El Encanto Del Lobo

El gran salón de la mansión de los Kensington estaba adornado con luces brillantes y arreglos florales exquisitos, creando un ambiente de elegancia y sofisticación que solo se encontraba en los eventos más exclusivos de la alta sociedad. Genevieve se encontraba en medio de la multitud, con un vestido deslumbrante que resaltaba su belleza y gracia natural.

El baile de la sociedad era uno de los eventos más esperados del año, una oportunidad para que la élite social se reuniera y celebrara en grande. Pero para Genevieve, era algo más que una simple fiesta; era una oportunidad para escapar de las presiones y expectativas de su vida cotidiana y sumergirse en un mundo de fantasía y romance.

Mientras recorría el salón, saludando a los invitados y charlando con conocidos, su mente vagaba hacia un pensamiento persistente: Thomas. Aunque había tratado de apartarlo de sus pensamientos durante la noche, no podía evitar sentir su ausencia de una manera que la desconcertaba.

Había pasado días desde su última conversación, y Genevieve se preguntaba si algo había cambiado entre ellos.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de Lord Harrington, un caballero de la alta sociedad con quien había sido emparejada para el primer baile de la noche. Él se inclinó con elegancia y le ofreció su mano, y Genevieve se vio obligada a poner una sonrisa en su rostro y aceptar su oferta.

Mientras bailaban por el salón, Genevieve se esforzaba por mantener su atención en la conversación, pero su mente seguía divagando hacia Thomas.

El baile continuó, con Genevieve y Lord Harrington girando por el salón en una danza elegante y refinada. Pero a medida que la música llegaba a su clímax y los invitados aplaudían, Genevieve se encontró mirando a su alrededor en busca de una figura familiar.

Fue entonces cuando lo vio: a lo lejos, de pie en un rincón oscuro del salón, estaba Thomas. Su mirada se encontró con la suya por un momento, y Genevieve sintió un estremecimiento de emoción recorrer su cuerpo. Había algo en la intensidad de su mirada que la dejaba sin aliento, algo que le decía que aún no era demasiado tarde.

Decidida a hablar con él, Genevieve se disculpó con Lord Harrington y se apresuró a través de la multitud hacia donde estaba Thomas. A medida que se acercaba, pudo ver la indecisión y la angustia en sus ojos, y supo que tenía que hacer algo para ayudarlo.

—Thomas —llamó apenas un susurro en la cacofonía del salón—. ¿Podemos hablar por un momento?

Thomas la miró con sorpresa, como si no pudiera creer que ella lo estuviera buscando.

—Genevieve, yo... —comenzó, pero ella le puso un dedo en los labios para silenciarlo.

—No digas nada, por favor. Solo sígueme —dijo ella, tomando su mano y guiándolo fuera del salón hacia un jardín tranquilo en la parte trasera de la mansión.

Una vez que estuvieron solos, Genevieve se volvió hacia Thomas con determinación en sus ojos.

—Thomas, entenderé lo difícil que debe ser para ti esto. Pero quiero que sepas que no estás solo. Estoy aquí para ti, si decides que quieres estar conmigo.

Thomas la miró con asombro, incapaz de encontrar las palabras para expresar lo que estaba sintiendo en ese momento.

—Genevieve, yo... no sé qué decir. Mi corazón está en guerra con mi deber como sacerdote, y no puedo ignorar las promesas que he hecho a Dios y a mi congregación.

Genevieve asintió, sintiendo un nudo en la garganta ante su confesión honesta.

—Lo entiendo, Thomas. Y no te estoy pidiendo que elijas entre tu fe y yo. Solo quiero que sepas que estoy aquí para ti, en cualquier cosa que necesites.

Thomas la miró con gratitud, sintiendo un peso levantarse de sus hombros.

—Gracias, Genevieve. Eres más comprensiva de lo que merezco.

Ella sonrió y le tomó la mano, sintiendo una conexión más profunda que nunca entre ellos.

—Volvamos al baile. Pero prométeme que seguirás pensando en lo que realmente quieres en tu vida.

Thomas asintió, sintiendo una sensación de esperanza crecer en su corazón.

—Lo prometo, Genevieve. Y gracias, por todo.