JADE

Jade ya estaba confundida cuando se trataba de hombres. Braxton había ido a verla al bar, la había acompañado a su casa, la había llevado a su apartamento y había pasado la noche lamiéndola.

La había llevado al final dos veces y luego se fue sin decir una palabra. Jade había estado demasiado agotada por sus bromas como para hacer algo más que acurrucarse en su cama e irse a dormir.

Ahora era otra semana y otro lunes en el trabajo. No se eliminaron nuevas líneas ni se exhibieron productos. Los lunes eran lentos u ocupados.

Hoy fue un día lento. Ya había abastecido los estantes, que podía ocupar entre clientes. Estos eran el tipo de días que le encantaban, ya que la ayudaban a ponerse al día con todo el inventario, la limpieza y los trabajos generales que eran tediosos, pero que había que hacer. Lucille nunca estaba allí los lunes.

De pie detrás del mostrador, Jade intentó no pensar en su hombre misterioso. Un hombre que la había salvado, cuidado de ella, le había quitado la virginidad, le había lamido el coño y, sin embargo, ella todavía no sabía su nombre.

Pasándose los dedos por el pelo, hizo algo que intentó no hacer y miró el reloj. ¿Por qué las manos no se movían más rápido?

Era como si el tiempo tuviera una broma que gastar y ella fuera el blanco de la misma. Frunciendo los labios, se apartó del mostrador y fue a revisar los estantes. Pero todo estaba en orden, nada estaba fuera de lugar y tenía que seguir intentando no pensar en su misterioso hombre sin nombre, que la estaba distrayendo. No estaba acostumbrada a este ni a ningún otro tipo de atención.

Había perdido la cuenta del número de hombres que no la querían. Esas estúpidas aplicaciones de citas con todo eso de sí y no, o toca eso o no, o lo que fuera.

"Contrólate, Jade". Ella sacudió la cabeza y luego se colocó detrás del mostrador. Sólo le quedaba una hora.

Durante la última hora entraron un par de clientes. Uno de ellos habitual, otro nuevo, pero claramente entusiasmados por estar en una tienda de cosméticos. No pidió ayuda, pero Jade la llamó y vio que había comprado toda la gama de cosméticos, lo que significaba que podría ser una clienta nueva y otra recurrente.

Jade fue cortés con cada uno, pero cuando el reloj marcaba las seis de la tarde, estaba más que feliz de dar por terminado el día. Cerró y cerró la tienda, cumplió con sus tareas habituales de revisar la caja, contarla, ocuparse de ella y luego apagar las luces y salir, mientras cerraba la puerta. Lucille lo había programado para saber cuándo estaba cerrada la tienda. Jade no pensó que se debía a una falta de confianza, sino simplemente a estar vigilando su tienda.

Como sus servicios ya no eran necesarios, Jade comenzó a caminar de regreso a su apartamento, que no estaba lejos. Por eso le gustaba tanto su trabajo. Había adoptado una rutina constante y por eso no se molestó en tomar lecciones de manejo.

Jade no estaba muy segura de cuándo su hombre misterioso se unió a ella, pero lo sintió acercarse. Ni siquiera necesitó darse vuelta para saber que era él. Su mano estaba sobre el spray de pimienta en el bolsillo de su chaqueta, por si necesitaba usarlo. Una mirada por la ventanilla de un coche que pasaba y vio su reflejo a su espalda. No pudo evitar sonreír porque se sentía muy bien para él estar allí y cerca de ella también. Respiró hondo y aflojó el spray de pimienta.

Le puso una mano en la espalda y caminaron hacia su apartamento. Antes de que tuviera la oportunidad de escribir el código para entrar a su apartamento, él estaba allí, presionando el código. Jade no quería saber cómo había obtenido acceso a su código de seguridad.

Entraron en el ascensor y ella lo miró. Para algunas mujeres, puede parecer un monstruo aterrador. Las cicatrices de su rostro se habían desvanecido, pero a ella no le importaban. Quería preguntarle sobre ellos, pero si él no le daba su nombre, dudaba que hablara sobre su pasado.

