NovelToon NovelToon
Tú Mi Luna, Yo Tu Tierra

Tú Mi Luna, Yo Tu Tierra

Status: En proceso
Genre:Escuela / Romance / Colegial dulce amor
Popularitas:837
Nilai: 5
nombre de autor: Kitty_flower

Anne es una chica común: pelirroja, de ojos marrones y con una rutina sencilla. Su vida transcurre entre clases, libros y silencios, hasta que un día, al final de una lección cualquiera, encuentra una carta bajo su escritorio. No tiene firma, solo un remitente misterioso: "Tu luna". La carta está escrita con ternura, como si quien la hubiese enviado conociera los secretos que Anne aún no se atrevía a decir en voz alta.

Día tras día, más cartas aparecen. Cada una es más íntima, más cercana, más brillante que la anterior. Anne, con el corazón latiendo como nunca antes, decide dejar su respuesta: una carta pidiendo un número de teléfono, un pequeño puente hacia la voz detrás del papel.

Desde ese momento, las palabras ya no llegan en papel, sino en mensajes que cruzan el cielo entre la luna y la tierra. Entre risas, confesiones y silencios compartidos, Anne descubre que la persona tras el seudónimo no es un sueño, sino alguien real.

NovelToon tiene autorización de Kitty_flower para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Rota

La mañana amanece clara, pero dentro de mí, una mezcla de nervios y esperanza me aprieta el pecho. No dormí bien, pero sé que hoy algo cambiará. Maicol prometió venir a hablar con mis padres, y aunque no sé qué esperar, tengo una pizca de fe.

El timbre suena y mi corazón late desbocado. Me asomo por la ventana y lo veo parado allí, con esa sonrisa tranquila que me ha acompañado estos días. Respiro hondo y bajo las escaleras.

Abro la puerta y Maicol entra sin vacilar. Lo veo firme, decidido, y siento un poco de alivio. Él camina directo a la sala, donde mis padres ya están sentados, cruzados de brazos, sus rostros serios y expectantes.

—Buenos días —saluda Maicol con respeto, pero sin perder su seguridad—. Vengo a aclarar algo que creo ha causado mucho malentendido.

La brisa primaveral acaricia mi rostro cuando cruzo los portones de la escuela. Es como si todo hubiera vuelto a la normalidad. El cielo está despejado, los estudiantes conversan animadamente, y yo… camino al lado de Maicol, con su mano envolviendo la mía.

Pero no hay nada normal en esto.

Su tacto es tibio, firme, casi reconfortante, como el de un amigo que intenta cargar parte de tu dolor. Fingimos bien. A ratos incluso sonríe con naturalidad, como si realmente estuviésemos juntos. Y yo… yo solo lo sigo, porque esto es lo que prometí hacer.

Mis padres lo aceptaron. Lo aprobaron. Y gracias a su mentira —nuestra mentira— pude volver a pisar esta escuela. Pero la libertad tiene un precio: él me acompaña en los pasillos, me abraza al entrar al aula, y cuando alguien pregunta, le sonrío como si lo amara. Como si él fuera el centro de mi universo.

Pero no lo es.

Mi universo tiene nombre de tierra y ojos que me miran desde lejos, rotos. Anne.

No la había visto desde antes de que todo se derrumbara. Pensé que no iba a estar hoy, o que quizás me evitaría. Pero ahí está, junto a su casillero, recogiendo unos libros. Su cabello cae sobre sus hombros, y hay algo distinto en su postura. Está más rígida. Más frágil.

Nuestros ojos se cruzan.

Es un instante.

Y duele más que todo lo que ha pasado antes. Porque en su mirada no hay odio. No hay reproche. Hay algo mucho peor: decepción. Confusión. Dolor. Como si le hubieran arrancado algo.

Como si yo hubiera sido quien lo hizo.

Y yo… yo no puedo explicar nada.

Aprieto los dedos de Maicol con más fuerza. Tal vez demasiado. Él lo nota, pero no dice nada. Solo me mira de reojo, entendiendo. Porque él también la vio. También sintió ese vacío que se abre como un abismo entre nosotras.

Ella desvía la mirada.

