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Amor Bajo Las Escamas Del Dragón De Hielo

Amor Bajo Las Escamas Del Dragón De Hielo

Status: En proceso
Genre:Amor prohibido / Amor a primera vista / Magia / Amantes del rey / Dragones
Popularitas:4.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

❄️En lo profundo de los bosques nevados de Noruega, oculto entre pinos milenarios y auroras heladas, existe un castillo blanco como la luna: silencioso, olvidado por el mundo, custodiado por un único dragón que ha vivido demasiado tiempo en soledad.

Sylarok Vemithor Frankford, un príncipe de sangre de dragón antiguo, parece un joven de veinticinco años... pero ha vivido más de dos siglos sin envejecer, sin amar, sin pertenecer. Su alma es fría como su aliento de hielo, su vida, una rutina congelada entre libros, armas y secretos.

Hasta que una muchacha cae inconsciente en su bosque, desmayada sobre la nieve como un copo a punto de morir.

Celeste, una nómada de mirada estrellada y corazón herido, huye de su pasado, de los bárbaros que arrasaron su familia, y del invierno que amenaza con consumirla.
Y Sylarok aprenderá que no hay armadura más frágil que el hielo cuando el calor del amor comienza a derretirlo.

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Preparándose para un baile.

—Y además de quedarte puedo concederle un deseo algo que sea razonable.

Ella lo notó. Y no pudo evitar levantar una ceja con picardía.

—¿Y qué pasa si me tropiezo con los tacones y le rompo una uña a alguna de esas damiselas desesperadas? ¿Me concederás lo que yo quiera?

—Sería… entretenido.

—¿Eso fue un chiste? ¿Acaba de hacer humor? ¡Wao, eso es nuevo!

—¿Aceptas o no?

Celeste lo observó de arriba abajo. Era atractivo, sí. Misterioso, también. Un poco gruñón… pero la verdad, ese castillo estaba demasiado vacío. Y ella, demasiado sola.

—Acepto. Pero si me haces usar corset, te lo lanzo por la ventana.

—Trato justo.

Y así, entre chispas y miradas cruzadas, se selló el acuerdo más extraño de aquel invierno: una nómada con alma libre y un dragón que fingía ser hombre, bailarían con las apariencias mientras algo en ellos, muy lentamente, comenzaba a derretirse.

Durante los días siguientes, el castillo blanco de hielo retumbó menos por el frío y más por los resoplidos frustrados de Ryujin Sarakfar. Sylarok le había tomado la palabra a Celeste Lysell, y ahora el pobre mayordomo se encontraba atrapado en una tarea que ni cien años de servicio le habían preparado: enseñarle etiqueta y protocolo a una nómada criada sola por la vida. O al menos eso juraba entre dientes.

—¡No, no, no! —gritó Ryujin por tercera vez esa mañana—. ¡Cuando uno se inclina, no parece que le estén doliendo los riñones!

Celeste, con los brazos cruzados y cara de pocos amigos, lo miró como si el inclinarse fuese una traición a su espíritu libre.

—¿Y para qué inclinarse tanto? ¿No pueden mirarse a los ojos y decir "hola" como personas normales y darse un apretón de manos?

—Porque no estás en el mercado regateando pescado, niña testaruda. Estás por asistir a un baile real. ¡Con nobles! ¡Con gente que distingue entre una reverencia y un calambre!

Mientras tanto, Sylarok observaba desde el umbral de la puerta, con los brazos cruzados y una sonrisa cada vez más amplia. Ya le dolía el estómago de tanto reír.

—No sabía que enseñar modales podía ser tan entretenido —murmura.

—¡Milord! —Ryujin se volteó de inmediato, señalando a Sylarok con la cucharilla de té que usaba para corregir posturas—. ¡Usted! ¡Por su culpa estoy en esta situación! ¡Piense en lo que ha hecho!

—Vamos, Ryujin, tú fuiste el que dio la brillante idea —dijo Sylarok encogiéndose de hombros con fingida inocencia.

—¡Sí, porque pensé que ella sabría lo básico! ¿Cómo iba a saber que confunde una copa de vino con una de agua?

—Solo fue una vez —gruñe Celeste.

—¡Y la sacudiste para parecer noble! —bramó Ryujin.

