El Desafio Del Alfa

El silencio que siguió a esas palabras fue pesado, lo suficiente como para hacer que el aire se volviera espeso, denso, como si la atmósfera misma tuviera miedo de lo que se desataría.

Vladimir dio un paso atrás, y en su rostro no había ni un rastro de agresión. Solo esa expresión de conocimiento, como si hubiera ganado, como si todo estuviera bajo su control.

Al observarlo, comprendí que era un intruso en mi casa, y aunque confiaba en mi tío, que había enviado a Vladimir para protegerme, una parte de mí no podía evitar sentirse perturbada. ¿Por qué mi tío había confiado tanto en Vladimir? Sabía que no estaba tranquilo dejándome sola con Logan, pero algo en la actitud de Vladimir me perturbaba. La forma en que él sabía que era híbrida... eso, por supuesto, era imposible. Nadie sabía sobre mi linaje, solo mi tío lo conocía. ¿Cómo lo había descubierto Vladimir?

"Pude olernos, tonta". La voz de Shayde resonó en mi mente.

Lina, mi loba, luchaba constantemente contra Shayde, la tensión entre ellas alcanzando nuevos niveles de fricción. Ambas tenían un objetivo, pero sus deseos no podían ser más distintos. Mi loba quería lanzarse hacia Vladimir, quería unir fuerzas con él, mientras que Shayde, más racional, intentaba mantenerme enfocada en el plan que había decidido seguir. Ambas se descontrolaban, pero Shayde era la que lograba dominar las emociones.

—¿Vas a responder o seguirás callada, Karin? ¿De verdad tienes a este idiota como pareja? —La voz de Logan se filtró nuevamente, llena de sarcasmo, de rabia contenida. Sus palabras eran cuchillos que se clavaban en mi pecho, me desbordaban.

Sentí una punzada de dolor al escuchar la duda en su voz, pero la respuesta no estaba lista para ser dada. Estaba atrapada, en medio de un campo de batalla emocional y físico, y todo era una mentira improvisada a ultimo momento.

Oh, está dolido, puedo sentirlo. Mi loba, que siempre se mantiene firme, se estremece al igual que él. Siento cómo la empatía de nuestra conexión me envuelve, cómo las emociones de Logan se filtran hacia mí como una corriente eléctrica. No quiero hacerle daño, no a él ni a mi loba. Pero la verdad es que Logan merece sufrir, necesita pagar por lo que nos ha hecho. Él y sus decisiones, las heridas que dejó.

Mis pensamientos luchan en una guerra interna. La traición aún arde, y todo lo que él nos hizo me quema por dentro. La marca de su rechazo todavía me pesa, cada palabra que dijo me raspa el alma. No puedo dejar que lo olvide, ni siquiera por un momento.

—Mejor dime, ¿por qué no se rompió el vínculo cuando me rechazaste? —digo con un tono frío, cortante, como si cada palabra fuera una daga lanzada directamente hacia su pecho. —Acepté tu rechazo, sentí el intenso dolor del vínculo que la diosa creó para nosotros romperse cuando dijiste las palabras. No erraste en ninguna de ellas. ¿Qué sentiste tú? —Mi voz se quiebra un segundo, pero la rabia sigue ardiendo en mi pecho. —No me quedé para ver tu cara de idiota.

Mis palabras resuenan en el aire, pero no hay consuelo en ellas. Lo que está hecho, está hecho. Sin embargo, algo dentro de mí espera ver cómo reaccionará. Mi corazón está dividido, pero la lealtad a mi ser, a mi poder, es lo que prevalece.

—No sentí nada, yo... solo senti tu dolor… —Logan comienza a hablar, pero su voz tiembla. Me da la impresión de que intenta esconder su dolor, pero no puede. Mi provocación lo desarma.

—Yo, Karin Rose Reed, princesa de...

Entonces, cuando menos lo espero, corre hacia mí. Sus movimientos son rápidos, como si estuviera dispuesto a evitar que termine de decir lo que ya está condenado a decir. No me da tiempo a reaccionar. Antes de que pueda cerrar la distancia entre nosotros, me coloca una mano sobre la boca para impedirme seguir.

Su mano cubre mi rostro, y yo siento la presión, el calor de su piel sobre la mía. Hay algo en su gesto que me molesta profundamente, como si creyera que puede silenciarme con un simple toque, como si pensara que con eso podría controlar lo que pienso o lo que siento.

La risa que sale de mis labios, a pesar de todo, es amarga. Mi corazón late rápidamente, y la fuerza de mi respuesta se manifiesta en el impulso que siento. Lo muerdo, firme y profundamente...

