Después de escapar de las brutalidades de mi manada, he estado viviendo en las sombras como humana durante años, tratando de olvidar el pasado y construir una vida nueva. Pero cuando una incursión real amenaza con desestabilizar todo, me veo obligada a enfrentar mis demonios y proteger a los inocentes que me han aceptado. No puedo permitir que me arrastren de regreso a esa vida de opresión y miedo. Kaiden el rey alfa descubre que soy su compañera predestinada. Desde entonces me persigue e insiste en que mi lugar está junto a él.
Pero me niego a pertenece a alguien y lucharé por mi libertad y por aquellos que me importan, sin importar el costo.
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Una lucha por la libertad
POV ADELINE
La oscuridad era mi compañera constante. Las paredes eran de piedra fría, al igual que el olor a encierro y la presencia opresiva de Canserbero. Desde que me trajeron aquí, cada día era una lucha contra la desesperación. Canserbero me trataba como a un trofeo, algo que poseía, pero su arrogancia era tan grande que rara vez se molestaba en hablarme, o en asegurarse de que estuviera "cómoda". Para él, yo era su loba predestinada, la pieza clave en su plan de grandeza, en un futuro que él se había fabricado en su mente enferma.
Pero él se equivocaba.
Yo no era una loba que se doblegara fácilmente. Mi espíritu, aunque ahora confinado, seguía siendo indomable.
Pasaba las horas observando, escuchando, y buscando cualquier debilidad en este lugar, en él.
Sabía que Kaiden vendría. Tenía esa fe inquebrantable. Y era solo eso lo que me mantenía cuerda.
Hoy, sin embargo, algo era diferente. Había un murmullo inusual fuera de mi celda. Voces que no eran las de los guardias habituales. Voces de hombres, y no sonaban como los secuaces de Canserbero. Había una disciplina en sus pasos, una eficiencia que me hizo alzar las orejas.
Entonces, lo escuché. Un sonido familiar, un grito de batalla que me heló la sangre y me llenó de una esperanza salvaje. Era el grito de los guerreros de Kaiden.
Mi corazón latió con fuerza contra mis costillas. ¡Kaiden! ¡Estaba aquí!
Me levanté de mi lecho improvisado, con mis sentidos agudizados al máximo. Escuché el sonido de la lucha, los gritos de sorpresa y luego de dolor de los guardias de Canserbero. La puerta de mi celda se abrió de golpe, no con la llave habitual, sino con una fuerza brutal que la hizo saltar de sus goznes.
En el umbral, estaba él. Kaiden.
Sus ojos, del color del acero pulido, se encontraron con los míos. Había una mezcla de alivio y furia contenida en su mirada. Se veía más fuerte, y más decidido que nunca.
—¡Adeline!— su voz era un susurro ronco, cargado de años de anhelo y ahora, de una urgencia salvaje.
No pude hablar.
Las lágrimas corrían por mis mejillas, no de tristeza, sino de la abrumadora alegría de verlo. Me lancé hacia él, y él me recibió en sus brazos, apretándome con una fuerza que me hizo jadear.
Era el abrazo que había soñado, el que me había mantenido viva.
—Estás a salvo— murmuró contra mi cabello.
—Kaiden...— mi voz era apenas un hilo audible. —Pensé que...—
—Nunca te dejaría— interrumpió, con su voz firme y segura. Me separó un poco, sus manos se aferránron a mis hombros, y sus ojos buscaron los míos, luego empezó a buscar heridas en mi cuerpo, buscaba signos de maltrato. —Estás bien—
—Estoy bien— mentí, aunque el peso de lo vivido era inmenso, era mucho más que los golpes que mi cuerpo y rostro tenían —Pero él...—
Justo en ese momento, escuchamos un rugido de furia desde el exterior. Canserbero.
—¡Kaiden! ¡Maldito seas! ¡Cómo te atreves a entrar en mi territorio!—
Kaiden me miró, con su expresión endureciéndose. —Vamos, Adeline. Tenemos que salir de aquí—
Pero antes de que pudiéramos movernos, la puerta principal de la fortaleza se abrió de golpe y apareció Canserbero, su rostro estaba contorsionado por la rabia. Sus ojos se posaron en mí, y luego en Kaiden, para después darnos una sonrisa de pura malicia.
