—Alexandro.

—¿Sí?

—¿Podrías dejar de hablar del tema? Por favor...

Le suplico con la mirada y este suspira.

—De acuerdo, pero hay algo que quiero saber... ¿Mi primo te mandó a acostarte conmigo?

Su profunda mirada me hace suspirar y cubro mi rostro.

—Carajo ¿Por qué esto es tan difícil?

Murmuro mientras busco las palabras adecuadas.

— Olvidalo, no es necesario que me respondas.

Murmura y escucho algo de decepción en su voz.

—Perdón.

Es lo único que puedo decir mientras nos quedamos en silencio hasta llegar a un lugar enorme con un aparato parecido a una ave, pero muy grande.

—Vaya...

Murmuro bajandome del vehículo y el chofer me entrega la pequeña maleta.

Miro como Alexandro da algunas instrucciones antes de caminar con dirección al gran pájara... Hay no, que miedo.

Lo sigo y antes de entrar una joven vestida de manera elegante le sonríe mostrando todos los dientes.

—Bienvenido señor Moretti, póngase cómodo, en diez minutos despegamos.

Ella habla con voz melosa y yo frunzo el ceño mientras que Alexandro solo asiente y yo le sigo como si fuera su perro fiel.

Él hombre toma asiento y yo lo hago a su lado sin agregar media palabra.

—¿Se le ofrece algo señor Moretti?

Vuelve a preguntar la chica sin dejar de mirarlo como si se lo fuera a comer.

—Whisky.

—De acuerdo... ¿Y a la señorita?

Cuándo se dirige a mí cambia su tono de voz y yo frunzo el ceño.

—Lo mismo.

Le respondo sin dejar de mirarla con algo de desagrado.

—¿Vas a tomar whisky?

Me pregunta incrédulo y yo lo miro alzando las cejas?

—¿Qué? ¿Acaso no puedo tomar Whisky? Hay algún problema con eso.

—No, ninguno.

Murmura dirigiendo su mirada a una tableta y yo me acomodo en mi asiento.

Al poco rato la chica vuelve con dos copas y una botella.

—Aquí tienen.

Ella vuelve a mirar al hombre junto a mí y yo solo frunzo el ceño.

—Gracias.

Dice él y ella comienza a servir la bebida mientras enseñando su pecho de más y yo decido hablar.

—Señorita...

Miro una pequeña placa en su uniforme y la llamo por su nombre.

—Señorita Escarlet, es de mal gusto estar viendo sus pechos... ¿Podría al menos cubrirse?

Ella me mira con su rostro completamente rojo y yo solo sonrío.

—Lo... Lo lamento.

Murmura con evidente vergüenza y yo solo asiento mientras tomo la bebida y me lo tomo de golpe.

Siento como quema mi garganta haciéndome toser de inmediato.

—Maldita sea.

—Intente decirte.

Alexandro se encoge de hombros y toma de su estúpido Whisky de manera tranquila.

Yo solo lo miro por breves segundos y ruedo los ojos sin decir nada más.

—Estamos a punto de despegar, por favor abróchense los cinturones.

Escucho una extraña voz y sin saber qué hacer miro a Alexandro y este se abrocha algo.

Hago lo mismo que hace y este solo me observa extrañado, pero no dice nada.

Siento como la máquina comienza a moverse y el pánico se apodera de mí.

—No, no, no.... Bájame de aquí.

Murmuro con terror mientras cierro los ojos.

—No seas dramática, no es la primera vez Emma.

Dejo de escucharlo cuando comienza a sacudirse más y quiero gritar.

—No, no, no, Alexandro, nooo.

Es lo único que digo con evidente miedo y siento cómo él toma mi mano.

—Estoy contigo, todo estará bien ¿De acuerdo?

Niego y lo miro con lágrimas en los ojos.

—Quiero bajarme...

—Ya pasará, lo prometo, ya pasará.

Trata de tranquilizarme hasta que siento como todo vuelve a la normalidad.

—Ya pasó, todo está bien ¿De acuerdo?

Asiento suspirando y Alexandro suelta mi mano.

—¿Te sientes mejor?

Asiento y el hombre junto a mí no deja de mirarme.

—Si que estás extraña, pareces otra persona.