Luana Martínez es una joven de 23 años que ha dedicado su vida a la repostería, siguiendo los pasos de su madre en la pastelería familiar. A pesar de ser sociable y tener un fuerte vínculo con su hermano Mike, Luana es reservada y prefiere la tranquilidad de su hogar a las fiestas. Su vida da un giro inesperado cuando recibe una invitación a la fiesta de Logan Harris, un atractivo empresario de 27 años conocido por su vida social agitada y su carisma.
A medida que Luana se adentra en el mundo glamuroso de Logan, comienza a cuestionar sus propias limitaciones. Él, con su espíritu aventurero y despreocupado, es todo lo contrario a ella. A través de encuentros inesperados y conversaciones profundas, Luana se encuentra cada vez más atraída por su manera de ver la vida. Luana debe enfrentar sus miedos y abrirse a nuevas experiencias, mientras descubre que el amor puede florecer en los lugares más inesperados.
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Capítulo 8: La cita
Logan
La reunión estaba llegando a su fin. Miré alrededor de la sala, viendo a mis colegas revisar sus notas y prepararse para salir. Había sido una sesión productiva, llena de ideas y estrategias que me emocionaban. Sin embargo, mi mente estaba en otro lugar, en un café, esperando ver a Luana.
Justo cuando el último punto se discutía, mi teléfono vibró sobre la mesa. Era un mensaje de mi hermano David.
— Hola, Logan. ¿Tienes un momento? — preguntaba en su mensaje.
— Claro, ¿qué pasa? — respondí rápidamente.
Poco después, sonó mi teléfono. Contesté la llamada.
— Oye, ¿cómo va todo? — dijo David, con su tono habitual.
— Bien, acabo de terminar una reunión. ¿Y tú?
— Estaba pensando en el fin de semana. ¿Te gustaría que lleváramos a mamá a esa cabaña que tanto le gusta por su cumpleaños?
Sonreí al imaginar la sorpresa en el rostro de nuestra madre. Siempre había tenido un cariño especial por esa cabaña en el bosque, donde pasábamos los veranos de niños.
— Suena genial. Siempre le ha encantado ese lugar. ¿Cuándo pensabas hacerlo?
— Estaba pensando en el próximo fin de semana. Solo necesitamos coordinarlo.
— Perfecto. Te ayudaré a organizarlo.
El pensamiento de pasar tiempo con mi madre y mi hermano me llenó de alegría. Hablamos un poco más sobre los detalles del plan. Mientras lo hacía, mi mente se desvió a Luana. Era algo inusual la manera en la que ella llamaba mi atención,no podia sacarla de mi mente desde que la conocí en la fiesta.
— Por cierto, Luana me envió la dirección del café. Estoy ansioso por verla — le conté con una sonrisa dibujada en el rostro.
— ¿La chica de la fiesta en el hotel? — preguntó David, con un tono de curiosidad.
Le había contado a David sobre lo que había pasado aquella noche,y el como siempre me habia escuchado. Teníamos una relación muy buena, éramos amigos además de hermanos,y siempre nos apoyabamos y estábamos para el otro.
— Sí, eso es. La conocí en la fiesta, y me impresionó. Es diferente. Tiene una energía única que me atrae.
— Cuéntame más sobre ella. — David sonaba genuinamente interesado.
— Bueno, cuando la conocí ya sabe,aquel accidente con el vino y luego la vi cuándo estaba hablando con un sus amigas. Me llamó la atención de inmediato. Era tan auténtica, y sencilla. Empezamos a hablar y, aunque estábamos rodeados de gente, sentí que era solo nosotros dos.
— ¿Y cómo es? — David rió suavemente. — ¿Qué te llamó la atención?
— Es difícil de explicar. Tiene una sonrisa que te hace sentir bien. Y cuando habla, parece que realmente se preocupa por lo que dice. Además, su risa es contagiosa — respondí, recordando el sonido claro de su risa. — Me siento bien a su alrededor.
— Me alegra que hayas encontrado a alguien así. Espero que todo vaya bien en tu cita.
Terminamos la conversación y colgué, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Había algo en Luana que me hacía querer conocerla mejor, explorar esa conexión que había comenzado a formarse entre nosotros.
Cuando finalmente salí de la oficina, el sol brillaba intensamente. Mientras caminaba hacia el café, mi mente seguía divagando entre los detalles de mi reunión y las imágenes de Luana. La idea de pasar tiempo con ella me emocionaba más de lo que había creido.
Al llegar, la vi sentada en una mesa, mirando su teléfono con una expresión de concentración. Era un momento perfecto. Me detuve un segundo, disfrutando de la vista antes de entrar.
Al abrir la puerta, un pequeño timbre sonó, y ella levantó la mirada.
— Lo siento por hacerte esperar. — dije, acercándome a su mesa.
— No te preocupes. — respondió, sonriendo. — Justo llegué.
Me senté frente a ella, sintiendo que el nerviosismo se disipaba poco a poco. La calidez de su presencia me hizo sentir cómodo, como si ya nos conocíamos de hace tiempo.
— Estoy feliz de que hayamos podido hacer esto. — dije, tratando de romper el hielo.
— Yo también. — dijo Luana, su mirada era sincera. — He estado pensando en este momento.
— La última vez que nos vimos fue en la fiesta de inauguración del hotel, ¿verdad? — le pregunté, recordando la atmósfera vibrante de esa noche.