No dice una palabra.

No pregunta por qué camino tomada de la mano con él.

No grita.

Solo se marcha.

Y eso... eso me mata.

Doy un paso en falso, casi tropiezo, y mi corazón late tan rápido que parece querer escapar de este cuerpo que ya no me pertenece. Porque yo tampoco estoy aquí. Estoy allá, con ella, queriendo explicarle que nada de esto es real. Que mis labios no han tocado los de Maicol. Que mis pensamientos solo giran en torno a su voz, sus cartas, sus promesas. Que la amo como la Luna ama a su Tierra, en silencio, desde la distancia, incapaz de tocarla sin destruirla.

—¿Estás bien? —me pregunta Maicol en voz baja mientras nos sentamos en una banca del patio.

Asiento, aunque es mentira.

—Lo estás haciendo bien —dice—. Esto es solo temporal. Ellos se lo van a creer. Y cuando sea seguro, podrás...

—¿Y si nunca es seguro? —le corto, bajando la mirada—. ¿Y si pierdo a Anne para siempre?

Él calla. No porque no tenga respuesta, sino porque sabe que no hay consuelo suficiente para mi pregunta.

Cierro los ojos. Respiro hondo.

Una parte de mí quisiera correr tras ella. Decirle que esto es una farsa. Que la única mano que quiero sostener es la suya. Que no hay mentiras suficientes en el mundo que me hagan dejar de amarla. Pero si me expongo, mis padres podrían hacer algo peor. Ya amenazaron con sacarme de la escuela. Con enviarme lejos. O peor aún, con hacerle daño a ella.

No puedo arriesgarla.

No puedo perderla del todo.

Y sin embargo, mientras la veo alejarse entre los pasillos, con los hombros caídos y el alma rota, siento que ya la estoy perdiendo.

Y que lo peor… es que soy yo quien la está empujando.

Mi madre frunce el ceño, mientras mi padre mantiene esa expresión dura que tanto me pesa.

—¿Y qué malentendido sería ese? —pregunta mi padre con voz áspera.

Maicol no se inmuta y responde con calma.

—Yo soy el novio de Diana. Todo lo que han pensado o dicho sobre Anne es un error. Diana y yo estamos juntos, y quiero que sepan que ella está en buenas manos.

Siento un calor recorrerme el cuerpo y casi me tiemblan las piernas. Mi padre mira a Maicol de arriba abajo, dudando, pero también noto cómo la tensión en su rostro comienza a relajarse.

—¿Es cierto? —interviene mi madre, con voz más suave—. ¿Así que tú eres el responsable?

Maicol asiente, firme.

—Sí. Y quiero que sepan que cuidaré de Diana. No tiene que estar bajo tanta presión ni vigilancia. Sé que sus sentimientos por Anne la han puesto en riesgo, pero yo puedo protegerla.

Hay un silencio tenso, pero luego mi padre suspira y mueve la cabeza.

—Está bien. Si tú eres su novio, entonces… está bien.

Mi madre asiente, y siento que una carga enorme se levanta de mis hombros. Maicol me lanza una mirada tranquilizadora.

—Gracias por confiar en mí —dice en voz baja cuando me acerco.

Mis padres dejan que salga de la casa sin las restricciones que antes me imponían. Por primera vez en mucho tiempo, puedo volver a la escuela. Pero la libertad tiene un precio. Mi hermano mayor me acompaña cada día. Él vigila que no hable con Anne, ni siquiera un saludo. Para ellos, es mejor que nuestra relación quede oculta, o que se mantenga viva solo en cartas que ellos no puedan controlar.

La escuela vuelve a ser un lugar con paredes y pupitres, pero yo sé que ya nada es igual. Extraño a Anne más que nunca, pero esta vez escribo mis sentimientos en papel. Le envío cartas con palabras que mi voz no puede pronunciar. Y espero que un día, todo esto cambie.

Mientras camino por los pasillos con mi hermano a mi lado, pienso en lo extraño que es ser libre y a la vez estar atrapada. Pero sé que, aunque las palabras tarden en llegar, el amor puede sobrevivir incluso en el silencio.

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play