Con un rápido movimiento, aparto su mano de mi rostro sin esfuerzo. Me acerco más a él, y levanto un poco la cabeza para poder mirarlo fijamente a los ojos. El desafío es palpable, la tensión crece entre nosotros. Él quiere dominarme, quiere que me quede en silencio, pero no voy a permitirlo. Ya no.

—¡Qué demonios crees que haces! ¿Estás loca Karin? No te dejare hacerlo, no puedes rechazarme…

lamio su herida cerrandola, mirandome mal por el tarascon que le di a su linda manita

—¡Quién demonios te crees tú que eres para decidir por mí, maldito! —Mi voz es firme, decidida, como si las palabras fueran flechas disparadas con fuerza. —No quiero ser tu compañera, no me quisiste antes, no tienes ningún derecho a exigirme nada ahora. ¡Tengo a otra pareja ahora! —Lo suelto sin pensarlo, la mentira que me duele más de lo que imagino. Mi corazón se estruja al decir esas palabras, pero es lo que debo hacer. Somos más fuertes que él, somos poderosas. Necesito que lo crea, necesito que se aleje de mí.

Su rostro se endurece con las palabras, la rabia comienza a chisporrotear en sus ojos. Pero no se atreve a hablar. Su respiración se acelera, y puedo ver cómo le cuesta procesar lo que acabo de decir.

—¡Entiende que estoy muriendo sin ti! —Su voz sale quebrada, como si intentara contener algo que se derrumba por dentro. Los ojos de Logan me miran con desesperación, y es difícil ignorar la angustia en su rostro. Pero sé que no puedo permitir que me venza.

Siento la lucha interna entre la compasión y la necesidad de protegerme. Y aunque su dolor me atraviesa, lo que más me pesa ahora es saber que soy más fuerte que él, que tengo el control. Logan no puede decidir por mí. No lo ha hecho antes, y no lo hará ahora.

Mi cuerpo tiembla ligeramente por el esfuerzo de mantenerme firme, mientras en mi mente, mis pensamientos siguen luchando con la mentira que acabo de lanzar.

—¿Sentiste pena por mí cuando me rechazaste? —Mi voz sale llena de rabia, y aunque mi corazón está hecho pedazos, me esfuerzo por que mi tono sea firme, como si pudiera dejar de lado la agonía interna que me consume. —¡Ni siquiera sabes el dolor que le causaste a Lina cuando nos rechazaste! No tuviste ni siquiera la compasión de dejarnos a nosotras rechazarte para no sufrir el dolor del vínculo roto.

La rabia me inunda, y siento cómo se refleja en las palabras que lanzo hacia él. La herida de ese rechazo sigue abierta, tan fresca como el primer día. No solo me dañó a mí, sino a Lina, que sufrió aún más. ¿Cómo podía ser tan insensible? ¿Cómo pudo hacerle esto a mi loba, a nosotras?

Shayde, mi otra mitad, está agotada. La tensión entre nuestras energías es palpable, como si estuviéramos a punto de explotar. Lina, en cambio, está más fuerte que nunca. Mi loba lucha con una determinación implacable, mientras yo, a pesar de todo, intento controlar la marea de emociones que amenaza con desbordarme.

—Quiero remediarlo, las amo y las quiero conmigo. —Logan se arrodilla, su rostro marcado por el llanto. Las lágrimas corren por sus mejillas, pero no me conmueven en lo más mínimo. Gracias a Shayde, he aprendido a mantenerme impasible ante sus súplicas. Aún así, el dolor en sus ojos me dice que lo que está diciendo no es solo una palabra vacía.

—No, lo que quieres es dejar de sentir dolor al estar lejos de nosotras. —Mis palabras salen con frialdad, como un golpe directo a su alma. Sé que las palabras duelen, pero lo que ha hecho lo merece. Ha jugado con nosotras demasiado tiempo.

Lina lucha conmigo, luchamos juntas, pero este dolor no es solo mío. Es de todas nosotras. Y por mucho que me cueste, debo ser firme. No puede ser que me doblegue ante su llanto. No después de todo lo que hizo.

Logan cae de rodillas ante mí, su sufrimiento palpable. Sus lágrimas caen como un río, mojando sus mejillas. Pero ni siquiera el llanto de un hombre tan orgulloso me conmueve ahora. Mi corazón sigue herido, y Shayde me mantiene firme. Su dolor es mío, pero yo no puedo ceder. No esta vez.

—Mátame, por favor, ya no lo soporto. —Su voz es quebrada, desesperada. Está pidiendo la muerte, y por un momento, la idea me atraviesa, pero solo un momento. No quiero que muera, no lo deseo. Ya ha sufrido demasiado, y lo sé, mi loba también.  Lo amamos como el primer dia.

