René y Antón, podría decirse que nacieron uno para el otro. pero por decisiones personales, se separaron por un corto periodo de tiempo, el la amo desde que ella estaba dentro del vientre de su madre, es solo que nunca lo dijo ante todos y ella lo amo y sin dudarlo se lo dijo en cuanto lo descubrió, ambos hicieron promesas, pero el fue el primero en romperla, por lo que ella decidió hacer lo mismo, ¿sera que en verdad su destino siempre fue amarse?
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CAPÍTULO 9
ANTÓN
Hace casi tres años me alejé de René para no lastimar a mi madre, Ángela Walton. Si yo quisiera tener una relación seria con ella e incluso casarme, debería renunciar al apellido de mi madre y sé que eso la lastimaría mucho. Yo jamás me permitiría lastimarla cuando ella me ha entregado todo su amor y su corazón.
Dejar a René fue la decisión más difícil que tomé en mi vida. Me dolió muchísimo y sé que a ella también, pues un año después de haber llegado a Rusia, mi familia vino a verme y René envió con mi hermana el collar que contenía nuestra promesa de amor eterno. Ella le pidió a Grecia que me dijera que si yo no cumplía con mi promesa de siempre sujetar su mano, ella no tenía por qué cumplir la promesa de esperarme y amarme siempre.
Por tres años, el recuerdo de René me ha perseguido. Siempre recuerdo su dulce y tierna risa de niña, sus mejillas sonrojadas cuando la elogian o la fuerza que demuestran sus ojos cuando se enojan. Esos hermosos ojos verdes se vuelven más oscuros y ella se ve aún más hermosa.
Aunque ha pasado tanto tiempo, no puedo olvidarla. Aquí en Rusia lo intenté por todos los medios, pero no pude. Tengo un par de amigos de la universidad que me entienden: Denis y su hermana gemela Gala. Ellos saben toda mi historia con René y me apoyan, aunque no insisten en que debo hablar con René y darle mis razones.
Siempre me negué a hablar con René y decirle todo, pero ayer recibí la noticia del compromiso de ella y sentí como si me estuviera muriendo, como si el aire me faltara. No podía creerlo. De verdad, mi niña me olvidó y se va a casar.
No podía aceptar ese compromiso así como así, por lo que apenas lo supe le dije a mi mamá que sí iría para la graduación de mi hermana y René, y ahora estaría ahí el día del compromiso, pero no pude esperar, tomé una maleta, metí mis cosas y pedí que prepararan el avión privado del abuelo. Tenía que verla y saber si en verdad ya me olvidó.
El vuelo fue largo, duró toda la noche y las primeras horas de la mañana. Cuando aterricé, pedí un taxi que me llevara a la casa de mis padres. Cuando llegué, esperaba todo menos verla ahí. Se veía más hermosa que la última vez que la vi, claro, ahora es más mujer que cuando me fui. Mi hermana corrió a abrazarme mientras ella se quedó inmóvil. La sorpresa se notaba en sus ojos, al igual que el enojo. Sus puños estaban cerrados y pude notar lo roja que estaba por la rabia que tenía. Creí que diría algo, pero entró al auto y el chófer se quedó afuera.
—¿Mamá, sabes que llegué? —preguntó Grecia emocionada.
—No será una sorpresa —respondí.
—Ellos están en el despacho. Quisiera quedarme, pero René me espera para ir por nuestros vestidos de graduación y de su compromiso —me informa Grecia y eso último me llena de ira.
—Ve con ella tranquila, no nos vemos esta noche, peque —le di un beso a mi hermana y ella corrió al auto donde el chófer le abrió la puerta y ella entró. Luego vi al chófer subirse y irse con ellas.
Cuando el auto desapareció de mi campo de visión, pagué el taxi, saqué mi maleta y un pequeño bolso de mano que traía conmigo, y entré a la casa. La empleada se sorprendió al verme, pero le pedí que no hiciera un escándalo. Caminé en silencio hasta el despacho de mamá, donde ella y papá estaban trabajando.
—Buenos días —saludé cuando mi mamá escuchó mi voz, corrió a abrazarme y llenarme de besos.
—Mi niño hermoso, ¿cuándo llegaste? —mi mamá emocionada y al borde del llanto.
—Hace unas horas, pero no llores, que no me gusta que lo hagas —le limpié a mi madre unas lágrimas rebeldes que se escaparon y luego la abracé para después saludar a mi padre, quien también estaba feliz de verme.
Estuvimos hablando y me preguntaron por qué no vino mi abuelo conmigo, ya que se suponía que él vendría a pasar las vacaciones aquí también y que nos iríamos después de las vacaciones a Grecia. Pero la verdad es que yo quería venir antes y tratar de hablar con René, pero por su reacción creo que eso no será tarea fácil. Así que, para no decirles la verdad de por qué llegué antes y sin el abuelo, les dije que él tenía cosas que hacer y vendría para la graduación de Grecia, lo cual no es mentira.
Solamente espero poder hablar con René antes de la dichosa fiesta de graduación y de su compromiso. Ella es muy dulce y tierna, siempre lo ha sido. Creo que no será tan difícil que ella me escuche por lo menos cinco minutos.
Después de hablar un rato con mis padres, me fui a mi habitación, pero antes pasé a saludar a mis hermanos, ese par de gemelos que son el dolor de cabeza de mis padres y son tan traviesos como nunca fuimos Grecia y yo, pero así los amamos. Además de ser tremendos, son la alegría de la familia.
Una vez saludé a mis hermanos, fui a lo que era mi habitación. En cuanto entré, noté que todo estaba tal cual lo dejé. Supongo que son órdenes de mi mamá. Lo bueno es que está limpia, supongo que ella ordenó limpiarla y no cambiar nada de la habitación.
Me senté en la cama y lo primero que noté fue la foto en donde estamos Grecia, René y yo. Teníamos doce años y fuimos a acampar al final. Llovió muy fuerte y se hizo mucho lodo. René se cayo y se llenó de lodo. Grecia y yo comenzamos a reír y, para vengarse, René nos lanzó lodo a ambos y comenzamos una guerra de lodo. Todos terminamos sucios. Nuestro padre tomó la foto, ya que era un campamento padre e hijos. Los únicos que nos acompañaron fueron Ángel y mi padre Dimitri. Fue un día maravilloso.