—Vaya, vaya. El querido Kaiden ha venido a buscar a su "prometida". Qué tierno. Pero creo que te has equivocado de lugar, amigo. Ella es mía ahora—
Sentí el instinto de protegerme, de esconderme detrás de Kaiden, pero mi orgullo se rebeló.
No era una posesión.
Y mucho menos de este imbécil.
—No soy tuya, Canserbero— dije, lo suficientemente claro para que lo entendiera.
Kaiden me apretó la mano, en un gesto de apoyo silencioso pero poderoso. —Ella tiene razón, Canserbero. Y tú no la has tratado como tal—
—¿Tratarla? ¡Yo le doy un futuro! ¡Un futuro que tú nunca podrías ofrecerle! —gritó Canserbero, dando un paso adelante.
Fue entonces cuando vi la sorpresa en los ojos de Canserbero. No era solo la presencia de Kaiden, sino la forma en que me veía, la forma en que yo me defendía. Él nunca esperó que yo tuviera esta fuerza, esta conexión con Kaiden.
—Tu futuro es la miseria, Canserbero— dijo Kaiden, con su voz baja y peligrosa. —Y tu reinado de abuso termina hoy—
La batalla estaba a punto de estallar. Y yo estaba en el centro de todo, lista para luchar por mi libertad como siempre lo he hecho.
El aire se cargó de una tensión eléctrica.
Canserbero, con una sonrisa torcida que no llegaba a sus ojos, dio un paso adelante, con su mirada fija en mí. Sentí la familiar oleada de adrenalina, pero esta vez, no era miedo. Era determinación.
Kaiden estaba a mi lado, con un escudo y una espada, pero yo no iba a ser una damisela en apuros.
—Te diré algo muy importante Canserbero, algo que estoy cansada de decir— mi voz resonó en la sala principal, clara y firme. —Mi futuro lo decido yo. Y no incluye a un tirano como tú—
Canserbero soltó una carcajada áspera. —¡Qué valiente! Pero la valentía sin poder es solo una ilusión—
En ese instante, Kaiden se movió. No hacia Canserbero, sino hacia mí.
Me tomó de la mano, su agarre firme y tranquilizador. —Adeline, quédate detrás de mí—
Pero yo sacudí la cabeza. —No, Kaiden. He estado esperando esto. He estado entrenando en mi mente cada movimiento, cada estrategia. No seré una carga—
Antes de que Kaiden pudiera protestar, me solté de su mano y me coloqué a su lado, mis sentidos ya estaban en alerta. Mis ojos recorrieron la sala, identificando a los guardias de Canserbero que se preparaban para atacar.
Canserbero, sorprendido por mi audacia, gruñó. —¡Inútil! ¡No sabes con quién te metes!—
—Lo sé mejor que tú— repliqué, con mi mirada fija en él. —Aquí el que no sabe con quién se metió. Fuiste tu—
Esa fue la chispa que encendió la mecha.
Canserbero rugió y se lanzó hacia Kaiden, desatando una furia ciega. Los guardias se dispersaron, rodeándonos. Kaiden se enfrentó a Canserbero con una agilidad y fuerza impresionantes, sus movimientos son fluidos y letales. Pero yo no me quedé quieta.
Vi a dos guardias acercarse por mi flanco. Sin dudarlo, me agaché, esquivando el primer golpe, y con un movimiento rápido, usé el impulso para golpear la rodilla del segundo guardia. Cayó con un grito. El primero se recuperó y se abalanzó sobre mí, pero yo ya estaba anticipando su ataque. Utilicé mi cuerpo para desequilibrarlo, y con un giro rápido, lo empujé contra la pared de piedra.
La adrenalina me inundaba. Cada golpe, cada esquivada, me hacía sentir más viva de lo que me había sentido en mucho tiempo. No estaba luchando por Kaiden, ni por venganza. Estaba luchando por mí. Por mi derecho a existir, a ser libre...