"Buenas noches", dijo. No sabía si él había cambiado de opinión acerca de que le gustaban las conversaciones triviales o no, pero de cualquier manera, iba a intentarlo. “Agregaría tu nombre, pero no lo sé”. Ella se lamió los labios. "¿Tuviste un buen día?" Ella se arriesgó a mirarlo y él siguió mirándola. Jade no podía leerlo.

“No sé si tuviste un buen día o un mal día. Tuve un día lento. No muchos clientes. Los que tuve fueron bonitos. Eso era bueno. Me gustan ese tipo de días. Prefiero los días ocupados, así no tengo que pensar mucho, pero no siempre podemos conseguir lo que queremos”. Tenía la sensación de que él consiguió lo que quería. Todo lo que tenía que hacer era chasquear los dedos y se le concedería todo lo que deseara. "El clima es frío."

El ascensor se detuvo y salieron de él, dirigiéndose hacia su puerta.

Braxton tomó la llave de su mano y la deslizó en la cerradura. Ella no pudo evitar mirar su garganta. La tinta decoraba su cuello.

"¿Dolió?" ella preguntó.

Él giró la cabeza y ella vio el brillo en sus ojos. “¿Qué te dolió?”

“¿Tu tinta? ¿Tu... uf, tu tatuaje? ¿Dolió?"

"No."

Entraron a su apartamento y Jade tomó su chaqueta y estaba a punto de quitársela cuando su orden la detuvo.

“Quítate la ropa”, dijo.

Esto la hizo detenerse y girarse hacia él. Él ya había cerrado la puerta y ella lo escuchó poner los cerrojos en su lugar. Ninguno de los dos tenía adónde ir.

"¿Qué?"

“Ya me escuchaste, quítate la ropa ahora. Te quiero desnuda”.

Jade frunció el ceño. Su petición fue grosera, pero al mismo tiempo, ella no pudo evitar excitarse. Ni siquiera sabía cómo podía estar considerando su grosería, pero se quitó la chaqueta y luego caminó hacia su dormitorio.

Ella no llegó muy lejos.

"¿A dónde crees que vas?" preguntó.

“Me voy a desnudar”. Señaló hacia su dormitorio.

Hizo una mueca y sacudió la cabeza. "No necesitas tu habitación para desnudarte, nena", dijo.

Nunca antes nadie la había llamado "nena".

"Desnúdate aquí".

Jade miró alrededor de la puerta principal. La puerta estaba cerrada y estaban lo suficientemente lejos de las ventanas. Ella lo miró y, mientras él permanecía allí, dominando su espacio, le resultó casi imposible ignorarlo.

"Desnúdate", dijo, respirando profundamente, esperando que eso la castigara. Sintió que los nervios subían por su columna.

Mordiéndose el labio inferior, fue hacia los botones de su blusa y lentamente comenzó a soltar uno y luego el otro. Los empujó a través de los lazos, abrió su camisa, se la quitó de los hombros y la dejó caer al suelo. Luego, se puso los pantalones. Una vez más, había optado por los elásticos, porque eran muy cómodos. Agarró ambos lados y los empujó hacia abajo.

Jade no sabía si se suponía que debía hacer esto sexy, moviendo sus caderas de lado a lado o imaginando una canción sonando. Los pantalones estaban en el suelo. Ahora ella estaba frente a él con un par de botas, bragas y sujetador. Se quitó las botas después de soltar la cremallera. Se los quitó, fue hacia su sujetador y lo desabrochó, dejándolo caer al suelo. Sus bragas fueron la prenda final.

Una vez más, ella había perdido la cuenta de la cantidad de veces que estuvo desnuda y él no. Su hombre misterioso estaba completamente vestido. Parecía ser lo que se hicieron el uno al otro. Tenía que preguntarse si alguna vez llegaría el momento en que pudiera verlo completamente desnudo.