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Seraph, Un Amor Imposible.

Seraph, Un Amor Imposible.

Status: En proceso
Genre:Amor eterno
Popularitas:746
Nilai: 5
nombre de autor: Tintared

En un mundo donde los ángeles guían a la humanidad sin ser vistos, Seraph cumple su misión desde el Cielo: proteger, orientar y sostener la esperanza de los humanos. Pero todo cambia cuando sus pasos lo cruzan con Cameron, una joven que, sin comprender por qué, siente su presencia y su luz.

Juntos, emprenderán un viaje que desafiará las leyes celestiales: construyendo una Red de Esperanza, enseñando a los humanos a sostener su propia luz y enfrentando fuerzas ancestrales de oscuridad que amenazan con destruirla.

Entre milagros, pérdidas y decisiones imposibles, Cameron y Seraph descubrirán que la verdadera fuerza no está solo en el Cielo, sino en la capacidad humana de amar, resistir y transformar la oscuridad en luz.

Una historia épica de amor, sacrificio y esperanza, donde el destino de los ángeles y los humanos se entrelaza de manera inesperada.

NovelToon tiene autorización de Tintared para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Ecos de una presencia

El sol apenas asomaba entre los edificios de ladrillo y cristal cuando Seraph se despertó en su pequeño cuarto. El aroma intenso del café recién hecho, proveniente de la cafetería de la esquina, se colaba por la ventana entreabierta, recordándole con una urgencia tangible que la vida humana no esperaba la resolución de dilemas celestiales. Y él tampoco podía esperar.

Su primer objetivo del día era Jhon. El hombre, gracias a la inobservancia guiada de Seraph, había empezado a levantarse más temprano, a caminar con pasos un poco más firmes, pero la tristeza seguía pegada a su sombra como un segundo cuerpo, denso y gris. Seraph lo siguió con un cuidado meticuloso, invisible, como lo había hecho antes, pero esta vez con un propósito más refinado: guiar el destino sin trazarlo, permitir que Jhon recobrara la voluntad de vivir por sí mismo, convencido de que la resurrección era su propia elección.

Jhon salió al parque más cercano. Sus manos hundidas en los bolsillos de la chaqueta, sosteniendo una pequeña bolsa de pan duro para las palomas; su mirada estaba aún perdida, pero algo en su postura había cambiado, había una quietud menos desesperada. Seraph se acercó, y aunque la Ley le prohibía tocarlo de verdad, manipuló el aire de tal manera que una ligera brisa acarició el rostro de Jhon.

El hombre cerró los ojos, respiró profundo el aire fresco del amanecer y sonrió levemente, sin saber que ese alivio momentáneo era el trabajo de un arcángel exiliado.

Ese pequeño gesto arrancó un destello de satisfacción pura a Seraph. Era imperceptible, un suspiro en el cosmos, pero suficiente para que su corazón, humano y celestial al mismo tiempo, se sintiera peligrosamente vivo y justificado.

Mientras tanto, Cameron apareció por el otro lado del parque, también con una bolsa de pan en las manos. Sus ojos buscaban palomas y reflejos de luz en el rocío matutino. No sabía por qué se sentía atraída a ese lugar exacto cada día, pero algo invisible la guiaba, algo que la hacía sentir tranquila y segura, aunque no pudiera entender la fuente de esa inexplicable paz.

Al pasar cerca de Jhon, sus manos, al sacar el pan, rozaron el aire que Seraph manipulaba levemente para crear la "brisa". Un escalofrío eléctrico recorrió el brazo de Cameron. Se detuvo en seco y levantó la vista, confundida, la sensación era más fuerte que la estática.

—¿Quién está ahí? —murmuró, sin entender la extraña y poderosa sensación de calor y protección que acababa de sentir, como si una mano invisible la hubiera sostenido un instante.

Seraph contuvo la respiración de forma brusca, maravilado y asustado a partes iguales. Ella podía sentirlo. De nuevo. No lo veía, no lo oía, pero percibía la esencia de su luz, y eso hizo que el ángel se estremeciera, el pánico de la transgresión compitiendo con la euforia del contacto. Era la conexión consciente más fuerte que había sentido con un humano desde su caída.

