Sinopsis
Emilia Bernade fue forzada a casarse con el duque Mazheón, quien era descrito por todos como alguien cruel y de corazón frío, ella atemorizada por el futuro que le esperaba decidió acabar con su vida, no obstante alguien reencarnó en su cuerpo, sin saber absolutamente nada de su anterior vida, cargando consigo pequeños fragmentos de como había muerto. Esa nueva Emilia para no estar sola decidió aferrarse al duque a pesar de sus rechazos.
¿Se ganará su amor o su odio?
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Solamente hoy
Al día siguiente Katelyn y yo salimos de la mansión antes del amanecer, Ian era el único que estaba enterado y aunque quiso llevarnos en el carruaje, decidimos ir sin llamar tanto la atención. El vestido que llevaba ese día era uno simple de color marrón, el cual combinaba perfectamente con mis ojos del mismo tono.
—¿Qué quiere comprar? —La miré con una sonrisa, la verdad no tenía un plan, simplemente iría a observar y aprender las calles de la capital, por si en algún momento necesitaba esconderme de los marqueses.
—No voy a comprar nada, simplemente quería tener un paseo.
Ella arrugó las cejas con confusión, palmeé su hombro apurándole el paso. La capital era hermosa, en la plaza habían varias estatuas de ángeles y Katelyn juntó sus palmas frente a ellos mostrándoles respeto. Por mi parte no tenía interés en los dioses o sus siervos, estaba en ese mundo para tener otra vida y simplemente creería en eso.
—Por cierto, mi señora —Katelyn me llamó, nos encontrábamos sentadas frente a una tienda de joyería, cerca había una fuente con un esculpido en forma de corazón. —No sé si Katherine le habló de esto, pero luego del primer mes de casados, la pareja debe ir a pasar una semana en casa de los suegros, en total serían dos semanas.
¿Qué eran esas costumbres? Katelyn al ver mi ceño fruncido volvió a hablar.
—Es para observar que tan buena es la relación, si es mala los suegros deben darles consejos para mejorar el matrimonio.
Antes pensaba que Katelyn no sabía de esas cosas pero estaba equivocada por completo, ella conocía esos temas o tal vez sabía lo básico sin mucha profundidad.
—Ah, comprendo. —¿Cómo haría para pasar una semana en casa de los marqueses? Y recién me hablaron de esa costumbre, no quería regresar a ver a los marqueses y menos a Elena; aunque eso era obviamente imposible.
En las calles habían muchos niños correteando, por sus vestimentas deduje sus clases sociales, Katelyn me contó que la mayoría eran huérfanos y vivían en las calles. Sentí lástima por ellos, pero no podía ayudarlos.
Katelyn compró algunos dulces, yo no había traído nada de dinero conmigo. Ella me dijo que cada mes recibiría una cantidad exacta para mis gastos, no estaba tan segura de esa información.
—¿Se siente mejor ahora?
—Sí, gracias por acompañarme, realmente necesitaba tomar aire.
Ella asintió. Por último visitamos la catedral porque Katelyn quería ir a rezar, me senté en la parte de atrás mientras la esperaba. En el fondo por encima del altar había un candelabro, varias cruces y estatuas de los dioses con sus cálices. Una mujer en una túnica blanca me saludó amablemente y entró a la habitación de los rezos.
—¿Y por quién rezabas? —Le pregunté a Katelyn, ella sonrió y luego me dijo.
—Por usted, para que sea muy feliz y tenga muchas riquezas.
—Lo recibo, amén.
Regresamos alrededor del mediodía, no tardamos mucho como lo había pensado. Cuando llegamos Ian se encontraba en la entrada principal con el rostro tenso, me acerqué a él.
—Bienvenida, duquesa. El duque la espera en su oficina.