— Sí, exactamente. Fue una noche increíble. No esperaba encontrarme con alguien tan interesante allí — respondió, sonriendo.
— La verdad es que tampoco lo esperaba. Fue una de esas noches que te sorprenden. Recuerdo que al principio estaba un poco nervioso y estrado por todos los preparativos y la idea de ser el anfitrión de la fiesta, pero luego, al hablar contigo, todo se sintió más fácil.
— Es curioso cómo a veces la conexión con alguien puede hacer que todo sea más sencillo — comentó Luana, asintiendo.
— Sí, exactamente. — dije, sintiendo una chispa de conexión. — Cuando te volví a ver hablando con un grupo de amigas, algo me dijo que debía acercarme. Me alegra haberlo hecho.
— Yo también. Fue un buen riesgo. — respondió, su mirada brillando con entusiasmo.
La conversación fluyó con naturalidad, y pronto nos encontramos compartiendo risas y anécdotas. Luana hablaba sobre su trabajo en la pastelería y cómo había llegado a amar la repostería. Su pasión era contagiosa, y me di cuenta de que disfrutaba cada momento a su lado.
— Siempre he creído que la repostería es como una forma de arte. — dijo Luana, mientras jugaba con su taza de café. — Cada pastel cuenta una historia y tiene una personalidad propia.
— Eso es una forma hermosa de verlo. — respondí, sintiéndome fascinado. — Nunca lo había pensado de esa manera.
— A veces, cuando estoy en la cocina, me siento como si estuviera creando algo mágico. — continuó, sus ojos parecían iluminarse mientras hablaba. — Hay algo especial en mezclar ingredientes y ver cómo se transforman en algo delicioso.
— Me encantaría probar uno de tus postres algún día. — dije, sonriendo. — Estoy seguro de que son tan buenos como suena.
— Bueno, tendré que invitarte a mi próxima creación. — dijo, con una sonrisa.
La charla continuó, y la conexión entre nosotros se hacía cada vez más fuerte. Hablamos de nuestras familias, de nuestras aspiraciones y de cómo cada uno había llegado a donde estaba. Luana compartió historias de su hermano Mike, y yo hablé sobre David, recordando momentos divertidos de nuestra infancia.
— Es genial tener una buena relación con tu familia. — comentó Luana, mientras tomaba un sorbo de su café.
— Sí, definitivamente. David siempre ha sido una gran parte de mi vida. A veces, parece que somos más como amigos que hermanos. — respondí, recordando los momentos que habíamos compartido.
— Eso suena bonito. A veces, mi hermano y yo tenemos nuestras diferencias, pero al final siempre nos apoyamos. Es bueno saber que siempre podemos contar el uno con el otro.
La conversación nos llevó por caminos inesperados, y descubrí que compartíamos muchas de las mismas perspectivas sobre la vida y la familia. Los nervios iniciales habían desaparecido, reemplazados por una sensación de comodidad.
— ¿Y qué planes tienes para el fin de semana? — me pregunto, con curiosidad.
— Bueno, estaba pensando en pasar tiempo con mi familia. Quizás hacer algo especial por el cumpleaños de mi madre. — respondí, sonriendo.
— Eso suena genial. Siempre es bueno celebrar a quienes amamos. — dijo, con una sonrisa en el rostro.
— Sí, es importante. La familia siempre ha sido una prioridad para mí. — dije.
La conversación se tornó más profunda, y ambos compartimos momentos y recuerdos que nos habían moldeado. Me di cuenta de que Luana era una persona con una gran fortaleza y pasión, algo que admiraba sinceramente.
— Estoy realmente contento de que hayamos decidido hacer esto. — dije, sintiéndome agradecido por la conexión que estábamos creando.
— Yo también. De verdad me a encantado verte y platicar contigo . — respondió, su sonrisa iluminando su rostro.
El tiempo pasó volando, y antes de que nos diéramos cuenta, ya habíamos estado charlando durante más de dos hora. Las risas y las historias compartidas nos habían llevado a un lugar de cercanía y complicidad.
— ¿Te gustaría hacer esto de nuevo? — le pregunté, sintiendo que no quería que la cita terminara.
— Definitivamente. — respondió Luana, con una expresión entusiasta. — Me encantaría seguir conociéndote.
Mientras nos despedíamos, sentí que había dado un paso importante. Había algo especial en Luana, algo que me impulsaba a querer explorar más esta conexión. La imagen de su sonrisa y su risa resonaba en mi mente mientras salía del café, y sabía que era solo el comienzo de algo prometedor.
A medida que caminaba hacia mi coche, no podía evitar sonreír. La cita había sido un éxito, y la idea de conocer a Luana más a fondo me llenaba de emoción. Estaba ansioso por lo que el futuro podría traer.
Mientras conducía de regreso a casa, mis pensamientos se centraron en las palabras de David sobre la cabaña. Era un lugar lleno de recuerdos, y ahora parecía un buen momento para crear nuevos momentos con mi familia. Pero en mi mente, también había espacio para Luana, y la posibilidad de que ella se convirtiera en parte de mi vida.
Esa noche, me fui a dormir con una sonrisa en el rostro, sintiendo que había algo mágico en el aire. Había conocido a alguien especial, y estaba ansioso por ver adónde nos llevaría el destino.