Valeria pensaba que la universidad sería simple, estudiar, hacer nuevos amigos y empezar de cero. Pero el primer día en la residencia estudiantil lo cambia todo.
Entre exámenes, fiestas y noches sin dormir, aparece Gael, misterioso, intenso, con esa forma de mirarla que desarma hasta a la chica más segura. Y también está Iker, encantador, divertido, capaz de hacerla reír incluso en sus peores días.
Dos chicos, dos caminos opuestos y un corazón que late demasiado fuerte.
Valeria tendrá que aprender que crecer también significa arriesgarse, equivocarse y elegir, incluso cuando la elección duela.
La universidad prometía ser el comienzo de todo.
No imaginaba que también sería el inicio del amor, los secretos y las decisiones que pueden cambiarlo todo.
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9. #TeamVael
El lunes por la mañana, Valeria entró al aula con una sensación de déjà vu, al notar las miradas curiosas, los susurros que se callaban apenas pasaba, y Lucía esperándola con esa sonrisa de quien sabe más de lo que debería.
- “Buenos días, futura abogada del año”, la saludó Lucía, estirando su teléfono frente a su cara.
- “¿Qué hiciste ahora?”, preguntó Valeria, aunque ya temía la respuesta.
- “Nada. Solo dejé que el internet hiciera su magia”, respondió Valeria.
En la pantalla, Valeria vio una publicación del grupo de estudiantes de Derecho: “Cuando el fuego y el hielo hacen equipo: Torres y Sotelo, la dupla más inesperada de la semana 🔥❄️”.
Debajo, decenas de comentarios.
- “¿¡Lucía!?”, exclamó Valeria, sin saber si reír o esconderse bajo la mesa.
- “Ay, relájate. Nadie te odia. Al contrario, ya tienes fans”, comentó Lucía.
- “No quiero fans, quiero anonimato”, dijo Valeria.
- “Eso murió cuando ganaste el debate de Introducción al Derecho, cariño”, replicó Lucía con dramatismo fingido.
Valeria suspiró y dejó caer la cabeza sobre el pupitre.
- “Genial. Ahora todos piensan que estoy…”, dijo Valeria.
- “¿Enamorada de Gael Sotelo?”, interrumpió una voz detrás de ella.
Valeria se giró lentamente. Y ahí estaba él.
Con su café en la mano, su chaqueta perfectamente doblada sobre el brazo y esa mirada que mezclaba cansancio e ironía.
- “Vaya fama la que me estás dejando, Torres”, dijo Gael.
- “¿Yo?”, respondió ella. “Ni siquiera tengo control sobre mi propia vida, menos sobre los rumores”.
- “Pues deberías considerar demandarlos”, comentó él, dejando su café sobre el escritorio. “Difamación pura”.
Lucía se encogió de hombros, encantada con la escena.
- “O promoción gratuita. Depende de cómo lo veas”, comentó Lucía con una gran sonrisa.
Gael alzó una ceja.
- “¿Tú fuiste la autora intelectual?”, preguntó Gael.
- “Solo publiqué una foto. El resto fue periodismo ciudadano”, dijo Lucía, muy seria.
El aula se llenaba de estudiantes y de risas que no se podían disimular. Cada vez que Valeria y Gael cruzaban miradas, alguien murmuraba algo, y eso solo hacía la situación más incómoda.
La profesora aún no llegaba, así que el caos social tenía vía libre.
A mitad de clase, Valeria intentaba concentrarse en los apuntes, pero notaba los mensajes que Lucía escribía en su celular. Uno tras otro.
- “¿Qué haces?”, susurró Valeria.
- “Control de daños”, respondió Lucía.
- “¿Qué clase de control incluye emojis de fuego y corazones?”, preguntó Valeria.
- “Los que hacen que el rumor trabaje a tu favor. Mira, ya los están llamando #TeamVael”, contestó Lucía.
- “¿Team qué?”, dijo Valeria.
- “Vael. Valeria + Gael; obvio”, replicó Lucía.
- "Lucía, te voy a borrar de mi testamento”, expresó Valeria.
Gael, que alcanzó a escuchar parte, soltó una risa discreta.
- “No sabía que tenía club de fans”, comentó Gael.
- “No los tienes”, dijo Valeria, fulminando a Lucía con la mirada. “Es propaganda falsa”.
- “Falsa, pero efectiva”, añadió Lucía, orgullosa.
Al salir de clase, una pequeña multitud los esperaba en el pasillo.
No era una broma; alguien había pegado una hoja en el tablón con una foto de ambos debatiendo, subtitulada: “Los rivales que cambiaron las reglas del juego”.
Gael la miró, luego a Valeria.
- “Supongo que esto ya es público”, dijo él.
- “Supongo que puedo fingir que no me importa “, replicó ella.
- “Puedes intentarlo”, respondió Gael, con una media sonrisa, “pero no se te da muy bien fingir”.
Valeria se cruzó de brazos.
- “¿Y tú? ¿No te afecta que piensen que estás conmigo?”, cuestionó Valeria.
- “¿Debería?”, preguntó él, mirándola con calma.
Ella titubeó.
- “No, pero tampoco te rías tanto”, negó Valeria.
- “No me río de ti, Torres”, dijo él, bajando un poco el tono. ‘Me río porque no pensé que algo así pudiera molestarme tan poco”.
- “¿Molestarte?”, inquirió Valeria.
- "Exacto. Antes habría pedido que borren todo. Pero ahora, digamos que el rumor no es tan terrible”, respondió Gael, arqueando la ceja.
Valeria no supo qué responder.
Lucía, detrás, lo resumió con una sola frase: “Confirmado, el rumor tiene base legal”.
Gael se despidió con un leve movimiento de cabeza y se alejó por el pasillo, mientras Valeria lo veía irse, intentando convencerse de que nada de eso le importaba. Pero su sonrisa la traicionó.
Esa noche, al abrir su celular, vio una notificación.
Un mensaje directo de Gael: “Para la próxima práctica, podríamos planificar el argumento juntos. Sin público, si es posible.”
Valeria sonrió sin querer. Y aunque no respondió de inmediato, una idea la acompañó el resto de la noche, quizás los rumores no eran tan terribles cuando tenían algo de verdad.