El Demonio De Altamar

¿En serio te casarás con el Lord Brishop?- preguntaba la odiosa de la amiga de Gisel, creo que su nombre es Clara.

Si, mi padre quiere que nuestro apellido se mezcle con aún más nobles, igual luego de darle un heredero no tengo obligación de seguir queriendo estar a su lado, somos un matrimonio por conveniencia- le decía.

Vi como te comía con la mirada el Teniente Black ¿acaso permitirás que él sea tu primer amante?- le pregunto y mi corazón se paralizó.

Le propuse encontrarnos dentro un par de años cuando ya se haya casado con la sosa de Isabella, y el acepto sin problemas, es más como muestra de mi sinceridad al hacerle ese trato, le entregue el broche que mi padre me dio al cumplir los 18- le decía riendo.

La verdad no entiendo como un hombre tan impresionante como el Teniente, acepto de forma tan fácil a esa niña. Encima escuché que en realidad la que se casaba con el era Anabella y al morirse a ella le tocó suplantar a la hermana, creo que no hay peor deshonra que esa- decía Clara riéndose también.

Mis lágrimas no paraban de salir, eso era todo lo que creían en el pueblo ¿yo era un reemplazo de mi hermana?, bueno visto desde afuera si se podía ver de esa manera, pero la realidad era otra, Anabella amaba a Aníbal y yo a Eric.

Están comprometidos desde pequeños, al parecer los Lewis, necesitan escalar en esta sociedad y al igual que mi padre vendió a sus hijas, de hecho sé que ella era antes de Aníbal, quizás por eso es que siempre están juntos- dijo apagando un poco el sonido de su voz al final.

No sé si sentir vergüenza o lástima por esa niña, al final si ama a uno, va a estar casada con el hermano y de no amar a ninguno de los dos, al final le tocó reemplazar a su hermana. Toda su familia es interesada. Solamente es una cazafortunas- dijo Clara.

Te equivocas, es una zorra que coquetea con el hermano menor teniendo un compromiso con el mayor y su familia solamente es aprovechada de la amistad con el Lord ¿realmente crees que el teniente se hubiese fijado en esa niña de no ser obligado por su padre?- esa era la pregunta que siempre me había hecho.

Siguieron riéndose un rato más de mi nombre y luego se marcharon, deje pasar un tiempo prudencial antes de salir de mi tonto escondite. Me acerqué al espejo y vi mi reflejo demacrado y ojeroso de tanto llorar, tenía un color más pálido del normal y sinceramente me sentía muy mal. Mire hacia la puerta que daba a la salida del baño y luego al gran ventanal que daba a un bosque, necesitaba aire, quería escapar de aquella situación. Ahora entendía que era lo que Eric había ocultado en su bolsillo y también podía hacerme a la idea de tener que soportar sus infidelidades sin poder decirle nada. Que me obliguen a darle un heredero para perpetuar el apellido, yo no podía con eso.

*lo lamento mamá, lo lamento papá, pero esta niña no es ni zorra ni cazafortunas* pensé mientras abría la ventana y me escapaba hacia mi libertad o al menos me daba el tiempo a calmarme.

narra Eric.

Muchas personas aprovecharon mi soledad para acercarse a hablarme y de paso presentarme a sus hijas, sobrinas o hermanas, era como si las regalaran a mí y en algún punto me daba asco. A todos les explicaba que estaba prometido y solamente me di cuenta de que ya había pasado demasiado tiempo de mi separación con Isabella ¿dónde podría haberse metido esa pequeña?. Mire en todo el salón intentando dar con su presencia o al menos con la de su amiga, pero a la primera ni la encontré y la segunda la vi cerca de su madre conversando con alguien más. Encontré a los Lewis junto a mi padre un poco más rezagados de todos y tampoco podía encontrar a Aníbal.

*Maldición ¿acaso estarán juntos?, no, no puedo pensar eso, debo confiar en ella. Los pensamientos se me iban de un lado a otro, entre celos y confianza, amor y odio, enojo y frustración. De pronto la señorita Gisel volvió a acercarse a mí.

¿Qué le ocurre Teniente, lo noto tenso? ¿Perdió algo?- maldita sea que mierda piensa hacer esta mujer.

No sé dé que está hablando y si me disculpa- me iba a retirar cuando ella interrumpió mis palabras.

No la encontrará, hace un rato que no la veo y hace aproximadamente te media hora vi a su hermano salir corriendo, subirse a un caballo e irse- dijo con cizaña, no debía creerle, no podía desconfiar de Isabella, pero ¿y si decía la verdad?.

Eso no es de su incumbencia- dije en tono molesto yéndome de su lado, quería alcanzar a mi padre y preguntarle por la repentina desaparición de Aníbal.

Pero los murmullos cuando me estaba aproximando a él eran imposible de ignorar.

¿Vieron como Isabella estaba en brazos del hijo menor de Lord Black?- decía una señora.

Si yo vi cuando le apoyo suavemente la mano en su mejilla y él le dio un beso en la frente, es una lástima que hagan que esa niña se case con el otro hermano cuando se nota desde hace años que ama al menor- comentaba otra.

Yo siento lástima por ella, vivir siempre al lado de Aníbal y saber que jamás podrás estar con él, los padres fueron tan desconsiderados- le respondió un hombre.

Todos esos comentarios también habían llegado a oídos de mi padre y los Lewis, quienes en ese mismo momento se acercaron hasta donde yo estaba.

¿Quiero creer que no te dejarás influenciar por esos rumores?- dijo mi padre con voz de autoridad.

¿Qué es lo que esperas de mí? ¿Qué haga el ridículo casándose con una niña que ha demostrado amar a mi hermano? No quiero ni pensar en ellos revolcándose en la oscuridad de aquel bosque- había estallado en furia, todos en el salón me miraban ¿asustados? ¿Con lástima? Odiaba ser el centro de atención, pero ahora me sentía idiota, yo la amaba sí que la amaba y ella me había apuñalado por la espalda y con mi propio hermano.

Hijo si fueses honesto con tus sentimientos, entenderías lo mucho que te estás equivocando al decir esas palabras- ¿acaso mi padre veía o sabía algo que yo no?

No quiero casarme con una mujer que ama a mi hermano y seguro en estos momentos se está revolcando con él, bien sabido es en todo el pueblo la relación de "amistad" que hay entre ellos ¿no te molesta que sea el cornudo?- le grite y pude ver como sus ojos se ponían en blanco.