La persona equivocada

Pasaron solo dos días, las mismas cosas de siempre, la misma rutina aburrida y monótona que hacía. Facultad y casa, casa y facultad, es tan cansado que hay momentos en que pienso en cerrar la facultad y olvidarme de todo. Pero no estoy loco al punto de tirar a la basura años de estudio. Lo más irritante era tener que ver a Max y Jack por allí diariamente. Alicia se había ido a Sídney nuevamente y me dejó en medio de esta confusión solo de nuevo. Quería poder enfocarme solamente en las clases y lo que era pasado durante cada clase, pero mi mente se distraía con cada cosa idiota y principalmente por pensamientos sobre Rhys y Max, además de aquella maldita carta. A cada momento miraba el horario en mi reloj, los minutos parecían horas, una eternidad para mí. No aguantaba más escuchar a los profesores hablar, más conversaciones paralelas, todo ya estaba comenzando a irritarme de verdad. Cuando finalmente el timbre sonó, recogí mis cosas y cuando estaba por salir del salón con los demás, Jack me jaló por el brazo e hizo que me quedara en el salón después de que todos ya se habían ido.

—¿Qué demonios quieres ahora, Jack?

Intenté soltar mi brazo y alejarme, pero sentí que él apretaba aún más mi brazo para que no me alejara de él.

—Te quiero a ti.

Susurró, acercándose más a mí. Era totalmente visible lo que quería hacer en aquel momento.

—¡Porra, olvídate de mí! Nosotros dos terminamos.

Le dije irritado, y finalmente alejándome de él. Manteniendo una cierta distancia entre nosotros.

—¿Por qué actúas así conmigo? ¿No te gusta cuando te toco?

Él apeló por lo emocional. No caigo más en esos juegos estúpidos, de esa forma acostumbraba a ganarme, ahora no más. ¿No sé cómo conseguía convencerme con esas palabras tan vacías, cuán ciego de amor estaba? La realidad que siempre viví es la más dura.

—¡Jack, me traicionaste! Y de la nada me vienes con esta conversación absurda de que me quieres de vuelta. ¡Despierta a la vida! Yo no soy tuyo más.

—Sarah es solo un pasatiempo para mí. Tú eres mucho mejor en la cama que ella.

Jack me jaló hacia cerca, agarrando mi cintura.

—Pero no dudaste en follarla.

Le repliqué. Intenté alejarme, pero de nuevo él me mantuvo cerca y presionando nuestros cuerpos.

—Sé que te gusta esto.

Él sonrió de lado, manteniendo su apretón. No respondí nada a él, me mantuve callado por un instante. Por un cierto momento de distracción mía, Jack tocó mi rostro y me besó a la fuerza. Presionó mis labios hasta el momento en que cedí.

Mentalmente lo insultaba por eso, sus besos no son tan adictivos como los de... ¿Max?

—¡Te has vuelto loco de verdad, Jack!

Dije irritado, empujándolo lejos. Limpié mi boca con disgusto, aunque haya cedido y me dejara llevar solo por un instante, eso no hizo que mi odio se disipara por él. Yo nunca sería capaz de olvidar lo que él hizo conmigo, traición no tiene perdón.

—No hice nada de malo. Cediste cuando te besé…

Su tono de voz se suavizó, un brillo surgió en sus ojos y pasó el pulgar por su labio, pensaba en hacer algo conmigo, casi seguro.

—¡No me vengas con esa historia! Fuiste tú quien me besó a la fuerza. ¿¡Por qué hiciste eso!?

Le cuestioné. Mi pregunta fue obvia, pero en la hora no razoné tanto cuando le dije aquello.

—Porque quiero mostrarte que todavía te necesito.

Porra. No me quieres de nuevo, solo quieres mi cuerpo.

—Qué mentira.

Murmuré, apretando los dientes de rabia. Jack puso su mano en mi rostro, prácticamente con los ojos de súplica, antes de decir:

—No es una mentira. Puedes creerme. Te amo de verdad, Alisson. ¿Por qué es tan difícil para ti entender eso?

—¡No me hables de amor, ahórrame tus palabras! Tú traicionaste mi confianza, Jack.

Quité su mano de mi rostro, aún irritado con sus mentiras.

—No existe más nada entre nosotros. Coloca eso en tu cabeza y para de importunarme.

Concluí. Dicho eso, salí del salón de clases y choqué con alguien.

—¿Estás bien, Alisson?

Era Max. No sé cómo mantuve la postura en aquella hora, quería salir luego de allí.

—No te interesa.

Respondí serio. Cuando intenté pasar por Max, él sujetó mi brazo, manteniéndome allí. ¿Qué tanto quieren esos tipos conmigo? Primero Jack y ahora Max, yo solo atraigo problemas.

