Matrimonios por contrato que se convierten en una visa hacia la muerte. Una peligrosa mafia de mujeres asesinas, asola la ciudad, asesinando acaudalados hombres de negocios. Con su belleza y encantos, estas hermosas pero letales, sanguinarias y despiadadas mujeres consiguen embaucar a hombres solitarios, ermitaños pero de inmensas fortunas, logrando sus joyas, tarjetas de crédito, dinero a través de contratos de matrimonio. Los incautos hombres de negocia que caen en las redes de estas hermosas viudas negras, no dudan en entregarles todos sus bienes, seducidos por ellas, viviendo intensas faenas románticas sin imaginar que eso los llevará hasta su propia tumba. Ese es el argumento de esta impactante novela policial, intrigante y estremecedora, con muchas escenas tórridas prohibidas para cardíacos. "Las viudas negras" pondrá en vilo al lector de principio a fin. Encontraremos acción, romance, aventura, emociones a raudales. Las viudas negras se convertirán en el terror de los hombres.
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Capítulo 9
La organización no podía quedar con una chica menos, porque Telma sabía que los hombres son desconfiados, sospechan de cualquier chica hermosa. -En la variedad está el gusto-, solía decir a los sicarios que conformaban su grupo de trabajo. Ante la deserción de Marcela, la jefa ordenó encontrar una chica de similar belleza para que la reemplazara.
Luego de examinar con mucho cuidado, numerosas candidatas, finalmente fue contratada Paola Yáñez. Ya había trabajado antes con Telma Ruiz y ambas se conocían muy bien. Era muy efectiva y astuta, además de hermosa y despampanante. Ella había dejado la organización tiempo atrás por el temor de que hubiera sido reconocida por testigos cuando consiguió el primer contrato de matrimonio con un ex alcalde la sierra del país, quien fue eliminado apenas dos días después de contraer nupcias. El ex burgomaestre contaba con muchos parientes que estuvieron presentes en la boda y Telma pensó que alguno de tantos invitados pudiera reconocer a Paola. Eso hizo que ella "desapareciera del mapa" un buen tiempo. Y ahora con la defección de Marcela la, obligó a traerla de vuelta a las andanzas porque ninguna de las otras opciones la conformaba.
Paola era, incluso, más cruel que Gisela. Ella misma se encargó de su flamante marido, matándolo cuando él dormitaba apaciblemente en un sillón, después de haber hecho el amor, en forma intensa, en la alfombra de la sala, revolcándose como animales hambrientos.
Paola cogió un pasador de uno de los zapatos del acaudalado tipo y lo ahorcó sin miramientos, haciéndole saltar los ojos igual que canicas. Luego abrió la puerta y tres sujetos bien vestidos, se encargaron de limpiar de toda evidencia que podría involucrarla en el crimen, haciendo desaparecer el cuerpo en los escarpados de los cerros.
Cuando Paola salió de la casa, para abordar su auto, fue vista por varias personas que iban por la avenida riéndose y haciendo bromas. Una mujer le pasó la voz. -¡Felicidades por su boda!-, le gritó a todo pulmón.
Enterada del incidente, Telma Ruiz le dijo a Paola que eliminara ese cabo suelto refiriéndose a la mujer que la había reconocido y que luego desapareciera un buen tiempo mientras la policía se abocaba a las investigaciones de rutina.
Yáñez se escabulló por una ventana abierta del segundo piso de la casa de la fémina, serpenteó por un pasadizo estrecho, remando con sus codos y llegó hasta la cocina. Con una palanca, quitó el seguro al balón de gas y además roció anfo juntito al depósito. Oyó pisadas, volvió a agazaparse y tal igual hizo al principio, convertida en una culebra, se deslizó por donde entró, saliendo de prisa de la vivienda.
La mujer encendió la luz y una terrible explosión alborotó todo el apacible distrito de Yanahuara. De la dama tan solo encontraron sus carnes esparcidas por todos los rincones de la casa, calcinadas por el estallido y las llamaradas.
Ya no hubo más investigaciones. Todo se resumió en un casero doméstico. Y del ex alcalde nadie lo echó de menos por los tiempos de los tiempos.
-Paola, te necesitamos de vuelta-, le dijo, ahora, Telma Ruiz.
Y allí estaba ella, dispuesta a tener un nuevo caso en sus manos. Telma ya lo tenía seleccionado en la pantalla de su tablet.
-Es un sujeto con mucha plata. Este golpe es muy importante para nosotros. Lo matas y te llevas todas sus joyas y dinero-, le detalló Telma, alcanzándole una foto ya impresa.
Paola no se interesó en absoluto. Vio la fotografía, incluso, y no le prestó mayor atención. ¿Total? ese era su trabajo, robar y luego matar hombres.
Lo que ella no sabía es que el tipo que debía eliminar era el padre de Marcela Belgrano.
