Un Viaje A Lo Desconocido

Las horas pasaban y ellos seguían profundamente dormidos, sus cuerpos muy cómodos, tranquilos y relajados. Ni el canto de las aves, ni el sol radiante, los despertaba.

Estaban profundamente dormidos, las chicas arriba de los chicos. Con sus cabellos desordenados, Winder y Gabriel aún no sentían sus cuerpos adoloridos, estaban totalmente sumergidos en un profundo descanso que tanto necesitaban.

Mientras ellos dormían, por su lado pasaban una enorme serpiente que muy fácil se tragaba a uno de ellos. Sus cuerpos estaban quietos, sin moverse en lo absoluto, una ventaja para ellos, sin saberlo.

Gabriel fue el primero en abrir los ojos, sintiendo su brazo dormido y su espalda adolorida. Con un poco de cuidado puso a Alicia a un lado, pero ella se despertó.

—No siento mi brazo, beby l— susurró Gabriel con dolor.

—Ven te ayudo— Susurró ella, dando masajes y estirando su brazo.

Sus quejidos despertó a Renata y Winder, quienes también estaban adoloridos, aún más Winder, hasta sus bolas las tenía dormidas, de lo cómoda que quería estar Renata.

—¿Estás bien amor?— Pregunto Renata dándole masajes en la espalda.

—No siento mis bolas, bebé— comentó él, sonando gracioso.

—Lo siento amor— susurró ella con un puchero.

Mientras ellos seguían masajeando sus cuerpos y quejándose. La serpiente sentía su presencia y los sonidos llamaba su atención, acercando sigilosamente a ellos.

Buscando algo de miedo o movimientos bruscos en ellos para atacar, pero ellos no sabían de su presencia.

Varios minutos pasaron hasta que por fin sintieron que algo no andaba bien, sus vellos se erizaban sin entender por qué. Hasta que la curiosidad le ganó a Gabriel, sintiendo el terror, la muerte cerca de él, lo que más temía, su fobia a ser tragado por una serpiente.

Winder y las chicas que estaban de espaldas a la gran serpiente veían la cara de susto, de terror, de shock que tenía Gabriel.

—¿Qué tienes...?—

—¡CORRAN!— Lo interrumpió de golpe Gabriel, arrastrando a Alicia.

Winder no entendía hasta que volteo y se encontró con esa inmensa serpiente a solo metros de ellos. Sin tiempo que perder, tomo la mano de Renata y empezó a correr detrás de Gabriel y Alicia, que ya corrían como locos.

La pobre Alicia casi no alcanzaba las largas piernas de Gabriel, pero no sé atrevía a detenerse.

—¡Dios no permitas que esa serpiente me trague, juro que me portaré bien con mis padres!— exclamaba Gabriel. Sin dejar de correr.

Ya llegaban a un punto que cada uno corría por su solo, Winder trataba de buscar un lugar donde ya no los persiguiera, pero era muy difícil observar mientras corría a toda prisa tratando de no tropezar y caer.

—¡Ya no aguanto más!- Exclamó Renata atrás de ellos.

—¡Yo tampoco!— Hablo Alicia llorando ya.

Gabriel estaba tan asustado y con temor de morir tragado por una serpiente, que se llenó de valentina, deteniéndose en seco, tomo una vara y espero que esa enorme serpiente intentara tragárselo, la serpiente estaba enrollada a un gran árbol, esperando que Gabriel se acercara más para tragárselo.

Con sus manos temblando y sus piernas también, pero decido, se acercó con una lanza que encontró en el suelo, era su única oportunidad para matarla, o sería él, el muerto, tragado por una enorme serpiente.

Winder tapaba la boca de las chicas quienes lloraba muy asustadas, si algo le pasaba a Gabriel, no lo olvidaron jamás, sería una película de terror.

Los tres se agacharon y Winder se aseguraba que no gritaran o la serpiente los perseguiría a ellos y el plan de Gabriel no funcionaría.

La serpiente se lanzó contra Gabriel con la boca bien abierta, dándole oportunidad a Gabriel de enterrar la lanza en la garganta de la serpiente, cosa que logro que la serpiente sintiera tanto dolor que se olvidará de él por un momento y empezara a dar vuelva en el árbol desesperadamente. Eso les dio oportunidad de correr lo más rápido posible hasta estar muy seguros.

Gabriel aún sentía la adrenalina en su cuerpo y corría como loco dejándolos atrás. Hasta que recordó a su novia.

—¡Beby, rápido!— exclamó tomándola de la mano y casi arrastrándola.

—¿No está muerta?— pregunto asustada y respirando, muy agitada.

—¡No creo, eso solo la molesto más y seguro nos perseguirá más!— exclamó Winder.

—Quiero regresar rápido, ya no aguanto más— hablo Renata llorando. Alicia se detuvo, ya no aguantaba más sus pies, los chicos voltearon atrás para asegurarse que la serpiente ya no los perseguía.

—Descansemos, parece que ya no nos perseguirá— dijo Winder buscando en todos lados con su mirada.

—Qué bueno, estoy que me desmayo— murmuro Gabriel tirándose al suelo de largo a largo.

—Felicidades, Gabriel, fuiste muy valiente— le hablo Renata.

—No lo espere de ti, beby— Gabriel solo se echó a reír. Era algo que él tampoco se esperaba.

—Bueno, ustedes descansen, yo buscaré unas frutas, tengo hambre— Todos asintieron a sus palabras, también morían de hambre. Ya estaban en las doce horas sin comer, sus cuerpos ya no tenían la suficiente energía para seguir corriendo. Winder pensó que era mejor casar un animal que los alimentará mejor. Volvió con unas frutas que rápido comieron sin pensar, soltando suspiros de felicidad.

—Casemos un animal, necesitamos proteínas, no sabemos que más nos espera— anuncio Winder, haciendo que toda soltaran suspiros de dolor.

—¿Qué podemos casar? ¡Si solo existen animales raros, inmensos y demás!— exclamo Gabriel con gran exageración.

—Pescados, en el río debe haber— propuso Renata.

—Con una lanza como la que heriste a la serpiente, beby— recomendó Alicia, con emoción.

Los chicos asintieron, juntos buscaron varias lanzas de esas y las amarraron a unas cuerdas de bejucos, así no se escapan los peces que lograrán herir.

Con paciencia llegaron al río, después de varios intentos lograron capturas un par de peces.

Con emoción prendían una fogata con piedras.

—¡Me rindo!— Exclamó Gabriel, después de muchos intentos.

—Dame beby, tienes que tener paciencia— Afirmó Alicia, tomando las dos piedras y dándole sin parar, con paciencia, hasta que las hierbas cercas lograron encender.

—¡AAAH, LO LOGRASTE ALI!— grito Renata emocionada, brincando con su amiga. Gabriel se acercó a Alicia y besó sus labios.

—No se ha lavado los dientes, ¿No te da asco?— Hablo Winder burlón, eso hizo que Renata se le acercara y lo besara con lengua, dejándolo en shock.

—Bebe, solo bromeaba con Alicia— susurró abrazándola, besando sus labios que formaban un puchero.

El momento de miedo y tensión había desaparecido, disfrutando su asado de pescado, tranquilos. Preparados ya, para la siguiente aventura que ni ellos se imaginaban y tampoco deseaban vivir más, solo deseaban llegar al portal y poder regresar a casa.