Después de una larga mañana intentando enseñar cómo sentarse, caminar sin tropezarse con los pliegues del vestido y cómo sostener una copa sin parecer que estaba a punto de lanzarla como arma, Ryujin se dejó caer sobre un sofá tapizado en terciopelo blanco como si su alma hubiese abandonado el cuerpo.

—Lo único que nos falta es el baile —dijo, secándose el sudor de la frente con un pañuelo que antes había sido blanco.

—Eso sí me interesa —dijo Celeste, enderezándose—. Siempre he querido saber cómo hacen para no pisarse los pies.

—Necesitarás a un compañero —replica Ryujin con mirada filosa—. Y como aquí no hay más que lobos, búhos y un principe malhumorado que se cree lo mas superior… Milord, le toca a usted. Yo voy al baño.

—¿Qué? —Sylarok se incorpora de golpe—. No. No, no, no. Yo no bailo.

—Milord, si no coopera, irá solo. Y ya sabe lo que pasa cuando va solo. ¡Las doncellas lo persiguen como abejas al néctar! Usted sabe bailar, así que bailen a su ritmo.

El príncipe frunció el ceño y maldijo por lo bajo. Suspiró con resignación, sabiendo que Ryujin tenía razón. Lo último que necesitaba era más peticiones de matrimonio.

—Está bien —cedió al fin—. Pero solo por la práctica.

Celeste sonrió con picardía.

—Vaya, ¿así que me va a tomar la mano un príncipe? ¿Tengo que arrodillarme ahora?

—Tú arrodíllate y Ryujin se muere de un infarto —replicó Sylarok, mientras extendía la mano.

Ella tomó su mano como se le había enseñado, firme pero con elegancia. Sylarok sintió ese escalofrío extraño subiendo por su espalda. Sus ojos se encontraron y su sonrisa apareció. Su piel, como siempre, era tan fría como el mármol de las paredes.

—Tu mano… —murmura ella—. Está helada.

Él apartó la mirada.

—Tengo una enfermedad en la piel —dijo con total seriedad.

Celeste alzó una ceja.

—¿Una enfermedad que hace que se te enfríe la mano? ¿Y no te pone azul ni te cae a pedazos? Interesante.

—Muy rara —añadió él, con toda la seriedad que pudo fingir—. Solo afecta a drag… digo, a personas con mi condición.

Ryujin bufó desde el baño de visitas a donde llegaban las voces.

—Sí, claro, "condición". La condición de no saber mentir.

Comenzaron a moverse al ritmo de una música imaginaria. Al principio, Celeste pisó su bota dos veces.

—¡Ay! —se quejó—. ¿Esa fue mi culpa?

—No, no… —dijo Sylarok entre dientes—. Fue la gravedad.

—O tu enfermedad rara, que también afecta los pies —bromeó ella.

Ryujin regresó y tomó asiento. A Ryujin se le escapó una carcajada.

—¡Celeste, estás aprendiendo rápido! Con sarcasmo incluido.

Mientras daban vueltas torpes por el salón principal del castillo, algo cambió en la mirada de Sylarok. Los ojos grises, como el cielo antes de una tormenta, se posaron en los ojos azules de ella. Y por un instante, se tornaron dorados, apenas un destello. Su corazón, bajo las escamas que mantenía bien ocultas, se estremeció.

No era por el baile.

No por el evento.

Ni siquiera por la inevitable interacción social que tanto odiaba.

Era por ella.

—¿Qué? —dijo Celeste, notando que él se había quedado quieto.

—Nada… solo… me estás pisando de nuevo.

—¡Ah! Lo siento —dijo riendo—. Culpa de mi educación nómada. Mis pies siempre fueron libres. Creo que tengo dos pies izquierdos.

Y él, contra todo pronóstico, sonríe.

El gran salón resonaba con el eco de sus pasos. Celeste y Sylarok danzaban en silencio, envueltos por el crepitar lejano del fuego en la chimenea y la tenue luz de las lámparas que descienden del techo. Ryujin se había rendido, al menos por esa noche, y los dejó practicando en soledad, con una sonrisa escondida bajo su severa expresión. Se retiró sin hacer ruido, como si supiera que algo más valioso que una clase de etiqueta estaba a punto de suceder.

