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Brujas

Brujas

Status: En proceso
Genre:Viaje a un mundo de fantasía / Mundo mágico
Popularitas:150
Nilai: 5
nombre de autor: Ninja Tigre Lobo

Tora Seijaku es una persona bastante peculiar en un mundo donde las brujas son incineradas, para identificar una solo basta que posea mechones de color negro

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Versus de Ultra Web

El loro, inmóvil en el hombro de Tora, desvió la mirada hacia él. Sus ojillos brillaban, no de temor, sino de expectativa.

—Eliges continuar o no… —preguntó con solemnidad, como si cada palabra pesara más que las llamas o los escombros que aún ardían alrededor.

Tora no respondió de inmediato. Sus labios se apretaron, y en su interior los ecos de todo lo que había visto y sentido lo atravesaron como cuchillas. Al fin, bajó la cabeza, cerró los ojos y susurró con una calma que estremeció incluso al aire que lo rodeaba:

—Acepto.

Apenas la palabra salió de sus labios, el Zifini en la mano de Tora vibró con un zumbido metálico, como si hubiera estado aguardando siglos para esa respuesta. El reloj de bolsillo se iluminó con un resplandor terroso y, de inmediato, un entramado de runas flotantes se desplegó alrededor de él en espirales ascendentes.

El aire crujió. Pantallas etéreas comenzaron a materializarse a su alrededor, mostrando datos, fragmentos de memoria, antiguas batallas que parecían no solo de él, sino de un linaje más vasto. Una voz incorpórea retumbó en lo alto:

—Conexión establecida… Usuario: Terra. Restaurando cuenta. Sincronización con el sistema en curso.

El cuerpo de Tora reaccionó. Su herida, todavía fresca, se cerró al contacto con la energía que brotaba del Zifini. La sangre se solidificó en cristales terrosos que se fundieron con su piel hasta desaparecer, y una armadura hecha de placas minerales emergió sobre sus brazos y pecho, como si la tierra misma respondiera a su aceptación.

Los guardias que aún rodeaban la plaza retrocedieron con desconcierto, apuntando con lanzas y runas activadas. Las pantallas, suspendidas en el aire, mostraban cada uno de sus movimientos en vivo, transmitidos a esa misteriosa Ultra Web.

El loro aplaudió con sus alas y gritó con euforia:

—¡El sistema de registro lo reconoce! ¡Amo, su perfil ha despertado otra vez!

Tora abrió los ojos, ahora brillando con un resplandor rojo intenso, y apretó el Zifini que flotaba frente a él. Un mensaje se proyectó sobre el campo de batalla:

—Bienvenida, Terra, Bruja de Tierra. Nivel de acceso restaurado: 48%.

El murmullo de Kafflyn se quebró en un gruñido.

—Así que no eras una simple intrusa…

Y las pantallas vibraron anunciando lo que venía:

—Evento en curso: Terra contra Alison, el Runero de Rayo. Combate registrado.

El suelo de la plaza tembló cuando Alison, el runero de rayo, dio un paso al frente. Sus botas grabadas con runas chisporrotearon con descargas eléctricas que iluminaban cada baldosa bajo sus pies. En su rostro había una sonrisa de desprecio; su lanza vibraba con rayos azules que serpenteaban como serpientes vivas.

Frente a él, Tora—Terra— respiró profundo. El Zifini flotaba a su lado como un segundo corazón latiendo en sincronía con ella. Cada inhalación traía consigo el murmullo de la tierra, cada exhalación erigía a su alrededor partículas de polvo que se compactaban en pequeños fragmentos pétreos, girando en órbita como si fueran satélites.

Entonces, la Ultra Web se activó con furor. Decenas de pantallas flotaron sobre el cielo nocturno, retransmitiendo en vivo la escena con ángulos imposibles: desde arriba, desde los ojos de Tora, desde la punta de la lanza de Alison. Voces incorpóreas comentaban el espectáculo como si fuera un torneo transmitido a millones de espectadores invisibles:

—¡Atención! Tenemos a Terra, la Bruja de Tierra, recién restaurada al sistema después de siglos de silencio… contra Alison, el Runero de Rayo, uno de los cazadores más letales del orden!

—Su nivel de compatibilidad con el Zifini es del 48%. Si logra incrementarlo, podría desatar su legado completo.

—Pero Alison no es cualquier rival… sus botas rúnicas lo convierten en un rayo encarnado.

Alison alzó la lanza, apuntando directo al pecho de Tora.

—Bruja o espíritu… hoy quedarás borrada del registro.

En ese instante desapareció. Un destello de luz azul surcó la plaza, dejando tras de sí un rastro quemado en el aire. El público invisible vitoreó:

—¡Movimiento rúnico! ¡Velocidad relámpago!

Tora, sin embargo, bajó la palma al suelo justo a tiempo. El suelo se abrió con un rugido profundo, creando una grieta que estalló en rocas afiladas como lanzas que interceptaron la trayectoria del rayo. Alison reapareció en medio del choque, su lanza envuelta en electricidad chocando contra los fragmentos de piedra.

—¡Contacto inicial! ¡Tierra contra Rayo, un clásico! —gritó una de las voces del sistema.

El loro, encaramado en el hombro de Tora, agitaba las alas nervioso.

—¡Amo, use la resonancia del Zifini, aún no está completo!

Pero Tora solo sonrió, la herida cerrada brillando como cicatriz de piedra, y alzó los brazos. Todo el pueblo comenzó a estremecerse bajo sus pies.

El combate había empezado, y cada movimiento sería registrado, narrado y observado por un público oculto en las sombras de la Ultra Web.

El aire se volvió pesado cuando Tora presionó ambas palmas contra el suelo. Un murmullo grave recorrió la tierra, como si el corazón del mundo respondiera a su llamado. Bajo los pies de Alison, la piedra vibró y se alzó en forma de columnas irregulares, intentando aprisionarlo como las fauces de una bestia.

—¡Acción registrada! Terra activa manipulación de campo —subterráneo nivel inicial—! —tronó la voz del sistema, amplificando el espectáculo como un comentarista extasiado.

Alison, lejos de retroceder, sonrió con arrogancia. Sus botas rúnicas brillaron y lo impulsaron hacia adelante con un salto cargado de electricidad, reventando las rocas con un estallido luminoso. La Ultra Web mostró en cámara lenta cómo los fragmentos se partían en miles de astillas, cada una iluminada por los destellos azules.

—Bruja… ¿crees que la tierra podrá atrapar al rayo? —dijo, apareciendo a su lado con una velocidad imposible.

La lanza descendió como un relámpago directo al corazón de Tora. Pero antes del impacto, Tora extendió el brazo izquierdo y golpeó el suelo con el puño cerrado. El terreno se alzó como un muro improvisado, una muralla de piedra rugosa que absorbió el impacto de la lanza. Las chispas se extendieron, pintando la noche con destellos cegadores.

—¡Defensa perfecta! Registro automático: sincronización del 62% con el Zifini. ¡Está subiendo! —gritaron las voces invisibles.

El loro graznó, sus alas extendidas como si quisiera cubrir a Tora.

—¡Amo, la tierra responde! ¡No contengas más tu esencia!

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Ninja Tigre Lobo
hola
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