Anabel

Un día antes de la boda ...

Juan ya ha reparado el tejado y está descansado para terminar el último tramo de la cerca.

La cantidad de dinero que le dio su yerno, le alcanza para pasar un buen invierno , sin penurias ni preocupaciones.

Hace varios días que Rosaura no deja a la novia trabajar fuera de casa, su preciosa piel tiene que regenerarse de los daños creados por el sol. La ha estado mimando con ungüentos y aceites.

Su largo cabello ahora luce más sano y brillante y su piel está tersa e hidratada.

Anabel ha estado metiéndoles en la cabeza a sus hermanitos, la idea de ir a la escuela y aprender a leer, para saber qué maravillosas historias hay en esos cuentos que les ha regalado Fran. A ellos les fascina ver las ilustraciones y ahora mueren de curiosidad por oír la historia, detrás de esos personajes.

Juan sonríe ante la imagen de Anabel sentada en el suelo con todos sus hermanitos alrededor, atentos y expectantes a lo que ella les cuenta.

Nunca fue consciente de lo bella, bondadosa, fuerte e inteligente que es su hija. Su corazón está henchido de orgullo por ella y no sabe cómo soportará su ausencia cuando se vaya a su nuevo hogar.

Tampoco sabe cómo irá ahora su matrimonio, porque su relación con Rosaura solo mejoró cuando Anabel era más grande y hacia la mayor parte del trabajo, solo así su mujer se relajó y dejó de ser tan amargada y quejica.

Su vida no había sido fácil, llegaron a estas tierras recién casados y felices, convencidos de que su vida sería próspera y se encontraron con una realidad diferente. Pasaron muchos años de necesidad y sufrimiento, hasta que su situación mejoró un poco, con mejorar me refiero a que ya no pasaban hambre.

Rosaura se sentía decepcionada y culpaba a su marido por no haber cumplido sus promesas, sin darse cuenta de que él se sentía mucho peor que ella, porque esto tampoco era lo que él esperaba. Las discusiones se hicieron frecuentes y ambos se sentían incomprendidos y desgraciados. Luego llegaron las niñas y esto también era un problema, hubieran preferido que fueran niños para que ayuden en el campo. ¿ Qué futuro podrían tener sus hijas en ese lugar, si ni siquiera su madre que era adulta pudo adaptarse?

Sin querer, se fueron hundiendo en un abismo en el que eran incapaces de notar nada positivo de sus vidas.

Desearon un primogénito en lugar de una niña, pero lo cierto es que Dios les había dado una hija con una fuerza y un aguante superior al de un chico.

Rosaura seguía quejándose de que su vida era muy dura, pero lo cierto es que no hacía nada productivo y quizás por eso tenía tanto tiempo libre para pensar en su desgracia. Si cocinara, cosiera o limpiara o simplemente se sentara a disfrutar de sus pequeños, no le quedaría tiempo para pensar en negativo. En lugar de eso , se pasaba el día gruñendo y murmurando y acababa contagiando a los demás su mal humor .

Hasta los bebés se ponían más irritables con ella cerca. Su hija lo notaba y le pedía que fuera a tumbarse, solo para relajar el ambiente.

Así fue como pasaron muchos años de tranquilidad y paz hogareña . Cuando Juan entraba en la cabaña , esta olía a flores , le esperaba una comida caliente recién hecha y una conversación agradable de su hija preguntándole sobre cómo había sido su jornada , eclipsando así la negativa actitud de su esposa.

Llegó la hora del almuerzo y Margarita no estaba. Su padre creía que había ido a casa,, de hecho venía enfadado porque la llamó muchas veces y no contestó, lo dejó solo con todo el trabajo.

Volvió nerviosa y mintió, dijo que estaba dando de beber a las cabras . Pero Anabel la había visto venir de otra dirección, pero no dijo nada . Quería pasar este último día en familia en un ambiente tranquilo.

Juan salió para terminar la cerca que dejó a medias. Estaba a una buena distancia de la cabaña. Anabel se puso a hacer un bizcocho, feliz porque su madre compró bicarbonato de sodio y ya podía hacerlo sin que quedara apelmazado

Estaba a punto de ponerse el sol y había mucha calma. Pero de repente oyeron gritos. Anabel y su madre salieron a ver qué pasaba, Margarita se quedó dentro, cosa extraña en ella, siendo tan chismosa.

Manuel venía hecho una furia, increpando y maldiciendo - ¿Dónde está ese traidor que me ha estafado?¡Que salga a dar la cara! ¡Juan ven aquí cobarde!

Anabel se puso delante - ¿Qué demonios te pasa? No te permito que insultes a mi padre.

Manuel - Tú hermana dice que te vas a casar con otro y tu padre me dio su palabra. Vengo a deciros a todos que pienso impedir esa boda y arruinar vuestra reputación.

Juan vino corriendo al oír el escándalo - ¿Qué está pasando aquí? Yo iba a ir a hablar contigo.

Manuel - No hay nada que hablar, me has estafado, me has sacado dinero y ahora le das tu hija a otro.

Juan - No te atrevas a faltarme al respeto, aquí tienes tu dinero. Estoy en mi derecho a cambiar de opinión, es mi hija, lo que más quiero en el mundo. Si acepté casarla contigo es porque aquí no hay más hombres, pero Dios ya obrado un milagro y mi hija tiene la oportunidad de irse de aquí y tener una vida digna.

Manuel - Pero no puedes faltar a tu palabra, tenemos un trato y ese dinero lo prueba. Sabes cuánto llevo esperando para casarme con ella.

Juan - Y yo te digo que me da igual. No te he traicionado aquí tienes tu dinero, debería darte vergüenza si crees que ese es el precio de mi hija.

Manuel - Y yo te recuerdo que el precio lo fijaste tú. Yo te hubiera dado todo lo que hubieras pedido y lo sabes.

Mientras ellos discutían, Anabel entró furiosa en la cabaña - Maldita desgraciada¿ Cómo has podido?

Margarita puso una sonrisa siniestra- ¿ Y que esperabas ? Creíste que podrías librarte del viejo ?

Anabel le dio una fuerte bofetada y volvió a salir - ¡Silencio!

Todos enmudecieron al oírla.

Anabel - Manuel tiene toda la razón en estar ofendido y padre debe cumplir su palabra.

Rosaura - ¿Es que te has vuelto loca, hija? ¿Quieres cancelar tu boda y renunciar a salir de aquí, para casarte con él?

Anabel - Ni hablar, mi vida sigue en pie. Pero os recuerdo que tenéis dos hijas, no una. Propongo que ella ocupe mi lugar.

Anabel se fue corriendo al corral, para desahogarse y dar rienda al llanto que tenía contenido.

Rosaura miró a su esposo y asintió, dando su conformidad con la idea.

Juan dudó - Pensaré en ello.

Rosaura - No hay nada que pensar. Margarita será tu esposa. Hablaremos de las condiciones en cuanto Anabel se haya ido.

Manuel - Ni hablar. Queréis silenciarme para que no haga un escándalo en la boda.

Rosaura- Espera aquí un momento , Manuel . Juan tengo que decirte una cosa.