—No voy a matarte, Logan. —Mi voz es fría, decidida. —Ir a tu manada será el siguiente paso. Necesitamos averiguar por qué no se rompió el vínculo. Necesitaremos una bruja. Y si tenemos suerte, podremos entender lo que ha sucedido. No todo está perdido aún.

Mi mente está en conflicto. Por mucho que lo desee, no puedo dejar que su sufrimiento termine en la muerte. No lo quiero, no lo deseo, a pesar de todo lo que ha hecho.

Logan levanta la cabeza, mirándome con ojos llenos de esperanza. Pero no puedo darle lo que quiere. No ahora.

—¿Me aceptas? ¿Me darás una oportunidad? —Su voz tiembla, como si cada palabra fuera una súplica desesperada. —¿Qué hay de tu pareja?

Esas palabras caen en el aire como una bomba, y antes de que pueda responder, una figura aparece frente a nosotros. Vladimir.

El vampiro aparece como una sombra en el umbral, su presencia es tan imponente que la habitación parece oscurecerse aún más con su llegada. Su mirada fría se posa en Logan con una intensidad casi palpable.

—Soy un hombre celoso, Logan. Si mi mujer se va, yo iré con ella. —Su tono es tranquilo, pero la amenaza es clara. —Y no, no necesitarán una bruja. Conmigo será suficiente. También soy un híbrido, mitad vampiro, mitad brujo. ¿Estás dispuesto a compartirla?

La atmósfera se vuelve aún más densa. Cada palabra de Vladimir es un golpe en el estómago, y por más que me duela, tengo que escuchar lo que dice. Esta es la situación, la realidad que ahora nos rodea.

En mi mente, una voz resuena, la voz de Shayde, que no deja de luchar contra Lina. Mi loba siente todo lo que pasa, y aunque no quiero que me controle, su enojo también es mío.

—¿Qué crees que haces y por qué dices esas cosas? ¡No eres mi maldita pareja! —Grito mentalmente a Vladimir, pero su respuesta es aún más desafiante.

—Pero él no lo sabe. Tu padre me hubiera dado verdadera muerte si te dejaba ir sola con este maldito perro. No confió en él. —Su voz suena como un eco lejano en mi mente, y sé que tiene razón. Mi padre nunca habría querido que estuviera sola con Logan. Y ahora, aunque no lo quiera, Vladimir es mi única protección.

Logan entiende que estoy teniendo una conversación mental con Vladimir, y el cansancio en sus ojos es evidente. Rueda los ojos, molesto, pero no puede interrumpir lo que está sucediendo.

—¿Conociste a mi padre? —Mi pregunta sale como una daga. Un resquicio de duda y vulnerabilidad se asoma en mi rostro.

—Y a tu madre. Tu padre, tu tío y yo éramos como hermanos. Aston es todo lo que me queda ahora. Cuidaré de su única sobrina, por los dos y por tu hermosa madre. —Vladimir responde con una suavidad que contrasta con su presencia dominante. Siento la carga de esas palabras, y aunque no quiero admitirlo, hay algo reconfortante en saber que mi padre me protegió, incluso desde la distancia de la muerte.

Logan, sin embargo, no parece aceptar la idea. Gruñe, frustrado, pero no dice nada más.

—Si lo quiere o no, no depende de él, irás de todos modos. —La voz de Vladimir es rotunda, como si no hubiera opción para nadie más. —Subiré a cambiarme y nos iremos.

Mi mente corre a mil por hora, y aunque lo que dice tiene sentido, la situación no me gusta. Quiero evitar más confrontaciones, quiero que todo esto termine de una vez por todas.

—Iré contigo, tenemos que camuflar nuestros aromas, amor. —Sonríe, pero no puedo evitar sentirme perturbada. Lo que propone es útil, sí, pero hay algo en su mirada que me incomoda.

—Si él va, yo también. —Logan se interpone entre los dos, sus palabras son desafiantes, pero yo ya no quiero más enfrentamientos.

Niego con la cabeza, mi decisión es firme, y aunque no me guste, debo tomar el control.

—Ninguno de los dos subirá. Iré sola, y harás el hechizo aquí abajo mientras me visto. ¡Sola! —Recalco la palabra innecesariamente, pero necesito que quede claro. Esta es mi decisión, y nadie más podrá cambiarla.

El silencio se extiende entre nosotros, tenso, denso. Pero sé que esto es lo que necesito. Ya es hora de que las cosas cambien.