Arráncame La Vida

...Una semana después del primer día de clases......

—¿Por que no quieres contarnos nada? —Maricruz estaba muy engolosinada con el chisme.

Mis dos amigos morían por saber detalles acerca de Félix. ¡Que si sí andábamos! ¡Que como era posible! ¡Que qué había pasado con Adrián! ¡Que yo era un rompecorazones! Esos dos estaban bien pasados de lanza.

—Pues es que no tiene sentido. Ustedes saben que por el momento, yo no estoy interesado en tener una relación. ¡No buscó pareja!

Bruno dio un sorbo a su jugo de manzana.

—Tal vez tú dices que no necesitas una relación, pero tu cara demuestra otra cosa —dijo él.

—La verdad sí. Estoy de acuerdo con Bruno. Tú siempre andabas riendo y viniendo con una alegría única. Ahora eres un poco diferente —Maricruz parecía muy sincera con su comentario.

—¿Creen que ya no soy alguien alegre?

—No es eso. O sea, es que si se te nota una ausencia en tu mirada. ¡Como si aún no pudieras superar a ese guapo del campamento!

Bajé la mirada, mi paquete de Cheetos ya casi se acababa. ¡Me sentía extraño de repente!

—Bueno, es que así como que...

El timbre anunció el final del receso. Debíamos volver a clases.

—¿Aún no lo superas? —Maricruz tenía la ceja enarcada.

Me sentí vulnerable ante ellos.

—La verdad, aún lo tengo muy presente en mi mente. Más en estos días, ya pasó un año desde que...

Y no fui capaz de terminar la frase. Dejé escapar un suspiro, me puse de pie y salí de allí. ¡Todo lo que pienso, algún día me va a matar! Avancé por el pasillo principal, me dirigía a las escaleras para subir a mi salón y no pude. ¡Él me llamo! Mi celular estaba vibrando.

—¡Hola Dan! ¿Qué haces? —Cesar solía hablarme de vez en cuando. Escuchar su voz me hacía pensar en nuestro verano.

—Cesar. ¡Hola! Estoy en la escuela. ¿Y tú?

—¡Ah! Se me olvida que aún eres un chico escolar.

Me pareció escuchar su risita boba.

—No te preocupes. Apenas voy a una clase. No tiene mucho que acabó el receso.

—¿Y como te ha ido esta semana? Apenas entraste, ¿no?

—Sí. Apenas. Y parece que todo fluye bien.

—¡Eso es todo!

Nos quedamos en silencio. Yo me había sentado en los escalones, miraba con tranquilidad la cancha de fútbol. ¡El equipo ya estaba entrenando!

—¿Y como te ha ido a ti? Tiene como un mes que no sé de ti —quería demostrarle que lo tenía presente.

—En realidad todo va normal. Ya sabes. El trabajo, mi perro, mis series por ver y...

—¿Y?

—A veces me dan ganas de buscar pareja.

Me causó gracia que estuviera pensando en eso.

—Deberías buscar. ¡Se te va ir el tren si no te apuras!

—Puedo esperarte.

Sus palabras me ocasionaron unas ganas inmensas de querer reír.

—¿Aún sigues con eso?

—Sí. ¿Está mal?

—Pues no sé.

—¿Te acuerdas de la vez que nos besamos?

Fue en el puente del riachuelo, era de noche y fue un beso rápido.

—Lo olvide.

—¿Lo olvidaste? ¿Quieres que te haga recordar?

Me reí una vez más.

—No necesito que me hagas recordar —hice una pausa, mi clase ya había empezado—. Cesar, me tengo que ir, mi clase ya empezó y...

—¿Que harás este fin de semana?

—Aún no tengo planes. ¿Por?

—Anuel está en la ciudad y Zuri quiere que nos reunamos con él. ¿Te parece bien?

¡Anuel! Alto, fornido y guapo. ¡Mi corazón se aceleró demasiado! Sentí como si el tiempo se detuviera y me dieron muchas ganas de no haber escuchado las palabras de Cesar. ¡Anuel estaba en la ciudad! ¿Y que debía pasar?

—Yo...creo que esta bien. Ya tiene tiempo que no lo vemos.

Mentí. ¡Fui un mentiroso! Completamente, yo estaba ocultando algo que no les había dicho.

—¿Si te gustaría que lo viéramos? Quizá iríamos a tomar algo o...

—Vamos a donde sea, no tengo problema por volver a verlo. Ya me voy Cesar, te escribo al rato.

Fui muy cortante, me dolía mucho el pecho y realmente no me sentía muy bien. ¿Por qué me estaba pasando esto? ¡Canijo pasado!

—¿Estas bien? —Su voz me atrae a la realidad. ¿Por qué tuvo que formular esa pregunta?

—Sí. Yo solo... mi clase ya empezó.

Y colgué la llamada. No podía seguir hablando con Cesar. ¡Me dolía mucho! Muy en el fondo. ¿Por qué me estaba pasando este huracán emocional?

Me puse de pie, tenía que ir a mi clase y escuché que él me llamaba. Lentamente giré a mirarle, corrió hasta llegar a mí, su mano se aferró al barandal, tenía gotas de sudor en la frente y su respiración estaba muy agitada.

—¿Podemos hablar? —Sus ojos estaban bien enfocados en mis ojos.

—¿De que quieres que hablemos?

—De lo qué pasó el primer día de clases.

Adrián no era un tipo feo, había belleza en la forma que sus labios se abrían para hablar. Su cabello estaba húmedo, alborotado y el tono de su piel podía combinar el mío.

—No te preocupes, yo sé que solo fue una broma. ¡Estamos bien!

—No. Bueno, si estamos bien, pero no fue una broma.

¿Tomaría mi clase o no?

—¿No bromeabas?

¡Por supuesto que no! Yo solo me estaba haciendo el menso, que en realidad no quería aceptar los sentimientos de este chico.

—No. ¡Y sí! Yo sé qué tal vez nunca hemos hablado como se debe de hablar para conocernos, no hemos cultivado una buena relación de amistad y...

—¿Por que te gusto?

Noté como sus cejas se arqueaban de forma curiosa. ¿Que me respondería? ¿Que sentiría? ¿Que era todo esto? Estábamos en un lugar que no nos correspondía, teníamos sentimientos y tal vez, tal vez aún no era el momento para darnos amor del bueno. ¿O sí?

El balón se impacto en la espalda de Adrián, se quejó de dolor, su rostro se inundó con una expresión dolorosa. Me acerqué a él, lo sostuve y sus manos se aferraron a mí. ¡El drama apareció en esta escena!