La historia explora el poder del amor y el arte como medios para enfrentar el dolor y la pérdida, destacando la importancia de aferrarse a aquellos que amamos en los momentos más oscuros.
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Capítulo 10: Entre Sombras y Esperanza
La luz del sol filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en un cálido resplandor dorado. David despertó con una sensación de tranquilidad que no había experimentado en mucho tiempo. La exposición de la pintura de su madre había sido un éxito, y aunque aún sentía su ausencia, había logrado encontrar un sentido de paz en su corazón. Sabía que este era solo un paso en su proceso de sanación, pero también sabía que era un paso importante.
Sin embargo, a medida que los días pasaban, David comenzó a notar que la tranquilidad que había sentido después de la exposición estaba siendo reemplazada por una creciente inquietud. No sabía exactamente qué lo estaba perturbando, pero había algo en el aire, una sensación de que algo estaba por suceder, algo que cambiaría su vida una vez más.
Una tarde, mientras caminaba por el parque en busca de inspiración para su próximo proyecto, David notó a un grupo de personas reunidas alrededor de un hombre que estaba tocando la guitarra. La música era suave y melancólica, con una tristeza subyacente que resonaba en lo más profundo de su alma. David se detuvo a escuchar, dejando que las notas llenaran el espacio a su alrededor, envolviéndolo en un manto de emociones.
Fue entonces cuando lo vio. Al otro lado del grupo, apoyado contra un árbol, estaba un joven de aproximadamente su edad, con el cabello oscuro y desordenado, y una expresión de profundo dolor en su rostro. Había algo en la manera en que el joven miraba al músico, algo en la forma en que sus hombros estaban encorvados, que le resultó extrañamente familiar a David. Era como si estuviera viendo un reflejo de sí mismo en los días más oscuros, cuando la tristeza y el dolor lo habían consumido.
Sin poder evitarlo, David se encontró caminando hacia el joven. No estaba seguro de qué diría, ni por qué sentía la necesidad de acercarse a él, pero había algo en su interior que lo empujaba hacia esa dirección.
“Hola,” dijo David con suavidad cuando llegó junto al joven. “¿Te importa si me siento aquí contigo?”
El joven levantó la vista, sorprendido por la interrupción. Sus ojos, de un tono azul oscuro, estaban llenos de una tristeza que David reconoció al instante. Asintió en silencio, y David se sentó a su lado, sin decir nada más por un momento.
La música continuaba sonando, y por un tiempo ambos permanecieron en silencio, escuchando las melodías que flotaban en el aire. Finalmente, el joven habló, su voz era baja y quebrada. “Esta canción… me recuerda a alguien que perdí hace mucho tiempo. No suelo venir aquí, pero hoy… sentí que necesitaba escucharla.”
David asintió, comprendiendo el peso de las palabras del joven. “A veces, la música puede llegar a lugares dentro de nosotros que pensábamos que habíamos enterrado. Pero está bien recordar, está bien sentir el dolor. Nos ayuda a sanar, aunque sea poco a poco.”
El joven lo miró, como si estuviera tratando de decidir si podía confiar en él. Después de un momento, suspiró y miró hacia el suelo. “Perdí a mi hermano hace un par de años. Era la persona más importante para mí, y desde entonces he estado… perdido. No importa lo que haga, no puedo llenar el vacío que dejó.”
David sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras del joven. Sabía exactamente cómo se sentía, porque había estado en ese mismo lugar no hacía mucho tiempo. “Perdí a mi madre hace algunos años,” dijo en voz baja. “Entiendo lo que estás pasando. Es difícil, y a veces parece imposible seguir adelante, pero poco a poco, encontramos la manera.”
El joven lo miró con ojos llenos de lágrimas, sorprendido por la sinceridad de David. “¿Cómo lo haces? ¿Cómo encuentras la fuerza para seguir adelante cuando sientes que todo se ha derrumbado?”
David reflexionó por un momento, pensando en todo lo que había pasado y en cómo había llegado al punto en el que estaba ahora. “No hay una respuesta fácil,” admitió. “Pero para mí, el arte ha sido una forma de canalizar todo lo que siento. Pintar me ha ayudado a procesar mi dolor, a darle un sentido, aunque sea de una manera abstracta. Y también he encontrado personas que me han apoyado, que me han mostrado que no estoy solo. Eso ha marcado la diferencia.”
El joven asintió, absorbiendo las palabras de David. “Me llamo Lucas,” dijo finalmente, extendiendo la mano. “Gracias por hablar conmigo. No suelo abrirme con la gente, pero hay algo en ti que… me hace sentir que puedo confiar.”
David tomó la mano de Lucas y la apretó suavemente. “Yo soy David. Y está bien, Lucas. No tienes que pasar por esto solo. Si alguna vez necesitas hablar, o simplemente estar en compañía de alguien que entiende lo que estás pasando, estaré aquí.”
A partir de ese día, David y Lucas comenzaron a pasar más tiempo juntos. Lo que había comenzado como una conversación casual en el parque se convirtió en una amistad que creció rápidamente. Lucas era reservado al principio, pero poco a poco comenzó a abrirse, compartiendo más sobre su hermano y sobre el dolor que había estado cargando durante tanto tiempo.
David, por su parte, encontró en Lucas a un confidente con quien podía hablar libremente sobre sus propias luchas, sin miedo al juicio. A medida que se conocían más, David se dio cuenta de que había algo más en su conexión con Lucas, algo que iba más allá de la amistad. Sentía una atracción hacia él, una chispa que no podía ignorar, pero no estaba seguro de cómo manejar esos sentimientos, especialmente dado lo frágil que parecía ser Lucas.
Una noche, mientras estaban sentados en el estudio de David, hablando sobre todo y nada a la vez, Lucas miró a David con una expresión que David no había visto antes. Había algo vulnerable en su mirada, algo que parecía pedirle permiso para dar un paso más allá.
“David,” comenzó Lucas, su voz apenas un susurro, “hay algo que he estado queriendo decirte desde hace tiempo, pero no sabía cómo. Tú… tú eres la primera persona con la que he sentido que puedo ser yo mismo desde que perdí a mi hermano. No sé cómo explicarlo, pero… me importas mucho.”
David sintió su corazón acelerarse ante las palabras de Lucas. Había esperado este momento, pero ahora que estaba aquí, no sabía qué decir. “Lucas, yo… siento lo mismo,” dijo finalmente, sus palabras saliendo de su boca antes de que pudiera detenerse. “No quería presionarte, pero desde que te conocí, he sentido una conexión contigo que no puedo ignorar.”
Lucas lo miró con una mezcla de alivio y miedo. “Entonces… ¿qué hacemos ahora?”
David tomó la mano de Lucas, entrelazando sus dedos. “Lo que tú quieras, Lucas. No hay prisa, no hay presión. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, en cualquier capacidad que necesites.”
Lucas asintió, una pequeña sonrisa asomando en sus labios. “Gracias, David. Eso significa mucho para mí.”
Se quedaron así, en silencio, con las manos entrelazadas, permitiéndose sentir el momento. Había una promesa tácita en el aire, una promesa de explorar lo que fuera que había entre ellos, a su propio ritmo, sin prisa. David sabía que estaba comenzando un nuevo capítulo en su vida, uno que lo asustaba y emocionaba al mismo tiempo. Pero por primera vez en mucho tiempo, se sintió listo para enfrentarlo, con Lucas a su lado.