La expresión animada de Katelyn cambió a una de preocupación, con la mirada me pedía que no fuera, sin embargo yo quería escuchar lo que el duque tenía que decir. Después de mirarlos por unos segundos me despedí de ambos con un leve asentimiento de cabeza, luego me encaminé a la oficina del duque. Los pasillos olían a rosas debido a la nueva decoración, habían varias canastas con rosas en la media columnas.
Llegué frente a la puerta y antes de tocar suspiré pesadamente, él no tardó en responder a mi llamada. Cuando abrió la puerta nuestras miradas se encontraron, tal vez porque los dos nos buscamos al mismo tiempo o simplemente era una casualidad. Bajé la mirada al suelo sintiéndome algo incómoda.
—Por la mañana pasé a visitarte, sin embargo no estabas. —Su tono de voz era el mismo de siempre, serio y frío a la vez. Me adentré al cuarto después de él, me senté en la silla y él rodeó la mesa sentándose al otro lado. —¿Puedo saber donde te encontrabas?
—Dando un paseo. —Respondí de manera cortante. No me agradaba su interés, porque no era el interés que yo necesitaba y ciertamente sonaba feo, pero no quería recibir amabilidad de su parte, porque su secretario le dio un consejo. La verdad, si me dejara ir mientras me regalaba la mitad de su fortuna sería lo mejor.
Mientras mis pensamientos divagaban embocé una pequeña sonrisa.
—Supongo que eso te ha hecho feliz.
—Bastante.
—Emilia —Alcé la vista encontrándome con esos violetas hipnóticos, era casi imposible que existieran esos ojos y él los tenía. Aunque claramente era un rasgo de la realeza. —Sabes que no es la manera correcta de hablarme, ¿no?
—Lo siento, —dije con sarcasmo. De hecho ni yo comprendía porque estaba siendo tan tosca, tal vez esa podría ser mi personalidad de la otra vida, no lo sabía. Giré mi rostro observando la pared donde antes se encontraba el cuadro, más en ese momento no se hallaba allí.
—Lamento no ser tan considerado. —Lo observé sin entender a que venía esa disculpa, él se levantó acercándose con pasos lentos. —¿Entonces, me das la oportunidad de acompañarte al jardín?, esta vez tú eliges la forma que prefieres.
¿Ah?, me quedé pasmada procesando sus palabras, no quería volver a dejar a mi imaginación correr libremente, pero mi mente era algo rebelde.
—Sí, está bien. —dije mientras no apartaba la mirada, él pareció reírse aunque aquello parecía una sonrisa enigmática, podría ser simplemente mi cabeza jugando conmigo nuevamente.
En la noche, me hallaba acostada leyendo el libro que el duque me había obsequiado, era una historia de fantasía, de hecho me estaba gustando el inicio. Katelyn antes me trajo un poco de té para descansar mejor, el olor hacía que el ambiente se sintiera cómodo y agradable. Afuera, la luna iluminaba entrando con pequeños rayos a mi habitación.
En unos días iría a la casa de los marqueses, Katelyn preparó mis maletas en la tarde. Anteriormente hablé con el duque sobre ese asunto, acordamos juntos visitar ambas casas, primero los marqueses y luego a la madre del duque. Me sorprendió saber que su padre había fallecido hace un año y por ello tomó el ducado que le correspondía por herencia. Esa era la razón por la que había adquirido ese puesto a una edad bastante joven.
Moví mis piernas jugueteando mientras leía el libro, mis ojos comenzaban a cansarse y al final el sueño me llevó sin darme cuenta.
En ningún momento el estuvo enamorado de Elena, solo le gustó
sigue sin gustarme el duque, por qué no aclara las cosas desde el principio y se hace la víctima
Debe salir conocer mejor donde está, seguir con sus negocios, aprender magia y combate cuerpo a cuerpo, entrenar físicamente.
Salir de ese matrimonio, que lo único que hace el duque es actuar de manera inmadura. ni el sabe que siente..
Cuando va dejar al duque, se deja envolver por él