¿Una extraña sensación de Déjà vu? ¿Un sentimiento de haber vivido todo eso por segunda vez?
Aquellas eran las constantes de la vida de Claire; sin embargo, debido a su salud un poco débil y el cansancio por su trabajo como policía, decidió ignorarlas.
No obstante, tras su divorcio y motivada por la difícil situación de su hijo recién nacido, quien necesita una donación de sangre para sobrevivir, la ahora detective privada se ve obligada a buscar al padre del niño, su exesposo. A pesar del dolor causado por sus múltiples infidelidades, ella deberá revelarle que tiene un hijo al que ni siquiera conoce.
Sin embargo, para llegar hasta él, deberá enfrentarse al infierno en el que se ha convertido la ciudad donde él vive, evitando ser víctima de las monstruosas criaturas que la habitan.
¿Podrá dejar de lado su resentimiento y ser lo suficientemente fuerte para salvar a su exesposo?
¿Por qué la extraña sensación de déjà vu no se va de su corazón?
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CAPÍTULO 10
Isaac asintió, confiando en la habilidad de Sara para guiarlos. Sabía que ella era su única esperanza para salir vivos de aquel infierno.
Se acercó a ella, mirando el mapa por encima de su hombro, sintiendo una mezcla de admiración y desesperación.
—Por aquí—dijo Sara, señalando una ruta alternativa—Pasaremos por los archivos. Con suerte, no encontraremos resistencia.
Salieron de la oficina y se adentraron de nuevo en los pasillos oscuros. Isaac no podía evitar pensar en lo que había dejado atrás, en el anillo en su bolsillo y la vida que había imaginado con Sara. Pero ahora, lo único que importaba era sobrevivir.
A medida que se acercaban a los archivos, el ambiente se volvía más opresivo. Sara mantenía su pistola lista, sus sentidos alerta a cualquier movimiento.
Isaac, detrás de ella, se esforzaba por no hacer ruido, cargando los morrales con dificultad. Finalmente, llegaron a la puerta de los archivos. Sara la abrió con cuidado, asomándose para asegurarse de que estaba despejado.
Al ver que el camino estaba libre, hizo una señal a Isaac para que la siguiera. Una vez dentro, cerraron la puerta detrás de ellos y respiraron un poco más tranquilos.
El lugar estaba lleno de estanterías con documentos polvorientos y cajas apiladas. Era un laberinto de papeles, pero al menos estaban momentáneamente a salvo.
—Tenemos que encontrar un lugar para descansar un momento—dijo Sara, notando el cansancio en el rostro de Isaac—No podremos seguir si no recuperamos un poco de energía.
Isaac asintió, dejándose caer en una silla vieja y desgastada. Sacó el anillo de su bolsillo, mirándolo con tristeza y esperanza.
Sabía que tenía que sobrevivir, no solo por él, sino por la posibilidad de un futuro con la mujer que amaba.
Isaac cerró los ojos, permitiéndose un momento de paz en medio del caos, mientras Sara mantenía la guardia, lista para cualquier cosa que pudiera surgir en la oscuridad.
De repente, un ruido sordo se escuchó en el pasillo, seguido de un susurro inquietante. Isaac abrió los ojos de golpe y vio a Sara tensarse, apuntando su arma hacia la puerta.
—Creo que no estamos solos —murmuró Sara.
Isaac se puso de pie, sintiendo el peso de la situación caer sobre él de nuevo. Guardó el anillo con cuidado, preparándose para lo que fuera necesario.
Sara le hizo una señal para que se moviera detrás de una de las estanterías, buscando una mejor posición para defenderse.
Los susurros se hicieron más fuertes, y pronto, las sombras de varios enemigos comenzaron a aparecer bajo la puerta. Isaac contuvo la respiración, observando cómo Sara mantenía su calma, apuntando su pistola hacia el acceso.