Sylarok tarareaba una melodía suave, antigua. Celeste no la conocía, pero su dulzura se sentía en los huesos. Ella empezó a bailar mejor con el ritmo.

—¿Esa canción...? —susurra ella, sin querer romper la magia.

—Mi madre solía cantarla cuando era niño —dijo él, con la mirada lejana, como si pudiera verla frente a él—. O eso creo... ya pasó mucho tiempo.

Celeste baja la vista.

—¿Dónde están tus padres ahora?

Sylarok titubea, pero su rostro se mantuvo impasible.

—Viajando... asuntos de familia en las montañas del este. Regresarán... eventualmente.

Ella asintió sin decir nada, aunque algo en su pecho se encogió. Sabía bien lo que era perder una familia.

La música improvisada terminó, pero sus manos seguían entrelazadas. No sabían cómo había pasado, pero estaban más cerca de lo que pedía el protocolo. Las miradas se cruzaron por un momento que pareció eterno. Fue Sylarok quien dio un paso atrás.

El en ese momento fue consciente de su cercanía y de lo que empieza a provocar en él.

—Eso es suficiente por hoy —dijo, con su tono más áspero de lo necesario—. Me retiro a mi habitación.

—Sí, claro —murmura Celeste, notando el calor extraño en su rostro— Más tarde haré la cena.

Más tarde, mientras Ryujin leía en su estudio y el castillo dormía en su silencio blanco, Celeste preparó una bandeja con pan tibio, quesos, jamones, frutas y té caliente. Era lo menos que podía hacer para agradecerle el esfuerzo. Recordaba que Ryujin había mencionado que debía tocar siempre la puerta de la habitación de Sylarok. Caminó en puntas de pie por los pasillos hasta encontrar la habitación. Toco pero nadie respondió. Empujó la puerta un poco, solo lo suficiente para entrar, no ve a nadie en la habitación. Ve una mesita y camina hacia ella para dejar todo e irse.

De la nada él salió de la pequeña puerta de hueso.

Ella se asustó al escuchar la puerta abrirse.

—Voy a dejar esto aquí —dijo en voz baja sin mirar.

Pero justo en ese momento, Sylarok salía, con el cabello largo y platinado pegado a su espalda, cubierto apenas por un trozo de tela amarrado a su cintura que apenas logró ajustarse. Se quedó paralizado al verla ahí.

—¿Tú?...

Celeste también se congela. Alza la vista en ese momento. Ella pudo ver detrás de él enredaderas, una especie de estanque y vapores azulados.

 Pero lo más impactante fue cuando literalmente se fija en su pecho, hombros, piernas y la base de su cuello cubierto de algo color dorado parecidos a cristales dorados.

¿Escamas doradas?

—¡Oh, por todas las constelaciones! ¡Lo siento, lo siento! — dice tapándose los ojos, deja caer la bandeja con un estrépito—. ¡Llame pero no respondió! ¡Quería dejarte comida! ¿Que es eso en tu piel?

—¡Sal! —ordena él, sin poder cubrirse mejor, y sin perder esa elegante frialdad.

Sin embargo, sus mejillas tenían un leve tinte rojizo.

Celeste retrocedió con torpeza mientras el miedo la invade.

“¿Esa es la enfermedad de la piel que dijo tener?” pensó. Pero no parecía enfermedad… parecía algo hermoso y raro.

—Perdón… no volverá a pasar. —baja la mirada y recoge alguna de las frutas—. Conozco gente que tenía la piel como troncos podridos por enfermedades. No te preocupes, no te voy a juzgar por eso…no le diré a nadie...

Sylarok se quedó en silencio por unos segundos. No sabía si sentirse insultado o enternecido.

—¡Que salgas, maldita sea! ¿eres solda? ¡No entres más a mi habitación! ¡Y olvida lo que viste!

—¡Lo siento!

Celeste retrocedió con torpeza, los pies se le enredaron con la alfombra. Da un traspié. El borde de la gran mesa de mármol estaba peligrosamente cerca de su cabeza.

—¡Cuidado! —la voz grave de Sylarok resonó con urgencia.

