Arthur O'Connor, un joven acostumbrado al lujo y a que todo se rinda ante su fortuna, a un exclusivo barrio en un pequeño pueblo. Con su mirada arrogante y su mundo perfectamente estructurado, está seguro de que el cambio no será un desafío para alguien como él. Sin embargo, todo su esquema se tambalea al bajar del carro y encontrarse con Margareth, una joven humilde, de risa fácil y una alegría que parece contagiarlo todo. Margareth, junto a su abuela, reparte mermeladas y tartas caseras por el vecindario, convirtiéndose en el alma del barrio con su espíritu caritativo y juguetón.
Para Arthur, ella es un desafío tan irresistible como desconcertante. Está convencido de que su dinero y su encanto serán suficientes para ganarse su atención. Sin embargo, Margareth, con su corazón puro y libre, no es alguien que pueda comprarse.
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Capitulo 9
El aire se había enfriado un poco y una suave brisa movía las hojas de los árboles. El jardín del alcalde, aunque lleno de belleza, se sentía cada vez más pesado. La conversación que estábamos teniendo me dejaba una sensación incómoda, como si se estuviera desnudando un secreto que nunca debía haber sido revelado. Miré al alcalde, que parecía perdido en sus propios pensamientos, y sentí que algo más debía salir a la luz. Necesitaba entender, aunque fuera un poco, por qué su indiferencia hacia Margareth era tan profunda, por qué no podía verla como alguien valioso.
- ¿Alguna vez... alguna vez quisiste a su madre?.- La pregunta salió de mis labios sin pensarlo demasiado, impulsada por la necesidad de entender lo que había detrás de la actitud del alcalde hacia ella . Sabía que podía sonar demasiado directo, pero ya no me importaba. Algo dentro de mí me decía que si no preguntaba ahora, nunca lo haría.
El alcalde se detuvo por un momento, su mirada fija en el horizonte. Parecía pensar en algo muy lejano, como si las palabras que le había pedido nunca se hubieran pronunciado antes.
- En su momento, si.- respondió con un tono que era difícil de leer, pero que revelaba un dejo de nostalgia. .- Me divertía verla... como se desesperaba por verme, como me buscaba constantemente, cómo se entregaba a mí sin reservas. Me gustaba sentir ese poder sobre ella, esa... devoción.
El alcalde hizo una pausa, su voz se tornó más fría, más distante, como si estuviera reviviendo la experiencia pero ya sin emoción.
- Pero una vez que obtuve lo que quería... ya no la vi con el mismo valor. Fue solo un juego, Arthur. Un juego que terminé cuando me aburrí. No era más que una joven inocente que se enamoró de mí, y una vez que ya no me ofrecía lo que buscaba, simplemente la dejé ir.
Las palabras cayeron sobre mí como piedras, pesadas y frías. No sabía qué responder, pero no pude evitar que una mezcla de repulsión y tristeza invadiera mi pecho. El alcalde no parecía arrepentirse, ni siquiera entendía la magnitud de lo que había hecho. Margareth nunca tuvo ninguna oportunidad en su mundo.
De repente, una figura apareció a lo lejos, caminando con su canasta de mermeladas. Era
Ella . Al verla, el alcalde se quedó en silencio, su rostro inexpresivo. Pero entonces, cuando ella los vio, levantó ambas manos y les saludó con una sonrisa luminosa, esa sonrisa tan inocente y llena de vida.
- Ahí está, esa misma mirada.- murmuró el alcalde, casi para sí mismo, mientras sus ojos seguían a Margareth.- Esa misma mirada que tenía su madre.
Esas palabras me hicieron estremecer. ¿Cómo podía comparar a Margareth con su madre de esa manera? ¿Cómo podía verlo como un simple eco del pasado, un reflejo sin valor? Mientras observaba a Margareth acercarse, sentí una mezcla de furia y compasión. Ella merecía mucho más que esto. Ella merecía un futuro libre de las sombras de su pasado, libre de las decisiones de un hombre que nunca supo ver lo que realmente tenía frente a él.
Pero lo que más me sorprendió fue cómo el alcalde, a pesar de todo lo que había dicho, seguía viendo en Margareth solo un eco de algo que había descartado. Y esa mirada, tan pura, tan llena de esperanza, seguía siendo lo único que podía ofrecerle.