La puerta se abrió de golpe, pero solo entró una ráfaga de aire apestosa a sangre. Sin embargo, Sara siguió con su arma apuntando la entrada, lista ante cualquier ataque. Isaac, aunque tembloroso, tomó una barra de metal de una estantería cercana y se preparó para defenderse.
No obstante, cuando estuvo por levantarse para ser el apoyo de Sara, un rugido, seguido de una gota de baba caer del techo, hizo que se congelara de inmediato. Sin poder defenderse, sintió como unas garras lo levantaban del piso.
—¡Maldición!—gritó Sara.
Una extraña criatura, parecida a un murciélago, pero extremadamente grande, se había infiltrado al lugar sin darse cuenta. Observando como el ser mordía el cuello de Isaac para beber de su sangre, comenzó a disparar, provocando que el murciélago huyera por una ventana.
Los poseídos, los cuales estaban un poco lejos, atraídos por el sonido de los disparos, comenzaron a correr hacia donde estaban escondidos. Sabiendo que una horda estaba por llegar, tomó el bolso con los detonadores C4 lista para huir.
—¡Sa...ra!—pidió moribundo Isaac—Ayu...da.
Sara, aterrorizada, pisó la mano de Isaac para que soltara su tobillo y lo dejó atrás, en un charco de su propia sangre, en espera de las criaturas que estaban por venir. Atorando la puerta que daba salida a otro pasillo, con un enorme librero con folletos, corrió a más no poder.
Las lágrimas surcaban el rostro de Isaac, mientras escuchaba más cerca a los poseídos. Su corazón estaba roto, creía que Sara lo amaba; sin embargo, la última mirada que le había dado era como si estuviera viendo un estorbo en su camino.
Con una mano intentando controlar la hemorragia en su cuello, y con la otra observando el anillo con la que iba a proponerle matrimonio a Sara, escuchó como las criaturas entraron al lugar donde él estaba. Y sintiendo el dolor de sus mordidas, dejó caer en el charco de su propia sangre, la sortija de compromiso.
A lo lejos, se oían los gritos de Isaac siendo devorado por los poseídos, un sonido que provocó que Sara corriera aún más rápido. Sabía que era cuestión de segundo para que aquella criatura alada o los poseídos la alcanzaran.
Resbalando en un charco de sangre cerca de la salida del ala donde se encontraba, pudo tomar un segundo desvío por medio de la sala de prensa de la comisaría. Allí, tomando una mesa, pasó por el otro lado del pasillo a través de una ventana a lo alto de la pared.
Lastimándose con varios vidrios rotos, tomó el bolso y siguió corriendo mientras cojeaba un poco. En ese pasillo tuvo que dispararle en la cabeza a dos poseídos que la tomaron por sorpresa mientras giraba por una de las esquinas.
—¡Malditos!—gritó asustada.
Golpeando la cabeza de uno de esos seres con su zapato, siguió corriendo hasta llegar a la salida del ala noroeste. Una vez ingresó al vestíbulo, disparó al botón de apertura del portón de seguridad y aquello hizo que este se bajara por completo.
Segundos después, varios gruñidos y golpes se escucharon, mientras movimientos bruscos intentaban traspasar el portón de metal. Sara, asustada, terminó cayendo con brusquedad al piso. Movió erráticamente su cabeza, intentando olvidar el rostro moribundo de Isaac.
Levantándose con mareo, Sara se sentó en la silla de la recepción del vestíbulo, intentando recuperar el aliento y planear así su próximo movimiento. Debía volver junto a Leon y darle los detonadores, él sabría lo que hacer a continuación.
Con el latido de su corazón a más no poder y la mente decidida, se puso en marcha nuevamente, consciente de que no había marcha atrás. Así que se levantó e intentando caminar con un poco de soltura, ignorando lo posible el dolor en su pierna, subió al segundo piso del vestíbulo.
Espero que tengas el apoyo a futuro porque hiciste un excelente trabajo escribiendo 🌹 Sigue así /CoolGuy/y seguiré leyendo 🤞🏻/Smile/