Los primogénitos de Luriel y Anahí deberán tomar decisiones que afectan a sus corazones y a las leyes de su pueblo. El amor en la Aldea representa el vínculo que los une y los protege de todo el mal que los acecha. Podrán prevalecer sus corazones para mantener la paz o deberán elegir sacrificar el amor por la Aldea.
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Hacer las cosas bien
Apenas se detuvo el auto frente a la casa de Mario e Irupé, una serie de gritos se escuchó de uno y otro lado. Los 4 hermanos Tecol se volvían a encontrar después de varios meses. Pirá y Araí estudiaban con Mario todas las tardes y apenas habían escuchado el ruido del auto salieron corriendo a encontrarlos
- Tienes que parar de crecer… - le decía Karai a Pirá – ya me pasaste y ni tienes 15 años… - y alzando a Araí agregaba – y tú sigues tan preciosa como siempre…
- ¿Ya vienen a quedarse…? – dijo Araí abrazando a sus dos hermanos mayores
- Si… - dijo Guaci besándole la cabeza – ya nos quedamos con ustedes…
Guaci fue la primera que los vio parados a un costado… Mario e Irupé siempre esperaban pacientemente hasta que el ritual de bienvenida se completaba. Sus nietos eran magníficos, pero especialmente Guaci y Karai, tenían un concepto de familia que era admirable… de hecho fueron ellos los que se aseguraron desde niños de formar “La familia Tecol”
Ahora volvían de la ciudad, con sus títulos universitarios para cuidar a su gente y eso los hacía sentir sumamente orgullosos. Siempre supo que Anahí era especial, pero sus hijos eran tan diferentes entre sí en sus temperamentos, pero todos amaban a su familia y a su gente.
Se dirigió a ellos y los abrazó con dulzura.
- Hola abuelo… hola abuela… - le dio besos sonoros a ambos - ¿huelo tarta de guayabas…? – dijo riendo - ¿Cómo supiste que vendríamos?
- A tu abuelo le avisó el abuelito… - dijo riendo - sabes que le preocupa cuando andan por la ruta… ahora tenemos que avisarle que llegaron bien…
- ¿Cuándo nos van a dejar de cuidar? – dijo Karai reclamando abrazos también
- Nunca mi amor… - dijo Mario abrazándolo con fuerza – mientras respire… los voy a cuidar con mi vida… - y mirando a Guaci agregó – y voy a meterme en el monte para buscar guayabas para ti…
- Yo quiero caliente… - gritó Guaci antes de salir corriendo hacia la casa seguida por sus hermanos que peleaban pero corrían detrás de Araí cuidándola…
Irupé comenzó a servir las limonadas y los 5, incluyendo a Mario hacían el ritual de las tartas y limonadas… esas tradiciones eran tan importantes para ellos como el afecto de sus abuelos.
Cuando ya las panzas estaban repletas y los platos vacíos, Irupé les dijo
- Vayan a saludar a sus padres que no saben nada que vinieron… - se reía besándolos - y llévenle tarta de moras o Luriel se va a enojar conmigo…
- No vale… - dijo Pirá riendo – él no es nieto como nosotros…
- Pero si no fuera por él… - le sonrió con cariño – yo no los tendría a ustedes…
- Además… - agregó Mario – él robaba mis tartas desde antes que nacieran… las escondía pero igual las encontraba y se las comía todas…
- Ken dice que tienes que enseñarme a prepararlas – dijo Guaci – porque mamá es de terror para la cocina…
- Cuando quieras corazón… - la abrazó – no son difíciles de hacer… a Ken le gusta la de pitangas…
- ¿Y a ti abuelo…? – preguntó Araí curiosa
- A mí la de granada… - hizo un gesto de secarse la baba – con esa tarta me conquistó tu abuela…
- ¿Es eso cierto, abuela? – preguntó Araí
- Aprendí a cocinarlas cuando ya estaba casada… - dijo riendo – a tu abuelo lo conquiste de una manera más sencilla… - como todos se quedaron callados y Mario enrojecido al pensar en ella desnuda agregó – hablando de plantas…
- Es que las plantas enamoran… - Mario la abrazó con ternura – y ahora voy a hablar de plantas con mi nieta… ¿Qué más le podría pedir a Tupá? – y acordándose de pronto agregó - ¿Ya sabes quién va a ser tu compañero?
- Se llama Esteban Campos… - dijo Guaci y vio cómo su hermano clavaba la vista en ella – supongo que en una semana va a llegar al pueblo
- Podría quedarse con nosotros si es amigo tuyo… - empezó a decir Mario
- NO – dijeron a una sola voz los hermanos
- No es amigo abuelo y no me cae bien… - dijo Guaci sin mirar a su hermano – quiero poder venir aquí sin problemas…
- A mí tampoco me gusta abuelo – agregó Karai – es caradura y seguro te va a pedir para quedarse contigo… pero no lo hagas por favor…
- Bien amores… - estaba confundido – si es tan importante…
***
Fueron caminando hasta la casa de Anahí y Luriel. Jamás entraban al territorio de la tribu con el auto, simplemente lo dejaban en la casa del abuelo. Lo mismo ocurría con el teléfono fijo. Los celulares en esa zona eran inútiles completamente.
