A los 18 años, Aurora Conti, una joven rebelde, es forzada por su familia a casarse con el enigmático magnate Salvatore Romano, para saldar una deuda millonaria. Tras el rechazo de su hermanastra
Valeria, Aurora es ofrecida como sustituta, manipulada con la vida de su madre enferma. Golpeada por su padre y humillada por Valeria, jura sobrevivir al "Rey de Hielo", un hombre frío y temido cuya reputación oculta su verdadera naturaleza: un mafioso. Atrapada en un matrimonio marcado por la pasión y la obsesión, Aurora desafía a Salvatore mientras descubre los secretos oscuros detrás de su fachada de CEO, luchando por su independencia en un mundo de intriga y peligro.
¿Podrá Aurora mantener su espíritu rebeldefrente al control obsesivo de Salvatore?
¿Es el amor de Salvatore por Aurora una salvación o una trampa mortal?
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CAPÍTULO 17
Salvatore le echó un vistazo rápido a su reloj, viendo que eran las 2:15 p.m , y no pudo evitar que un insulto se escapara de sus labios. Se le estaba pasando el tiempo, le había prometido Aurora alcanzarla en la mansión de los conti, y aunque no estaba de humor para lidiar con Ricardo y su familia de víboras, no iba a dejarla sola más tiempo del necesario.
Rápidamente se dirigió a la silla donde había dejado su saco, lo tomó con un movimiento rápido y se lo echó sobre el hombro mientras abría la puerta de la oficina. El pasillo estaba silencioso, salvo por el sonido de sus pasos. Pero antes de que pudiera avanzar mucho más, su secretaria, apareció de repente desde una esquina, con una carpeta en la mano y una expresión de urgencia.
—¿A donde va señor?.... la reunión con los socios esta apuntó de empezar —dijo ella, apurando se para mantenerle el paso —¿Necesita que prepare algo más? Los documentos ya están listos, pero..
Salvatore, sin detenerse a mirarla, la corto con un tono seco —Ahora no, Bianca.
Ella se quedó parada un segundo, parpadeando, antes de alzar la voz para que la escuchara mientras él seguía caminando. —¡Señor! ¿Y qué hago entonces?—preguntó, con un toque de exasperación, sosteniendo la carpeta como si fuera un escudo.
Salvatore, se detuvo solo para ponerse el saco ajustándolo con un movimiento rápido mientras le lanzaba una mirada por encima del hombro —No lo sé, pero resuélvelo —dijo, dejando claro que no había espacio para discusión, luego sin esperar respuesta giró, y siguió su camino hacia la salida dejándola con la carpeta en la mano y una expresión de resignación.
Empujó las puertas de vidrio del edificio, y salió al exterior donde el aire de la tarde lo recibió. Su auto ya lo esperaba, así que cuando estuvo, abrió la puerta y se deslizó dentro del vehículo.
Mientras tanto en la mansión de los Conti, todos se encontraban en el salón principal. Aurora estaba sentada en el sofá, con las piernas cruzadas y las manos apoyadas sobre el regazo, intentando mantener una postura relajada aunque cada fibra de su cuerpo estaba en alerta. Frente a ella, Claudia y Ricardo ocupaban otro sofá, ambos con sonrisas que parecían pegadas con cinta adhesiva. Galería, en cambio, estaba en el otro extremo del mismo sofá que Aurora, inspeccionando sus uñas con un aire de aburrimiento que no lograba ocultar su desdén. Alessandro permanecía de pie muy cerca para vigilar, y que nada se le escapara.
Aurora, cansada del ambiente artificial, se inclinó hacia adelante, su mirada pasó de Claudia a su padre con una mezcla de desconcierto y desconfianza.
—Bien, ¿pueden dejar esa actitud tan...extraña?—dijo, con voz firme pero con un toque de exasperación—Dan miedo.. No tienen que fingir conmigo ¿Qué es lo que quieren ahora?
Claudia, con una sonrisa que parecía grabada en su rostro, ladeó la cabeza como si no entendiera. —¿Qué dices, querida? —respondió,con su típica voz melosa, casi teatral—Actuamos como siempre. Sólo que tu padre y yo te extrañabamos en casa ¿Verdad, Ricardo?
Ricardo asintió, cruzando los brazos con una expresión que pretendía ser cálida pero que a Aurora le pareció forzada. —Claro, hija. Es raro no tenerte aquí—dijo él, aunque sus ojos evitaron los de ella por un instante, desviándose hacia la mesa de centro.
Aurora frunció el ceño, sintiendo un nudo en el estómago —¿En serio? —replicó, con la voz ahora aguda, y cargada de incredulidad—Porque cuando vivía aquí con ustedes,era todo lo contrario. Y ahora que no estoy, ¿de repente les hago falta? Hablen ya... que quieren —Hizo una pausa, mirando a su padre directamente, buscando alguna grieta en su falta fachada de amabilidad. Pero Ricardo solo mantuvo esa sonrisa tensa, y Claudia apretó los labios como si estuviera recalculando su estrategia.