Jhon, distraído por el movimiento de Cameron, levantó la mirada y la vio. Por un momento, el tiempo pareció detenerse para los dos mortales: la tristeza y la incomodidad dieron paso a una especie de reconocimiento silencioso, el de dos personas que habían compartido el mismo dolor, aunque de forma indirecta.

Él sonrió torpemente, recogiendo la bolsa que casi se le cae.

—Hola… —dijo, la palabra simple sonando enorme en el silencio de la mañana.

—Hola —respondió ella, sorprendiéndose a sí misma por lo natural y firme que le salía la voz.

Seraph permaneció detrás de ellos, invisible, sintiendo un torbellino de emociones que no comprendía del todo: celos por la conexión instantánea de la carne, temor por el destino de ambos, y una felicidad imposible al ver cómo la vida crecía a partir del vacío. Nunca había sentido algo tan abrumador y contradictorio en el cielo. Nunca.

Durante la tarde, los tres caminaron por el parque, sin que Cameron y Jhon supieran que estaban siendo acompañados y coreografiados por una presencia invisible. Seraph se dedicó a una danza invisible y tensa. Movía suavemente el aire para alejar los insectos, hacía que las hojas cayeran de manera poética delante de ellos, guiaba el paso de Jhon para que se acercara a Cameron sin que el hombre lo notara.

Pero cada vez que Jhon intentaba acercarse demasiado, cada vez que la mano del mortal se movía instintivamente para rozar la de Cameron, Seraph ajustaba la brisa o hacía que una paloma alzara el vuelo justo entre ellos, evitando el roce físico.

Era un pequeño juego de fuerza invisible, casi cruel en su manipulación, pero lleno de una tensión emocional que Seraph adoraba en secreto. Se dio cuenta de que no estaba solo protegiendo el equilibrio; estaba protegiendo su amor—un amor que aún no existía, que aún no le pertenecía, pero que Seraph ya había reclamado como su obra.

Cuando la tarde se convirtió en crepúsculo, Cameron se detuvo en un banco, observando las palomas que revoloteaban a su alrededor.

—Es extraño —dijo, el tono de su voz era reflexivo—. Siento que alguien me acompaña, o que algo me está ayudando… pero no hay nadie aquí. La sensación es muy fuerte.

Jhon se inclinó hacia ella, la duda en su rostro.

—¿Cómo lo sientes? ¿Frío?

—No —admitió ella, mirando al aire que Seraph ocupaba—. Es como si alguien cuidara de mí, como si me hiciera sentir segura y en paz. Es una calidez…

Seraph, oculto detrás de un tronco de árbol, bajó la cabeza, incapaz de resistir la punzada de dolor y deseo que esa declaración le producía. Era imposible intervenir y confesar su presencia, pero no podía irse. Su corazón, ahora una entidad compleja, estaba atado a ese lugar, a esos dos humanos, y por primera vez en su existencia, comprendió la carga del amor que no puede poseer, ni ser reconocido.

Mientras el sol desaparecía, bañando el parque en tonos dorados y morados, Seraph comprendió algo crucial: su misión ya no era solo proteger un abstracto equilibrio cósmico. Ahora debía aprender a convivir con la imperfección y la limitación de los sentimientos humanos, y aceptar que el amor, en su forma más pura y desinteresada, podía ser su prueba más peligrosa y su única redención.

Y con esa comprensión, con esa dolorosa aceptación de su rol de vigilante, por primera vez, permitió que su presencia se sintiera plenamente, no solo como una brisa, sino como una fuerza suave y envolvente: una brisa cálida, un leve susurro entre hojas y ramas, un pequeño milagro invisible que solo Cameron y Jhon pudieron percibir sin saber por qué, sintiéndose de pronto más esperanzados que nunca.

1
Andre
Bella forma de narrar, atrapante
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