Prometida Ao Don Salvatore

Al día siguiente, Sofía despierta ya en otra posición, acostada en su pecho. Cuando se da cuenta, intenta salir, inclina un poco la cabeza para verificar si todavía está dormido.

Observa cada detalle de su rostro, parece tan tranquilo durmiendo, tan hermoso. No parece el ogro que es. Retira suavemente su mano, que estaba sobre su cintura, y logra salir.

Ya fuera de sus brazos, se levanta de la cama. Aún era muy temprano, estaba amaneciendo. Va al baño y regresa a la cama. Como todavía quería dormir, esta vez coge las almohadas y las coloca entre ellos en el medio de la cama, y vuelve a dormirse.

Despierta con él nuevamente aferrado a ella. ¡Maldita sea!, piensa ella.

Estaba de costado y él la abraza por la cintura. Siente su respiración agitada y cómo huele su cabello. Y luego, nuevamente, recorre su cuerpo con sus manos.

Sofía: ¿Puedes parar?

Marco: ¿Por qué quieres huir si tu cuerpo dice todo lo contrario a lo que sale de tu boca?

Él aparta su cabello del cuello y le da besos en el cuello. Luego se tumba sobre ella y agarra su brazo por encima de la cabeza con una mano, y con la otra acaricia su cuerpo.

Sofía jadea y se eriza, no puede responder nada. Él continúa besando su cuello y luego se aleja y se levanta.

Marco: No te forzaré a hacer nada, si eso es lo que piensas. Pero no creas que esperaré mucho tiempo. Así que es mejor que te prepares, no me quedaré durmiendo a tu lado y esperando. Cuanto antes consumemos el matrimonio, más rápido me darás herederos.

Sofía: ¿Por qué tienes que ser tan imbécil? ¿Qué crees que soy? No soy un objeto que puedas usar y hacer lo que quieras, idiota. Nunca querré nada contigo y nunca tendrás un hijo mío, ¡nunca! Si solo me quieres para eso, puedes olvidarlo.

Marco: Creo que sí quieres algo conmigo, y mucho. Y solo te quiero para darme hijos, como dije. No me excitas tanto, chica...

Sofía: Tampoco es lo que dice tu cuerpo... Ella mira el bulto en su ropa interior.

Marco: Soy un hombre, y es natural que esté así durmiendo al lado de una mujer. Le pasa a cualquiera, así que no te creas tanto.

Sofía: Eres un patán, imbécil y idiota.

Sofía se levanta y entra al baño, cerrando la puerta.

Se baña y sale con cara de pocos amigos con su bata, y va al vestidor. Él está sentado en la cama y entra poco después.

Él se mete en la ducha y toma una ducha fría. Su miembro todavía está muy duro, intenta calmar sus nervios, pero solo de pensar en acariciar su cuerpo durante la noche, su miembro cobra vida propia. Nunca antes se había puesto así al solo pensar en una mujer.

Imagina mil cosas maliciosas y termina aliviándose con sus manos en la ducha.

Marco: Necesito hacerla mía pronto, ella me está volviendo loco. Ninguna mujer me ha rechazado nunca. Tal vez sea su negación la que me haga quererla, porque no me gusta que me desafíen.