—Quédate.

Max pidió, mirando brevemente a Jack, que estaba luego atrás de mí. Sus ojos parecían librar una lucha mirando a Jack, quién diría que él lo mataría.

—Vi cuando jalaste a Alisson para acá. ¿Qué acabas de hacer con él? Por lo que recuerdo, ustedes ya terminaron. Él no es nada tuyo ahora.

—Eso no es de tu incumbencia, amigo. Si Alisson tiene algo conmigo o no, es problema nuestro, ¿no? No te metas en eso entonces.

Jack lo confrontó, dando un paso al frente como un tipo de aviso a Max.

—Realmente. Sería un problema. Alisson estaría saliendo con un idiota como tú.

Max se burló, me contuve para no reír con sus palabras. La tensión en el salón era tan visible, los dos se encaraban como enemigos mortales, listos para cualquier cosa.

—¡Ya basta! No me coloquen en medio de este lío todo, yo no soy propiedad de nadie aquí.

Me entrometí en medio de los dos, manteniendo la mirada constantemente con ambos, observando sus reacciones. Percibí que se encaraban, se matarían apenas con la mirada.

—¿Las noches que follaste conmigo no fueron nada?

Max mencionó repentinamente, dejándome rojo, tanto de rabia, pero también de vergüenza. Sentí mi rostro calentarse como un pimiento, haciendo mi respiración trabarse instantáneamente.

—¿¡Tú follaste con él!?

Jack dijo con irritación, casi partiendo para encima de Max. Tuve que contener esas "amenazas de ataque" para que no pelearan, parecen niños.

—Follé. Y cómo follé...

Max provocó. Sentí su voz suavizarse al decir eso, él pasó el pulgar por el labio, como si estuviera recordando las noches que estuvimos juntos. Mordí mi labio con fuerza, recordando también lo que sucedió entre nosotros.

—¡Entonces tú también traicionaste!

Jack alteró la voz conmigo.

—No, no. Yo no. Cuando eso sucedió ya habíamos terminado, entonces no es traición. Lo que tú hiciste conmigo, sí lo es.

Respondí con la mayor tranquilidad, él se calló. No osó decir nada, no tenía más qué decir para intentar contradecirme en todo eso, al final, yo estaba en lo cierto.

—"Sarah es solo un pasatiempo para mí. Tú eres mucho mejor en la cama que ella."

Max repitió, las mismas palabras que Jack me dijo. Pero claro, él escuchó todo lo que dijimos.

—Si Alisson es bueno en la cama, ¿por qué follaste con Sarah? Ah, eso ni siquiera tiene sentido. Puedo confirmar que Alisson es realmente bueno... no hay motivos para hacer eso, excepto si estabas cansado de él.

—No te entrometas en eso...

Jack apretó los puños y dientes, se sujetaba para no golpear a Max. Pero todo lo que Max decía, parece tener un cierto sentido. ¿Pero soy tan bueno como los dos dicen? Si les gusto, es porque lo soy.

—Sí, me entrometo sí. Alisson no es tu novio, coloca esa porra en tu cabeza. Tú no lo necesitas.

Los dos rebatían en niveles iguales, como una pelea por una propiedad. Como actuaban, llegaba a ser tan gracioso para mí. Max y Jack estaban tan serios hablando sobre mí.

—No me digas lo que necesito o no. Eso no es sobre ti. Quédate en la tuya.

—No te metas con Alisson, que yo me quedo en la mía.

—¿Qué es eso? No soy un premio para que ustedes estén disputando de esa forma.

Paré la discusión de los dos. Crucé los brazos bajo el pecho, manteniendo total compostura, aunque, por dentro, quería reír de esta situación.

—Alisson, tú no eres un premio. Pero eres mío.

Max dijo, jalándome por la cintura, bien en frente de Jack, solo para provocarlo más.

—¿Por qué? ¿Por qué él puede tocarte y yo no?

Jack habló totalmente indignado, la manera en que actuaba me dejó un tanto confuso. No respondí nada a él, y ni siquiera me atreví a salir de cerca de Max.

—Porque a Alisson le gusta. Su cuerpo siempre responde a mis toques, sabes cómo es, ¿no?...

Max le respondió en mi lugar, agarrando aún más fuerte mi cintura. Sentí su respiración caliente contra mi cuello, haciéndome erizar. Jack quedó enfurecido con eso, incluso con tantas provocaciones, ni uno ni otro fueron para encima y pelearon, qué gran control. Jack apretó los puños de rabia y miraba para nosotros dos juntos, aún sin creerlo. Pero mirando en sus ojos, pude percibir que incluso que, en aquel momento él estuviera sujetándose para hacer algo, él no dejaría que Max y yo estuviéramos en paz.