En el corazón del bosque de Lunasombra, dos clanes de lobos han estado en guerra durante generaciones: los Luminara y los Sombraluna. La historia sigue a Lyra, una joven loba del clan Luminara, que es valiente pero ingenua, y a Kael, el heredero del clan Sombraluna, cuya vida ha sido marcada por la venganza.
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Capítulo 9: Lazos Quebrados
El incidente con Damon dejó a Lyra y Kael con una sensación de urgencia y peligro inminente. Sabían que su camino hacia la paz no sería fácil y que la desconfianza y el rencor de algunos miembros de sus clanes podrían poner en peligro todo lo que habían logrado hasta ahora.
Al día siguiente, Lyra se reunió con Evelyn para contarle lo sucedido.
—Damon nos atacó anoche —dijo Lyra, su voz cargada de preocupación—. Está furioso por nuestra alianza.
Evelyn frunció el ceño, claramente preocupada.
—Esto es peligroso, Lyra. Si más lobos descubren lo que estamos haciendo, podríamos enfrentarnos a una rebelión interna.
Lyra asintió, sabiendo que su amiga tenía razón.
—Lo sé, Evelyn. Pero no podemos rendirnos. Estamos tan cerca de lograr algo grande.
Evelyn suspiró, pero asintió con determinación.
—Entonces debemos ser más cuidadosas. Mantendremos nuestras reuniones en secreto y redoblaremos la vigilancia.
Lyra sonrió, agradecida por el apoyo inquebrantable de Evelyn.
—Gracias, Evelyn. No sé qué haría sin ti.
Mientras tanto, en el campamento Sombraluna, Kael sabía que debía confrontar a Damon antes de que su odio pusiera en peligro la paz. Lo encontró en la caverna principal, hablando con un grupo de lobos jóvenes.
—Damon, necesito hablar contigo —dijo Kael, con voz firme.
Damon lo miró con desdén, pero asintió.
—¿Qué quieres, Kael?
Kael lo llevó a un lugar apartado, lejos de las miradas curiosas de los demás.
—Damon, sé que estás enojado —dijo Kael—. Pero necesitamos hablar de lo que ocurrió anoche.
Damon cruzó los brazos, su expresión fría.
—No hay nada de qué hablar, Kael. Estás traicionando a tu clan.
Kael sacudió la cabeza, tratando de mantener la calma.
—No es traición, Damon. Estoy tratando de encontrar una manera de detener esta guerra. Pero necesitamos tu ayuda.
Damon lo miró con incredulidad.
—¿Mi ayuda? —repitió, su voz llena de amargura—. ¿Por qué debería ayudarte a ti y a esa Luminara?
Kael dio un paso adelante, su expresión seria.
—Porque esta guerra está destruyendo todo lo que amamos. Si no hacemos algo, nuestros clanes se destruirán mutuamente. Necesitamos unirnos.
Damon lo miró durante un largo momento, su expresión indecisa. Finalmente, sacudió la cabeza y se dio la vuelta.
—No puedo, Kael. No puedo confiar en ellos.
Kael sintió un nudo en el estómago, pero sabía que no podía obligar a Damon a cambiar de opinión.
—Lo entiendo, Damon. Pero si alguna vez cambias de opinión, estaré aquí.
Damon no respondió y se alejó, dejando a Kael con una sensación de pérdida y frustración.
Esa noche, Lyra y Kael se encontraron nuevamente en su lugar secreto. Ambos estaban visiblemente agotados, pero determinados a seguir adelante.
—Damon no quiere escuchar —dijo Kael, con voz cansada—. Está tan consumido por el odio que no puede ver más allá.
Lyra suspiró, sintiendo el peso de su propia carga.
—Evelyn también está preocupada. Dice que debemos ser más cuidadosas.
Kael asintió, tomando la mano de Lyra.
—Lo haremos, Lyra. Pero no podemos rendirnos. Estamos tan cerca.
Lyra lo miró con determinación.
—Tienes razón, Kael. No podemos rendirnos ahora.
En los días siguientes, Lyra y Kael continuaron trabajando incansablemente para reunir más apoyo entre sus clanes. Cada pequeño éxito era una victoria, pero también enfrentaban constantes desafíos y obstáculos.
Un día, mientras Lyra hablaba con Faelan en la biblioteca del clan Luminara, sintió una extraña presencia. Al girarse, vio a una figura encapuchada observándola desde la sombra.
—¿Quién eres? —preguntó Lyra, con voz firme.
La figura se adelantó, revelando a una mujer mayor con ojos penetrantes.
—Soy Maia, la Guardiana de las Profecías —dijo la mujer, su voz llena de misterio—. He venido a ayudarte.
Lyra la miró con sorpresa.
—¿Guardiana de las Profecías?
Maia asintió, acercándose más.
—Sí, Lyra. He estado observando tus esfuerzos y sé que buscas cumplir la profecía de los lobos destinados. He venido a ofrecerte mi guía.
Lyra sintió una mezcla de alivio y curiosidad.
—Gracias, Maia. Cualquier ayuda sería invaluable.
Maia asintió, sus ojos brillando con sabiduría.
—Debes saber que el camino que has elegido es peligroso, pero también lleno de posibilidades. Sigue tu corazón y no te desvíes de tu propósito.
Lyra asintió, sintiendo una nueva ola de determinación.
—Lo haré, Maia. Gracias.
Mientras tanto, Kael también recibió una visita inesperada. Mientras entrenaba en el bosque, una figura alta y robusta emergió de entre los árboles. Era un lobo anciano con una cicatriz en el rostro.
—Kael —dijo el anciano, su voz grave—. Soy Orin, el Guardián de las Profecías. He venido a ayudarte.
Kael lo miró con sorpresa y respeto.
—¿Guardián de las Profecías?
Orin asintió, acercándose más.
—Sí, Kael. He seguido tus esfuerzos y sé que buscas cumplir la profecía. Estoy aquí para ofrecerte mi guía.
Kael sintió una mezcla de alivio y gratitud.
—Gracias, Orin. Cualquier ayuda sería invaluable.
Orin asintió, sus ojos llenos de sabiduría.
—El camino que has elegido es peligroso, pero también lleno de posibilidades. Sigue tu corazón y no te desvíes de tu propósito.
Kael asintió, sintiendo una nueva ola de determinación.
—Lo haré, Orin. Gracias.
Con la ayuda de Maia y Orin, Lyra y Kael encontraron una renovada esperanza y fuerza para continuar su misión. Sabían que el camino sería difícil y lleno de obstáculos, pero también sabían que juntos podían superar cualquier desafío.
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