Valeria, que hasta ese momento había estado más interesada en sus uñas que en la conversación, dejó escapar un suspiro exagerado y sé recosto en el sofá, todavía sin mirar a nadie.
—Les dije que no fueran tan obvios—murmuró, con un tono cargado de sarcasmo mientras seguía examinando sus uñas como si fueran lo único importante en la sala—Era evidente que se iba a dar cuenta. Después de todo, resultó no ser tan estúpida como aparentaba.
Aurora giró la cabeza hacia su hermanastra, y sus ojos se entrecerraron —¿Disculpa?—dijo, con un filo que no pasó de desapercibido
Claudia, al ver que la situación se le escapaba de las manos, dejó caer su sonrisa por un instante. Su rostro se endureció, y de reojo lanzó una mirada a Alessandro, que seguía inmóvil en su lugar observándolos con una intensidad que parecía perforar el ambiente. Luego, volvió a Aurora, recuperando su expresión de amabilidad, aunque ahora parecía más una máscara.
—Aurora, querida —dijo, inclinándose hacia ella— ¿Podríamos hablar a solas un momento? Solo nosotros...la familia.
Aurora dudó, su mirada pasó de Claudia a Ricardo, luego a Valeria, que seguía fingiendo desinterés aunque claramente estaba escuchando cada palabra. La idea de quedarse sola con ellos no le gustaba, no después de esa bienvenida tan extraña, pero tampoco quería parecer débil. Giró la cabeza hacia Alessandro, que la miraba con una ceja ligeramente alzada, como si estuviera esperando su decisión.
—¿Podrías dejarnos a solas un momento? —preguntó Aurora.
Alessandro la miro fijamente, con sus ojos oscuros como si intentara leer sus pensamientos. Luego, lentamente, paseó la mirada por Claudia, Ricardo y Valeria, evaluándolos uno por uno. La tención en su postura era evidente, como si cada instinto le gritara que no debía moverse. Y pues, no tenía la intención de hacerlo; puesto a que no quería incumplir con la orden que Salvatore le dio, pero al ver la mirada de Aurora finalmente él asintió. Aunque no parecía totalmente convencido de ello.
— De acuerdo. Pero si sucede algo, llámame. Inmediatamente.
Aurora asintió,ofreciéndole una pequeña sonrisa cortes—Gracias —murmuró.
Alessandro le dedico a una última mirada a los Conti, una advertencia silenciosa que no necesitaba palabras antes de girarse, y salir del salón cerrando las puertas tras de sí con un clic suave. El sonido resonó en la habitación, dejando a Aurora sola con su familia, o lo que quedaba de ella. El aire se sentía más pesado ahora, y aunque no podía precisarlo algo en las sonrisas de Claudia y Ricardo , y en el desdén apenas disimulado de Valeria le decían que lo que venía no sería una simple charla familiar.
—Bien, hablen ya...
—Veo que el señor Romano te trata bien, ¿verdad?—dijo Claudia—De lo contrario, no mandaría a su guardia personal a escoltarte.
—Vaya, hermanita, apenas entraste a la mansión de los Romano y ya lograste seducirlo. Que rápida eres cuando quieres —dijo Valeria.
—Esas cosas solamente las harías tú, Valeria. No todas usamos el cuerpo para llegar a la cima.—respondió Aurora.
Enojada, Valeria se puso de pie, y señalo a Aurora antes de cruzarse de brazos. —¡¿Perdón?! Ahora que con los Romano respaldándote ¿Tienes esa lengua afilada para contestar, no? Que valiente te has vuelto.
—Solo me defiendo. ¿Qué tiene de malo? —respondió ella, con seriedad manteniendo las piernas cruzadas.
—¡Tú!...— expresó Valeria apuntó de replicar. Pero fue detenida por su madre.
—Basta, Valeria… Aurora, querida, siendo así. ¿No crees que deberías ayudará a la familia? La empresa está pasando por un momento difícil. Necesitamos fondos. ¿Por qué no convences a tu esposo de que invierta? Sería una gran ayuda para tu padre.
Aurora soltó una risa corta, pero sarcástica —Con que era eso. Solo buscan usarme para sacarle dinero a Salvatore. Que predecible.... Si creen que pueden escalar a través de mi pues, vayan deshaciéndose de esa idea porque no será así— dijo y con eso se puso de pie dispuesta a marcharse.
—¿ Qué no quieres que tu madre mejore— dijo Claudia, rápidamente poniéndose de pie.
espero que este no diga ahora que está perra regresa y ese hermano o primero no se que es pero algo trama y no es nada bueno que el la traiga de regreso
Les salió el tiro por la culata 🤭🤭
Ya era hora de poner el freno de mano