Margareth nos alcanzó en ese momento, su sonrisa intacta, su alegría sin límites. Pero yo sabía que las palabras del alcalde seguían flotando en el aire entre nosotros. Y mientras la veía acercarse, me preguntaba si alguna vez lograría entender la verdad detrás de esa sonrisa. ¿Podría algún día ella liberarse de esa sombra?
El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de un tono naranja suave que contrastaba con la fría tarde que se aproximaba. El aire estaba cargado de una extraña quietud, como si el mundo mismo estuviera conteniendo la respiración. Observé a Margareth mientras se acercaba, su paso ligero, su rostro iluminado por esa sonrisa tan natural, tan pura. Parecía estar lista para enfrentarse al día con la misma energía de siempre, como si nada pudiera perturbar su serenidad.
Hola, señor O'Connor. Hola, alcalde - saludó ella, con la misma dulzura que siempre. Su voz clara y alegre rompió el silencio del jardín.
Yo, con una sensación de desdén por el hombre que tenía al lado, y él... bueno, él parecía estar nuevamente atrapado en su propio mundo de indiferencia y apariencias.
- ¿ A dónde vas, niña ?.- le preguntó el alcalde, su tono más frío de lo que me gustaría. Pero ella no pareció notarlo, como siempre, tan ajena a las sombras que se cernían sobre su vida.
- Voy a ver a papá.- dijo ella con una sonrisa tranquila.- Al panteón. Es el aniversario de su muerte."
Fue entonces cuando algo me golpeó en el pecho, como un súbito golpe de comprensión. Margareth pensaba que su padre estaba muerto. Estaba allí, frente a él, su padre biológico, y ella aún no lo sabía. Algo se retorció dentro de mí, como si el mundo de repente se hubiera dado vuelta. El padre que abandonó a su madre, el hombre que nunca quiso reconocerla, estaba frente a ella. Y ella, tan llena de esperanza, tan confiada, tan inocente, pensaba que él ya no estaba entre los vivos.
La mentira era cruel. Y lo peor era que no estaba segura de si era peor la mentira que él le había contado, o la mentira que ella misma se decía todos los días, convencida de que su padre se había ido para siempre.
El alcalde, como si nada, dijo con una voz que a mí me sonó vacía: Le enviaré algunas flores por el aniversario de su muerte, Margareth. Creo que es lo menos que puedo hacer.
- Gracias,.- dijo ella, agradecida y sin sospecha alguna. - siempre ha sido tan amable con nosotros, incluso cuando mamá murió. De verdad, muchas gracias .
Las palabras de Margareth me atravesaron como una espada. Ella no sabía, no tenía idea. Mientras su padre, ese hombre que no le había dado ni un mísero gesto de cariño, se paraba frente a ella, impasible, y respondía con una indiferencia fría como el mármol, ella no podía ver la verdad. No podía ver la farsa que él era, la mentira que él vivía.
"Gracias", repitió , sin dudar, sin conocer el alcance de lo que le estaba dando las gracias.
Observé cómo ella se alejaba, con su canasta en las manos, tan ajena a la tragedia que se desplegaba justo frente a sus ojos. El alcalde no se movió, su rostro era una máscara de calma, pero en sus ojos vi algo que no quería admitir. Vi un destello de culpa, una chispa de lo que podría haber sido, de lo que nunca fue.
Y mientras ella se alejaba, yo no pude evitar pensar en lo que le esperaba en ese panteón. En lo que encontraría allí. La figura de su madre, la única conexión que tenía con un pasado que se había roto de manera irremediable. Y su padre, un hombre que seguía jugando a ser invisible, dejando que la mentira se perpetuara.
Margareth se giró una última vez para mirarnos, y esa sonrisa suya, tan radiante, tan llena de vida, me hizo sentir aún más impotente. Yo quería gritarle la verdad, decirle que su padre estaba allí, que todo lo que había creído hasta ahora era una mentira, pero sabía que no podía. Sabía que sería cruel, que la rompería. Así que solo la observé alejarse, mientras el silencio se asentaba en el jardín como una pesada losa.
😋🤭
solo falta el Bb y será el complemento perfecto a su hermoso nuevo comienzo...
🌹❤️🩹
una sublime primera entrega...
❤️🔥🔥💋🥰
🙈🙊🙉