Con los años, todos sabían que a la mañana lo encontraban a Luriel en la aldea y a la tarde lo encontraban en cercanías de su casa. Anahí había respetado su promesa y nunca entraba al territorio original, aun así era querida y respetada por todos. Amambay se encargaba de todos los asuntos de la aldea y le encantaba enseñarles las tradiciones a los hijos de Luriel. Podía ver como Pirá se estaba imponiendo entre los jóvenes de su edad, le hacía acordar mucho a Luriel cuando era joven: era intrépido, valiente, un líder natural sin dudas.
Así que se encaminaban los 4, rumbo al jardín de su madre. Antes de llegar Karai los detuvo con un movimiento de la mano. Los observaron en silencio.
Estaban acostados en el camastro, Anahí leía un libro en voz alta y Luriel la tenía abrazada contra su pecho, aparentemente dormido… Habían crecido viéndolos amarse con esa intensidad… no podían estar en el mismo lugar si no se abrazaban o se tomaban de la mano… y si habían más personas siempre se situaban de tal manera de poder mirarse.
- Ese tipo de hombre es el que te mereces Guaci… - le dijo señalando a su padre
- Se rompió el molde con papá… - se rio con pesar – ya los hombres no son así…
- Solo no te apures… - le sonrió – existe… y pronto te va a encontrar…
Mientras ellos deliberaban en apenas murmullos, Luriel acercó más su boca al oído de Anahí para decirle.
- Nos están mirando todos tus príncipes y princesas… - rio bajito – puedo olerlos con facilidad…
- No sabía que vendrían… - también murmuraba – pensé que llegaban la semana que viene…
- Por algo vinieron antes… - le beso suavemente en la misma oreja – tal vez vas a ser suegra… o abuela…
- ¿Y si se quieren ir amor…? – empezó a angustiarse
- Tienen que ser felices princesa… donde sea… - se desperezó estirando los brazos y dijo fuerte – Siento aroma a tarta de moras…
- PAPÁ… - gritó Araí – mira quienes vinieron…
Salió corriendo a abrazarlo, y apenas le dejaba levantarse a ambos del camastro… Los demás venían detrás de ella riendo al verlo despatarrarse para levantarse con Araí colgada del cuello.
Guací fue derecho a su padre y espero pacientemente que Luriel se soltara del agarre de Araí…
- Deja que abrace a tu hermana… - le ponía a Araí sobre el camastro y se giraba a mirar a su hija que no espero ni 2 segundos para estrellarse directamente en su pecho – hola preciosa… tranquila… ahora papá te cuida…
- Te extrañé papá… - le dijo con voz ahogada por el abrazo - ¿podemos incursionar en el monte mañana?
- Como tú quieras pequeña… - le miró a Anahí por encima de su cabeza y ella lo entendió – hola hijo... – le estiró el brazo a Karai y él también se unió al abrazo – siempre compartieron mi pecho… y siempre habrá lugar aquí para los cuatro… por más grandes que sean ustedes… o sus problemas…
- Hola papá… - dijo Karai – no nos malcríes porque vamos a salir muy flojos…
- Los Tecol podemos ser flojos en algún momento… - dijo riendo – porque estamos seguros que nos cuidan los Toledos… los Sambranos… y los Tanakas… somos mucho más que una tribu mis amores…
- La familia Tecol dentro y fuera de la aldea – agregó Anahí mientras que se sumaban al abrazo los que aún faltaban…
- Hola mamá… - Guaci apenas pudo hablar por la emoción – a ti también te extrañé mucho…
- Lo sé mi corazón… - besó suavemente su cabeza – ya tengo asumido el hecho que todos tienen debilidad por papá…
- ¿Tienes una mancha de vino oporto? – dijo Luriel riendo
- Me voy a tatuar una mancha, así estoy en igualdad de condiciones para competir… - Anahí sonreía encantadoramente
- ¿Esa es la mancha que tenemos todos en el cuello? – preguntó Araí y Anahí le asintió acariciándole la mejilla.
- Tu eres la persona más importante de esta familia mamá – dijo de pronto Pirá y todos hicieron silencio – conocemos todas las historias que se cuentan sobre ustedes… si no fuera por tu osadía y rebeldía… papá nunca se hubiera atrevido…
- Ahora soy un cobarde… - dijo Luriel quejándose en broma
- Tu padre tiene principios y valores y yo le representaba tener que saltarlos… y eso era muy difícil para él… pero cuando el amor es verdadero como el nuestro no es un error… ni Tupá se enoja…
- ¿Y si saltaste tus valores por nada…? – preguntó Guaci con lágrimas en los ojos
- Entonces empezamos de nuevo y nos proponemos hacer las cosas bien esta vez… - dijo Anahí nuevamente – equivocarse y tomar malas decisiones no es el fin del mundo… y jamás va a ser un motivo para que los amemos menos…
- Che rohayhu che ánga reheve, sy (Te quiero con el alma, madre) – dijo Guaci
- Che aikuaa che rekove (Lo sé mi vida) – le acarició suavemente la cabeza – basta de lágrimas… esa tarta de moras… requiere limonadas…