PATRITHA

**Capítulo 20: La Búsqueda de Respuestas**

Con el pueblo de Datta devastado, Patrick, Samantha y Ariana comenzaron a investigar, decididos a encontrar algún rastro de supervivientes. El aire seguía cargado con el olor a ceniza y humo, mientras los tres caminaban por las calles desiertas, observando cada rincón en busca de algún signo de vida.

—Tenemos que buscar señales, cualquier cosa que nos indique que alguien más sobrevivió —dijo Patrick, su mirada fija en los escombros.

Samantha asintió, mientras Ariana, aunque todavía herida, caminaba junto a ellos, decidida a ayudar.

Tras recorrer varias calles, notaron algo extraño: en una esquina, bajo las ruinas de lo que alguna vez fue una pequeña taberna, había un leve sonido de movimiento. Patrick se acercó cautelosamente, levantando algunos escombros con cuidado, y allí, escondido entre las tablas rotas y los escombros, había un pequeño grupo de personas. Unos cuantos aldeanos, sucios y temblorosos, se mantenían juntos, mirándolos con ojos llenos de miedo y esperanza.

—¡Sobrevivientes! —exclamó Samantha, con alivio en su voz.

Patrick extendió una mano hacia ellos.

—No se preocupen, estamos aquí para ayudar. Mi nombre es Patrick, y ella es Samantha. Ariana también está con nosotros.

Ariana, apoyándose en un pilar para mantener el equilibrio, les ofreció una cálida sonrisa, a pesar de su debilidad.

—Estamos aquí para averiguar qué ocurrió, y para asegurarnos de que no vuelva a suceder —añadió Samantha.

Uno de los aldeanos, un hombre mayor con el rostro marcado por las arrugas del tiempo y la preocupación, se adelantó.

—Gracias a los cielos que han venido. Hemos estado escondidos aquí desde el ataque... No sabíamos si alguien más nos iba a encontrar.

—¿Cuándo fue el ataque? —preguntó Patrick con seriedad—. Y, lo más importante, ¿por qué? Los dragones no suelen atacar pueblos sin razón.

El anciano suspiró profundamente y se sentó en una roca cercana, como si el peso de lo que iba a decir le aplastara el pecho.

—El ataque ocurrió hace tres días. Estábamos tranquilos, llevando nuestras vidas diarias, cuando de repente, una sombra cubrió el cielo. Era el dragón, negro como la noche, y sin previo aviso, comenzó a destruirlo todo con su fuego. Nos sorprendió... no estábamos preparados para algo así.

Patrick frunció el ceño.

—¿Y no hubo ninguna provocación? ¿Nadie trató de cazar al dragón o invadir su territorio?

El anciano negó con la cabeza.

—No... No hicimos nada. O al menos, eso pensamos. Pero algunos creen que fue provocado por lo que hicimos en el bosque cercano. —Hizo una pausa, mirando a sus compañeros como si buscara aprobación antes de continuar—. Hace algunas semanas, un grupo de leñadores taló árboles muy antiguos en una parte del bosque sagrado. No sabíamos que ese era el territorio del dragón.

Samantha, quien había estado escuchando atentamente, cruzó los brazos.

—Entonces, el dragón los atacó en represalia por lo que hicieron en el bosque.

El anciano asintió con pesar.

—Eso creemos. Pero no fue solo el dragón. Había algo en su comportamiento... era más furioso, más salvaje de lo que cualquiera hubiera esperado. No solo quemó nuestras casas, sino que se ensañó con la gente. Algunos dicen que fue como si el dragón estuviera bajo algún tipo de hechizo o maldición.

Patrick y Samantha intercambiaron miradas. El hecho de que un dragón atacara de forma tan descontrolada y violenta no encajaba con los patrones típicos de estas criaturas.

—¿Viste algo fuera de lo común antes del ataque? —preguntó Patrick.

Una mujer joven del grupo de refugiados intervino, con voz temblorosa.

—Unos días antes, vimos luces extrañas en el cielo cerca de la montaña donde se dice que el dragón vive. Era como si el mismo aire estuviera siendo alterado. Después de eso... ocurrió el desastre.

Ariana, que había estado escuchando en silencio, frunció el ceño.

—Eso no suena bien. Es posible que alguien haya alterado la naturaleza del dragón, o lo haya obligado a atacar. No creo que fuera solo por los árboles.

El grupo de refugiados murmuraba entre ellos, llenos de incertidumbre y miedo.

—Tenemos que encontrar al dragón y detenerlo, pero también necesitamos descubrir quién está detrás de todo esto —dijo Patrick finalmente, con decisión en su voz—. No creo que sea una simple represalia por los árboles talados.

Samantha asintió, su mirada llena de determinación.

—Si alguien está manipulando al dragón, lo encontraremos. Pero primero, debemos asegurarnos de que estos aldeanos estén a salvo.

Ariana, a pesar de sus heridas, se acercó a los aldeanos con una sonrisa amable.

—Nosotros los protegeremos. Ya han sufrido lo suficiente.

El anciano miró a Patrick, Samantha y Ariana con gratitud.

—No sabemos cómo agradecerles por todo lo que están haciendo. No tenemos mucho, pero lo poco que tengamos es de ustedes.

Patrick negó con la cabeza.

—No lo hacemos por recompensas. Lo hacemos porque es lo correcto.

El viento soplaba suavemente entre las ruinas de Datta, mientras Patrick, Samantha y Ariana observaban a los aldeanos comenzar a organizarse. Aunque el pueblo estaba en ruinas, la chispa de la esperanza comenzaba a encenderse nuevamente. Pero la verdadera batalla aún estaba por delante, y el dragón —y la misteriosa fuerza detrás de él— seguía esperando en las sombras.