Sacha, buscando una lectura emocionante, se topa con "Emperador, ¿por qué mataste a mi hermano?", una novela BL donde el emperador, obsesionado con Leo, lo mata accidentalmente al proteger a su hermana adoptiva.
Al terminar la novela, Sacha se ve transportada al mundo ficticio, convirtiéndose en la hermana adoptiva de Leo. Ahora, con el conocimiento del futuro, debe proteger a su hermano del emperador, un hombre que, aunque lo amaba, lo mató por un error trágico.
Sacha se enfrenta a un dilema: ¿puede cambiar el destino de Leo sin sacrificar su propia felicidad? ¿O se verá atrapada en un romance peligroso con el emperador, un hombre que, a pesar de su amor, es capaz de cometer actos terribles?
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Entre el bosque y los hilos del destino
La mañana se alzó fresca y clara, con el bosque aún cubierto por la niebla. El bullicio del campamento se mezclaba con los ecos de los animales en la distancia. Sacha caminaba con cuidado hacia el centro de las actividades, intentando ignorar la presencia constante de Leo, quien no se separaba de ella ni por un momento.
—¿No crees que exageras? —dijo ella, fingiendo una sonrisa mientras él la seguía como una sombra.
—Alguien tiene que hacerlo —replicó Leo con su tono usual de calma protectora—. No confío en este lugar, ni en las personas que lo habitan.
—Estamos en un torneo de caza, no en un campo de batalla —respondió Sacha, aunque sabía que no podía quitarle del todo la razón.
Los preparativos para la segunda jornada de caza estaban en marcha, y los nobles se reunían alrededor del claro para escuchar las indicaciones. Sacha sintió el peso de las miradas, algunas curiosas, otras francamente hostiles. Desde que el emperador había mostrado interés en ella, se había convertido en el centro de atención, algo que preferiría evitar.
Mientras la reunión se disolvía, un grupo de recién llegados irrumpió en el campamento. Los caballos, cubiertos de polvo, daban testimonio de un largo viaje. Liderándolos estaba un hombre alto, con cabello castaño oscuro y ojos de un azul penetrante. Su porte era elegante, pero había algo en su sonrisa que inspiraba cautela.
—¿Quiénes son? —preguntó Sacha en voz baja, mientras Leo miraba al grupo con atención.
—Ese es el Lord Adrien Duval —respondió Leo—. Uno de los hombres más influyentes en la corte, aunque pasa la mayor parte de su tiempo lejos de la capital.
Lord Adrien desmontó con un movimiento fluido, sus ojos recorriendo el campamento antes de detenerse en Sacha.
—Lady Sacha, he oído hablar de usted —dijo, acercándose con una leve inclinación de cabeza—. Su reputación como una joven brillante y audaz ha llegado incluso a los confines más lejanos del reino.
Adrien Duval
Sacha sintió que sus mejillas se sonrojaban ligeramente ante la atención inesperada.
—Es un honor, Lord Duval. Aunque creo que esas historias están algo exageradas.
—No lo creo —respondió él con una sonrisa enigmática—. Pero tal vez tenga la oportunidad de juzgarlo por mí mismo.
Leo dio un paso adelante, colocando una mano protectora en el brazo de Sacha.
—Lord Duval, estamos en medio de un torneo. Quizá sería mejor continuar esta conversación más tarde.
Adrien lo miró con una ceja levantada, pero no mostró signos de sentirse intimidado.
—Por supuesto, Sir Leo. No era mi intención interrumpir.
Mientras Lord Adrien se retiraba para unirse al grupo del emperador, Sacha sintió la tensión en los hombros de Leo.
—¿Lo conoces? —preguntó ella en voz baja.
—Lo suficiente para saber que no es alguien en quien confiar —respondió él, mirando al hombre con desconfianza.
Mientras tanto, el emperador observaba desde una distancia prudente, su mirada alternando entre Sacha, Leo y Adrien. La llegada del noble no era casualidad; sabía que Adrien siempre aparecía cuando algo interesante estaba por suceder.
—¿Le interesa tanto la presa como el cazador? —murmuró para sí mismo, su tono divertido.
Una figura apareció a su lado: Lady Marianne, una mujer de cabello oscuro y ojos astutos que servía como una de sus consejeras más cercanas.
Lady Marianne (consejera del emperador)
—¿No es extraño que Lord Duval haya llegado justo ahora? —preguntó ella, con una sonrisa apenas perceptible.
—Extraño no. Predecible, quizá. —El emperador se cruzó de brazos, sus ojos brillando con cálculo—. Pero tal vez sea hora de añadir un poco más de intriga a este pequeño torneo.
Marianne inclinó la cabeza.
—¿Qué tiene en mente, su majestad?
—Solo observa —respondió él, con una sonrisa que prometía problemas.
Más tarde ese día, Sacha se encontró caminando sola por el borde del campamento, disfrutando de un breve respiro de la constante vigilancia de Leo. El aire era fresco y el canto de los pájaros era un recordatorio de la calma que aún existía fuera de los juegos políticos que la rodeaban.
—Lady Sacha, ¿podría unirme a usted?
La voz de Adrien la sobresaltó, pero cuando se giró, vio que su expresión era amigable, casi genuina.
—Por supuesto, Lord Duval.
Caminaron en silencio por un momento antes de que él hablara de nuevo.
—Debe ser difícil para usted, encontrarse en el centro de todo esto.
—¿A qué se refiere?
—Al interés del emperador, por supuesto. Y a la evidente preocupación de su hermano. Parece que todos tienen algo que quieren de usted.
Sacha lo miró, sorprendida por la perspicacia de sus palabras.
—No sé si eso es cierto.
—Oh, lo es. Pero no se preocupe, no todos aquí buscan manipularla.
—¿Incluyéndolo a usted?
Adrien soltó una risa suave.
—Incluyéndome a mí, por ahora.
La respuesta la desconcertó, pero antes de que pudiera responder, escucharon el sonido de pasos acercándose. Leo apareció de entre los árboles, su expresión endurecida al verlos juntos.
—Sacha, te estaba buscando.
Adrien dio un paso atrás con una sonrisa tranquila.
—Parece que mi compañía ya no es necesaria. Que tengan una buena tarde.
Cuando se fue, Sacha miró a Leo, quien parecía estar a punto de decir algo, pero lo pensó mejor.
—Ten cuidado con él —fue todo lo que dijo antes de guiarla de vuelta al campamento.
Esa noche, mientras todos dormían, una figura encapuchada se deslizó entre las sombras del campamento. Los perros no ladraron, los guardias no reaccionaron. Solo cuando llegó a la carpa del emperador, se detuvo.
Espia del Emperador
—¿Has traído noticias? —preguntó el emperador desde dentro.
—Sí, su majestad. La situación se está desarrollando tal como predijo. Pero hay algo más.
—¿Algo interesante?
La figura vaciló antes de responder.
—Es sobre Lady Sacha. Creo que podría ser más importante de lo que pensábamos.
El emperador sonrió, satisfecho.
—Perfecto.
En el bosque, lejos del campamento, Adrien observaba desde la distancia, sus propios planes formándose en silencio.