Sofía Alcántara, una chica llena de traumas por su infancia difícil trata de lidiar con su vida diaria, sin embargo, por parte del trabajo tiene que viajar a un nuevo país, lugar donde conoce a un chico en un bar y terminan pasando la noche juntos, sin saber que se lo encontraría al día siguiente... ¡en su trabajo!
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El hilo rojo del destino
POV Cedric
-¿Cuándo se supone que vas a casarte? Ya tienes 32 años, ni siquiera tienes novia, ¿Cómo se supone que voy a confiarte mi legado si ni siquiera eres capaz de formar una familia?
-Abuelo, mi capacidad de formar una familia no tiene nada que ver con mi capacidad de controlar el imperio familiar y lo sabes, ¿o no?
-La familia es uno de los principales pilares de un hombre, nadie va a respetarte si no tienes una buena familia, sobre todo una esposa que te respalde
-Creo que ya bastantes personas me respetan, saben lo capaz que soy de manejar el negocio, he mantenido en el puesto número 1 a la empresa a nivel mundial según la revista Company Magazines
-No dudo de tu capacidad, Cedric, pero tampoco tienes opción
-¿A qué te refieres con eso, abuelo?
-Te he dado todo el tiempo que me has pedido, y he respetado tu opinión sobre el matrimonio, pero no voy a dejar todo lo que he construido en manos de alguien que solo se preocupa por sí mismo. Solo te esperaré un año más, si no, el testamento cambiará, y el encargado del negocio familiar será Ashton
-¿Es una maldita broma, no? Me he partido el maldito lomo todos estos años siguiendo tu ejemplo, inclusive vine a otro país a arreglar el desastre que Ashton dejó en la empresa filial, ¿y solo por no casarme me harás a un lado? No es justo, no voy a casarme por un capricho tuyo, ¿lo entiendes?
-Un año, Cedric, no cambiaré de opinión
Colgué el celular y lo aventé contra la pared con todas mis fuerzas. ¿Cómo era posible que me hiciera esto el abuelo? Le he demostrado lo malditamente capaz que soy de manejar el negocio, cierro tratos que otros creen imposibles, los productos que he lanzado han sido un éxito rotundo, además de posicionarme como uno de los empresarios más jóvenes y exitosos del mundo, ¿qué más quiere de mí? Simplemente no lo entiendo.
Me serví un vaso de whisky con hielo y me lo tomé de golpe, me sentía absurdamente enfadado y necesitaba una forma de tranquilizarme antes de que terminara desquitándome con la primera persona que se pusiera delante de mí. Cerré el ordenador, me puse el saco y salí de la oficina. Noté como todo el personal me miraba y comenzaban a cuchichear entre sí. Me dirigí al elevador y oprimí el botón del estacionamiento. Llegando a este fui directo a mi coche y me subí, encendí los altavoces y puse "It's my live" de Bon Jovi a todo volumen mientras salía del edificio. Ya afuera, conduje hasta el club, seguramente vería como ejercitarme un rato para despejarme la mente.
Llegué y dejé que el chico del valet parking estacionara mi auto y entré. No hizo falta mi identificación porque ya me conocían, así que solo me saludaron.
Fui directo al área de natación y entre a los vestidores para cambiarme de ropa, siempre dejo apartado un locker con ropa para no cargar nada. En 10 minutos ya estaba listo y salí hacia las piscinas, y, apenas llegué al borde de una, me aventé al agua. La temperatura me sentó de maravilla, estaba fría y, rápidamente sentí como mis músculos se empezaban a relajar.
Estuve nadando y yendo de extremo a extremo casi una hora, hasta que comencé a sentir cansancio. Igual no he dormido lo suficiente, 5 horas como máximo por las noches y todo el día estoy atrapado entre el trabajo y reuniones con directivos, socios y posibles clientes, cosa que requiere toda mi atención si quiero que la empresa siga creciendo como hasta ahora. No recuerdo la última vez que salí a una fiesta o me divertí con alguien, al tener tan apretada la agenda, mis amigos empezaron a hacer planes por su cuenta porque ya sabían que diría que no, así que cuando me di cuenta, ya ni siquiera tenía alguna clase de contacto con ellos.
Me salí de la piscina y fui a los baños para tomar una ducha rápida y vestirme. En solo 15 minutos estaba dirigiéndome fuera del club.
Me monté en mi auto y me dirigí a casa, por hoy acabé el trabajo en la empresa y el resto lo continuaría en mi sala, según mi asistente, no habían reuniones a las que asistir ya que era sábado.
Casi llegando a casa, comenzó a sonar mi celular,
-Hola, Erika, ¿qué se te ofrece?
-Hola, Cedric, te llamé hace rato, pero terminé escuchando el buzón de voz
-Estoy ocupado
-Ya veo, ¿tienes una reunión? Llamé a tu oficina y me dijeron que te fuiste antes del medio día
-Si no te contesto no sé porqué andas investigando en mi oficina, ¿qué necesitas?
-Tampoco es para que te enojes, solo quería saber de ti y preguntarte si querías cenar conmigo esta noche
-Si te soy sincero, no, no me apetece cenar contigo, estoy ocupado y te agradecería que dejaras de llamarme, la única razón por la que estamos en contacto es porque mi abuelo así lo quiso, pero desde el inicio te dejé bastante claro que no me interesa tener una relación
Colgué la llamada y arrojé el celular al sofá, la cabeza empezó a doler y tuve que ir por analgésicos, revisé la hora y ya casi eran las 6 pm, no me había percatado que afuera ya estaba oscureciendo, ni siquiera había sentido el paso del tiempo. Apagué la televisión y fui por mi portátil para ver que pendientes tenía, pero comenzó a rugirme las tripas, y como no tenía ganas de prepararme algo, pedí comida por aplicación. En lo que llegaba, cerré mi computadora y volví a encender la TV, supongo que la discusión con mi abuelo me dejó exhausto porque no tenía ganas de nada, así que puse la serie en el capítulo que me quedé y esperé hasta que llegara el repartidor.
Unos 40 minutos más tarde me encontraba comiendo lo que había pedido: rollos de salmón y yakimeshi de arrachera. Tenía meses que no comía comida japonesa y ya lo extrañaba, para la próxima pediré unos fideos.
Seguí comiendo hasta terminar todo, y, cuando me di cuenta, ya eran las 9 pm y aún seguía viendo la serie, sin embargo, ya sentía la vista algo cansada y comenzaba a bostezar entre ratos, así que pagué la televisión y llevé la basura al bote de la cocina, tomé un vaso de agua fría y fui a mi habitación para prepararme para dormir. Entré al baño, me di una ducha rápida, me lavé los dientes y salí envuelto en una toalla. Saqué un bóxer de uno de los cajones de la cómoda y me recosté en mi cama.
No me di cuenta a que hora me quedé dormido, solo sé que esa noche, soñé con una mujer hermosa, de piel bronceada, casi dorada, cabello largo, negro y ondulado, con unas facciones preciosas y unos ojos café oscuro, labios gruesos y rosas y un cuerpo divino. Nunca la había visto, al menos no que yo recuerde, pero sería imposible olvidarme de ella si la llegaba a conocer. Me sentí atrapado en un hechizo y no pude apartar mi mirada, sin embargo, comenzó a alejarse de mí sin mirar atrás, hasta que la perdí de vista y no pude encontrarla por ningún lado.