En menos de un parpadeo, sus brazos la rodearon por la cintura, deteniendo su caída justo antes de que se golpeara. La fuerza de su agarre la hizo volar ligeramente hacia su pecho. El calor del vapor contrastaba con la frialdad de su piel, y ahora estaban tan cerca que Celeste podía oler el leve aroma a menta y bosque que siempre lo acompañaba. Su tela aún estaba mal ajustada, se desliza y se le cae, revelando más piel de la que un caballero normalmente mostraría... Aunque para ser justos, Sylarok nunca se había molestado mucho en parecer un caballero tradicional. Nunca había sentido vergüenza y se había asustado tanto hasta ese día.

—¿Estás bien? —pregunta él, sin soltarla aún, su rostro a escasos centímetros del de ella.

Celeste tragaba saliva, consciente de que tenía la mano presionada justo contra su pecho —nada intencional, por supuesto—, pero eso no quitaba lo comprometido de la escena.

—Y-yo… sí, estoy bien. Gracias… por… por evitar que me abriera la cabeza como una calabaza.

—Eso habría sido… desagradable. Perdón por gritarte —murmura él con una leve preocupación, aún sin moverse.

Hubo un silencio tenso. Celeste levantó la mirada y se topó con esos ojos grises como tormenta. Pero entonces, por una fracción de segundo, los vio brillar dorados. Un reflejo… ¿o algo más?

—¿Tus ojos…?

—Mis ojos no son lo que me preocupan. Me he quedado sin toalla. Así que cierra los tuyos a menos que seas una pervertida.

—Oh...¡si, que torpe, todo por mi culpa!...pero tus ojos...

Ella se incorpora y obedece. Cierra los ojos.

—Demasiado vapor. Te hace ver cosas que no existen —dijo, girando para recuperar algo de dignidad, orgullo y una bata que lo cubra mejor.

Celeste se endereza, aún con el corazón latiéndole como un tambor desbocado.

—Si...

—Ya puedes abrir los ojos.

—Bueno… ya dejé la comida. Me voy. Definitivamente. Ya. Me voy. Y perdón.

Se dio media vuelta y salió casi corriendo del baño, dejando tras de sí la bandeja mal colocada, una fruta aún en el suelo y a un Sylarok que no sabía si reír o golpearse contra la pared.

Una vez fuera, apoyó la espalda en la pared del pasillo y dejó escapar un largo suspiro.

—Muy bien, Celeste. Brillante idea. Increíble. Vas, ves al señor del castillo medio desnudo, le ves escamas doradas, lo comparas con un árbol podrido y luego te caes como una idiota. ¡Yay tú! —susurra, dándose pequeños golpecitos en la frente.

Mientras tanto, Sylarok decide volver al estanque que conecta con un lago del exterior, se miraba las manos mojadas, su reflejo dorado apenas visible en el agua aún agitada del estanque.

—No debía haberla tocado —murmura. Pero aún sentía la calidez de su cintura entre sus dedos.—Demonios —susurra.

Literalmente desea más de ella, de sus expresiones.

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Daralis Cerpa
felicidades excelente historia
María teresa Chirinos
/Proud/
María teresa Chirinos: atrapada en el primer capitulo
total 1 replies
eva quispe
es genial😊👏
Adela Arias Montoya
Excelente
Nina Divas
Que tierna 😍
Nina Divas
Me encanta esta trama ☺️
Nina Divas
Que emoción 🥰
Nina Divas
Jajaja impresionado el chico más tímido 🫣
nelida guzman
cinco estrellas por qué se las merece la mejor historia de romance antiguo q he leído me atrapó desde el principio la amo
Leyanis Guzman: siiiii
Mckasse Escritora: gracias por leer
total 2 replies
Nina Divas
Surgirá el amor entre ellos que hermoso me encantan estas historias ☺️
Nina Divas
Muy interesante historia 🤔
Paola Cordero
Muy buena trama espero pronto más capítulos 🙏🙏🙏🙏
Franshesca Acosta
la peor traición no viene de un enemigo 🤣🤣🤣🤣🤣
Mckasse Escritora: jajaja siiii
total 1 replies
eva quispe
amooooooooo
eva quispe
el alcahuete jajaja😂😂😂
Mckasse Escritora: metiche le decimos aquí en República Dominicana, también él pelo en la sopa, come boca, lleva vida, ect
total 1 replies
Adeilis Velázquez Mederos
Me gusta mucho la historia
bruja de la imaginación 👿😇
muy bonita la historia
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