En las calles grises de Londres, Jannia, una joven y ambiciosa empresaria, se encuentra sumida en un abismo de dolor y odio después de ser víctima de un brutal abuso por parte de desconocidos. Con su mundo derrumbado, Jannia jura vengarse de aquellos que la han destruido. Sin embargo, a medida que se adentra en su búsqueda de justicia, se encuentra con un camino inesperado: el amor. ¿Podrá Jannia encontrar la paz y el amor en medio de su sed de venganza, o las sombras de su pasado la consumirán por completo?
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Capítulo 18: Justicia por Cuenta Propia
El reloj de pared en la oficina del jefe policial, James, marcaba la hora exacta mientras los minutos parecían estirarse en un mar de tensión. La habitación, de paredes adornadas con diplomas y fotos de ceremonias, estaba impregnada de un ambiente de frustración contenida. James, con su habitual semblante serio, se preparaba para una conversación que sabía sería difícil.
Ryan y Erick, dos de los agentes más comprometidos del departamento, estaban sentados frente al escritorio de James. Sus miradas reflejaban una mezcla de esperanza y determinación. Sin embargo, la seriedad en el rostro de James presagiaba malas noticias.
—Chicos, tengo malas noticias —comenzó James, con un tono que no dejaba lugar a dudas.
Ryan, con el ceño fruncido, se inclinó hacia adelante. —¿Qué pasa, jefe? ¿Por qué el tono grave?
James tomó una respiración profunda antes de hablar. —Por falta de pruebas, el caso de Jannia queda archivado.
Las palabras golpearon a Ryan y Erick como una bofetada. Ryan se levantó de su asiento, incrédulo y furioso. —¡Eso es imposible! ¡Tenemos testigos, tenemos evidencia! ¿Cómo pueden cerrar el caso, así como así?
James sacudió la cabeza, su expresión implacable. —No es suficiente lo que tenemos a nuestro poder al parecer los delincuentes no dejaron rastro de nada, Lo siento, chicos, pero no hay nada que podamos hacer
Erick se puso de pie, sus manos temblando de rabia. —¡Esto es un escándalo! ¡No podemos dejar que la justicia se corrompa de esta manera!
James, con un tono que dejaba claro que no había espacio para la discusión, les presionó. —No pueden hacer nada. Solo obedecer órdenes. El caso está cerrado.
“Al parece las influencias de Charles Frederington no fueron suficientes para mantener el caso vigente ya que alguien más tiene aún más poder para tener todo bajo control.”
Ryan y Erick se miraron entre sí, el desánimo y la frustración marcando sus rostros. Sabían que enfrentarse al sistema era casi imposible, pero no estaban dispuestos a aceptar la derrota sin luchar. Salieron de la oficina de James con una sensación de impotencia, sabiendo que el esfuerzo que habían puesto en el caso parecía haber sido en vano.
Una vez fuera de la oficina, Erick sacó su teléfono móvil y llamó a Hanna. Ryan, con un nudo en el estómago, lo observaba en silencio. Hanna respondió al primer tono, su voz llena de expectativa.
—Hanna, lo siento —dijo Erick, con una tristeza evidente en su tono—. El caso de Jannia ha sido archivado.
Hubo un breve silencio al otro lado de la línea antes de que Hanna hablara, su voz temblando. —¿Qué? ¡Eso es increíble! ¡Jannia va a...
Antes de que pudiera terminar la frase, Jannia, que estaba en la misma habitación que Hanna, escuchó la noticia. La furia se apoderó de ella con una fuerza arrolladora. Sin una palabra más, cortó la llamada de Hanna y se volvió hacia ella con una intensidad que la hizo temblar.
—¡Eso es suficiente! —exclamó Jannia, su voz cargada de rabia—. ¡Ya no espero que otros hagan por mí lo que yo misma puedo hacer! ¡Voy a hacer justicia por mi cuenta!
Hanna, aún en shock, trató de calmarla, sus manos temblando al intentar tocar el brazo de Jannia desconocía cada vez más a su hermana. —Jannia, por favor, no hagas nada impulsivo. No estás sola en esto. Podemos encontrar otra manera, buscar apoyo...
Jannia sacudió la cabeza con firmeza, apartando la mano de Hanna. Su decisión estaba tomada, y nada podría cambiar su determinación. —No te preocupes por mí, Hanna. He aprendido que confiar en los demás solo lleva a decepciones. Voy a hacer lo que debo hacer por mí misma.
Jannia se dirigió hacia la puerta con pasos firmes. La rabia en sus ojos brillaba con una intensidad que dejaba claro que estaba decidida a tomar el control de la situación. Hanna la miró con desesperación, deseando encontrar una forma de detenerla, pero sabía que era en vano.
—¡Jannia! —llamó Hanna, su voz llena de angustia—. Por favor, piénsalo bien. No te arriesgues.
Jannia se detuvo un momento en la puerta, mirando a Hanna con una mezcla de tristeza y resolución. —No hay nada que pensar. Esto es algo que debo hacer por mí misma. Gracias por estar a mi lado, pero ahora es el momento de actuar.
Con esas palabras, Jannia salió de la habitación, cerrando la puerta con un leve golpe. Su mente estaba en ebullición, cada pensamiento centrado en la injusticia que había experimentado y en la determinación de poner fin a ella. La noticia del archivo del caso solo había avivado su fuego interno, y estaba dispuesta a tomar medidas drásticas para lograr lo que consideraba justo.
Mientras Jannia se alejaba, su mente se llenaba de estrategias y planes. Sabía que la batalla sería ardua y peligrosa, pero su determinación la empujaba hacia adelante. No podía confiar en el sistema que la había defraudado ni en las influencias que no habían sido suficientes para mantener el caso en pie. Ahora, era su responsabilidad y su desafío.
En su camino hacia la acción, Jannia se preparaba para enfrentar no solo a sus enemigos directos, sino también a las sombras que se escondían detrás de las decisiones que habían cerrado el caso. Su espíritu ardía con una pasión implacable, y su decisión de hacer justicia por su cuenta era inquebrantable. Sabía que el camino sería peligroso y solitario, pero estaba dispuesta a enfrentarlo, sin esperar que nadie más hiciera el trabajo que ella podía hacer.
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