Sol Lizbeth del reino de Alubia fue desterrada a un páramo desierto. Un anciano sabio le ayudó a convertir el páramo en un vergel donde un mar de Girasoles florecían. Su padre le había desterrado. Gran población de negros de Etiopía buscaron en sus plantaciones un refugio para vivir en libertad. La llamaban La reina de los negros. Y pronto la llamarían bruja. Solo me casaré con quién me devuelva mí reino,dijo Sol al anciano sabio. ¿Pero alguna vez eso pasaría?
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Capitulo 9. La boda.
Casada 9.
Obra Casada por mí Reino
Autora : Elsa Elena Isasa
Capitulo 9 : La boda.
Ver a la mujer que tomaría por esposa entrar montada en su corcel negro, con el maravilloso vestido blanco y su perro lobo junto al caballo, encendió el corazón del Príncipe Drago de Escitia.
La gente la vitoreaba y no solo sus morenos sino todos, sus soldados y los aldeanos.
Ella bajo del corcel con gracia y se acercó a el, y con un verdadero gesto de princesa, hincó una rodilla en el suelo y le beso una mano.
Esa boca que toco levemente su mano estaba en sus pensamientos todo el día desde el beso en la playa.
Supo allí que no había arriesgado su vida por Alubia y sus supuestas riquezas. Lo había hecho por ella, por Sol Lisbeth, la bruja campesina de Girasoles. Tomó su mano y se paró. La gente los miraba y no podía ya mismo llevarla a la alcoba y sacarle ese maravilloso vestido y consumar lo que anhelaba.
Se junto a ella y Marchó hacia la mesa donde Morris, Mariusa y el maestro esperaban para el acto legal del casamiento tal como se había pactado.
De inmediato el moreno Runhi y Martina su mujer, los siguieron con ramos de Girasoles en sus manos. Era evidente que ambos serían los testigos de su boda. En ese momento no se puso a pensar que un príncipe como él, tendría a dos morenos libretos como principales testigos de su ceremonia. Solo pedía a los dioses que la embarazada y el moreno supiesen escribir y que su firma sea clara para dar validez a su casamiento.
Apretaba la pequeña mano de su mujer junto a la suya e inexplicablemente estaba feliz. No solo feliz, incluso emocionado.
Parados frente a la mesa los escribas de ambos reinos leyeron la fórmula de esa época para los casamientos reales.
– Príncipe Drago León de Escitia, hijo del Rey Maluski y la Reina Alcira,Soberano por conquista en lucha justa de Alubia, tomas como esposa reina y Señora a la Princesa Sol Lisbeth de Alubia.
– La tomo- contestó decidido.
La gente reunida en el patio aullaba y gritaba su nombre expresando su alegría.
– Princesa Sol Lisbeth de Alubia , hija de Turino y La reina Artemisa Lisbeth de Alubia, ambos fallecidos, hija de leche de Mariusa de Etiopía, tomas al príncipe Drago León de Escitia como Señor y esposo.
– Lo tomo.- respondió con dulce pero decidida voz Sol Lisbeth.
Los gritos de los morenos se escucharon después de estas palabras y un mar de Girasoles se mecian en la muchedumbre.
– Casados están y casados permanecerán ante los dioses y los hombres - expresó el Capitán Morris.
Drago sonrió y tomando de la cintura a sol Lisbeth la levantó en alto y grito.
– ¡Esta mujer es mí Reina!-
Pétalos amarillos de Girasoles volaban por los aires y la gente aplaudía feliz.
El la bajo al piso y de inmediato buscó sus labios.
Y el beso vino arrasador.
Sol creyó que se desmayaria. Su reciente esposo no solo tomó sus labios sino que invadió su boca entera. Y lo peor del caso para ella era que la sensación era más que placentera. Realmente deliciosa. Le encendía el rostro y el cuerpo.
– Señor mio– dijo agitada apenas pudo respirar.-- Dejemos esas expresiones para la soledad de nuestros aposentos.
El bandido la miraba con una cara de adoración.
La pequeña Tinha vino corriendo y se tiró en los brazos de su hermano.
El con una dulzura extraña a su comportamiento abrazo y acarició a su hermanita y conversó con ella en su dialecto cerrado y oscuro para todos.
Los ancianos Mariusa y el Maestro abrazaron a Sol. La anciana lloraba profusamente de felicidad y la Princesa la abrazaba llamándola madre.
Todo el mundo se junto a las mesas con exquisitos manjares y empezaron a comer y beber en honor a los reyes.
El mundo se había detenido en ese castillo. Solo importaba la felicidad y la unión de los soberanos.
Unos galos del equipo de guerreros de Drago que aún recorrían el castillo vinieron a contarle a su príncipe que encontraron a un hombre en las mazmorras y una estancia llena de especias.
– Saquen al pobre hombre encerrado y cuiden de él, con comida y agua y las especias trasladen con una carreta a nuestra nave. Ya teníamos lo que debíamos buscar– dijo Drago.
Sol Lisbeth escuchó esas palabras. Por un momento había olvidado lo que su ahora marido era. Los besos habían nublado su cerebro.
El podía ser un príncipe. Pero era un bandido errante de los mares. Había venido en busca de oro y especias. Nunca vino a casarse. Su casamiento fue solo para añadir un condado más a su riqueza.
Cierta tristeza nubló su semblante pero se repuso. Su gente, su verdadera familia estaba feliz y dichosa por ella. Por haber recuperado lo suyo. En realidad siempre supo que el pirata Drago se marcharía después de su casamiento. Aún recordaba que había pedido a su amante y a su hermana con él, en la alcoba.
Todo este casamiento era un fraude. Solo un peldaño para alcanzar las tierras y el castillo de su madre.
El sin embargo parecía feliz.
Y demasiado cariñoso con ella. Mientras comía no dejaba de mirarla con esos ojos claros penetrantes.
Ella tomó un trozo de pan. Lo embebió de miel y lo llevó a su boca.
Las manos de Drago le tocaron los labios mojados y dulces.
Se chupo los dedos diciendo:
– Eres tan hermosa reina mia. Tú vestido blanco brilla está noche como brillan tus ojos. - dijo enamorado.
– ¿Quieres sacarlo verdad ?- dijo suavemente Sol Lisbeth.
– Quiero sacarlo. – dijo él con voz ronca.
– Bien, esposo mío. Que se haga tu voluntad. Me retiro a tu recámara y vente después de un rato. - dijo ella.
El corazón de Drago comenzó a palpitar en su pecho de una manera nunca antes sentida.
Apenas esperó un tiempo prudencial después de su ida y se levantó con el aplauso de su gente diciendo:
– Mí reina me espera –
Llegó temblando de emoción a su recámara real llena de flores. Y allí estaba ella en la penumbra con su vestido blanco.
– Te amo Sol Lisbeth – dijo y su expresión era sincera.
– Señor– dijo su amante dándose vuelta – la princesa Sol me dijo que lo esperara con este vestido-
La sonrisa de Drago se apagó de golpe cuando la realidad le golpeó el corazón.
Ahora que empiezo a leerla se ve interesante. la narrativa exelente